El final de septiembre, el adiós de Dame Maggie Smith, el de Kristofferson...
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Los jitazos de la semana
Para empezar el lunes, la ración de las canciones y jitazos de la semana ya está actualizada en la plataforma que uses.
A través de este link podrás acceder a la lista tanto en Spotify como Tidal y Apple Music.
Así queda el mes de septiembre según nuestras tiers
Puesto que mañana ya es octubre, nos despedimos con la imagen completa:
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Adiós a las transformaciones
Dame Maggie Smith murió el viernes a los 89 años, entre palabras de admiración de casi todo el mundo a su alrededor. Reino Unido pierde un “tesoro nacional”, según el rey Carlos III y la lengua más afilada en la pantalla.
Es destacable lo longevo de su carrera: debutó en 1952 y no paró ya hasta casi su final, a pesar de que su cáncer, detectado en 2007, le hizo espaciar su última parte de la carrera.
Incluso le propusieron no participar en las últimas películas de la saga Harry Potter, pero ella se negó.
Tras unos primeros pasos en el teatro inglés, a mediados de los 50 convenció al productor estadounidense Leonard Stillman para formar parte de su espectáculo de Broadway, pero volvió sin éxito de esa aventura. Su perseverancia le fue dando papeles en películas y obras de teatro variadas, hasta que Laurence Olivier le ofreció ser la Desdémona de su Othello, tanto en teatros primero como en la adaptación cinematográfica posterior. Y ahí recibió su primera nominación al Oscar, que ganaría en 1969 con otro papel, el de la profesora Jean Brodie en ‘Los mejores años de Jean Brodie’.
“Cada actuación es como un fantasma: está ahí y luego se va”. Pero muchos de sus papeles no se han ido de nuestra cabeza: la tía Augusta de la película de George Cukor, la Miss Bowers de la ‘Muerte en el Nilo’ de la era Ustinov de Poirot; la Betsey Trotwood de 'David Copperfield', la Wendy avejentada de 'Hook', la Violet Crawley en ‘Downton Abbey’ y, por supuesto, Minerva McGonagall en la saga Harry Potter.
Casi parece que daba un papel icónico masivo por década.
Quedan inauguradas las puertas del cielo
No fue Kris Kristofferson, que murió ayer a los 88 años, el tipo de persona destinada a triunfar. Su manera de cantar, que él mismo desdeñaba (“una rana toro ladrando”, decía de sí mismo), le alejaba de las gargantas doradas, perfectas, que poblaban el Country, género tan industrializado en EEUU que todo está lleno de gente sin mácula y canciones anodinas de pura repetición de los estándares.
Él, nacido en 1936, comenzó a romper con todo aquello cuando decidió perseguir a Johnny Cash para que cantará una de sus composiciones, cualquiera. Cash pasó de él durante un tiempo, pero aquel tipo le enseñaba cada nuevo tema que componía, colándose en su casa si era necesario.
Nunca a un stalker le ha dado tanto resultado su táctica: Cash hizo suya la ‘Sunday Morning Coming Down’ de Kristofferson casi a la vez que Ray Price conquistaba el éxito con ‘For The Good Times’. En nada, Kristofferson era el nuevo niño bonito de Nashville, la cuna de la industria discográfica del country.
“En cuestión de meses, había pasado de ser un tipo que pilotaba helicópteros en el Golfo de México a actuar de repente ante medio millón de personas”.
Suya es también la ‘Me and Bobby McGee’, grabada por Janis Joplin tan al borde de la muerte que Kristofferson la escuchó por primera vez en la voz de Joplin al día siguiente de su sobredosis.
Con el éxito como compositor en la mano, empezó a hacerse famoso cantando sus propias canciones: su voz, anárquica y cruda pero tremendamente expresiva, brillaba especialmente en la bajona, en la introspección.
Retrataba con crudeza sus propias luchas contra las drogas y el alcohol, como en ‘Pilgrim, Chapter 33’.
Cuando en 1976, Barbra Streisand impulsó el remake de ‘Ha nacido una estrella’, Kristofferson se convirtió precisamente en eso, una estrella cinematográfica y uno de los sex symbols de la época.
No fue su mejor momento personal: en el rodaje se comportaba de forma tan caricaturesca que le apodaron Kris Pissed-off-erson.
Se involucró en la preciosa, infravaloradísima, ‘Las puertas del cielo’ de Cimino y, como casi todo el mundo, de allí salió sin nada:
En su caso, también divorciado de Rita Coolidge, su segunda mujer, la misma que tuvo que soportar que los fans viniesen pidiendo autógrafos con las fotos de su marido y Sara Myles, desnudos en Playboy.
Los 80 fue su década de redención; los 90, la de la consolidación del mito (entre otras giras, girando con The Highwaymen, con Willie Nelson, Johnny Cash y Waylon Jennings) y a partir de los 2000, empezó la decadencia física: inauguró el nuevo milenio con un triple bypass, contrajo sin saberlo la enfermedad de Lyme en un set de rodaje aunque durante un tiempo sus doctores pensaron que la pérdida de memoria venían por el alzheimer y se retiró de la música en directo en 2020.
Pausa de minutos musicales
Cómo construimos el mito
Pocas disciplinas artisticas trabajan la mitología de forma tan folclórica como la música. De tanto en cuanto, la comunidad musical escarba en los registros históricos y decide acuñar un nuevo incunable, una nueva leyenda. Con frecuencia, sus hallazgos giran en torno a grupos que publicaron un solo disco y que, tras pasar años o décadas desapercibidos, son recuperados, glosados y narrados como auténticos campeones de su tiempo, como visionarios del mañana.
Disponemos de numerosos ejemplos. Spiderland sería uno de los más evidentes. Su campo gravitatorio es tan grande que en torno a él orbita el nacimiento de todo un género —el post-rock— y la comprensión subterránea de grupos y movimientos musicales que, durante los años posteriores a su publicación, fueron ignorados. Similares palabras se pueden desplegar sobre American Football, agrandado durante los lustros posteriores a su publicación por la pura fuerza del relato, del mito.
Deathconsciousness, Morgen, Rites of Spring. Es tan poderoso el magnetismo de la-leyenda-injustamente-olvidada… que los hechos dejan de tener importancia. Nuestro relato del pasado, ajustado a las ansiedades y necesidades contemporáneas, es lo único relevante. Así se edifica lo que la historiografía bautiza como "memoria". Y así se ha construido Stratosphere:
El sube-baja hipersónico
👍👎
👍Albert Serra, si alguien tan subido puede subir más.
("Valladolid, buenos días" es una canción de El Niño Gusano. También es una sección de actualidad de Hipersónica. A veces se escribe con resaca. En 15 minutos, estarás al día de lo relevante en nuestro terreno. Cada lunes, miércoles y viernes en tu buzón de correo o en la web de Hipersónica.)