¿Hay espacio, en el mundo de hoy, para el pop adulto de guitarras? Esta pregunta que me hago tampoco sé si está formulada desde un pasado irreal, soñado, en el que sí lo hubo para gente como Prefab Sprout. Sí, claro, la crítica y un puñado de irredentos admiradores los adoraban, pero… más allá de eso qué.
Ojalá Lachlan Denton tuviese una suerte diferente, aunque parezca aún más imposible. Ojalá lo tenga porque discos como Furnishings se comportan como esas personas con las que es agradable estar en silencio, con las que jamás hay un espacio incómodo: no sólo te acompañan; hacen que te sientas acompañado.
Algunos descubrimos a Denton con A Brother (2019), que no sólo fue uno de los mejores discos de 2019, sino que en sus 30 minutos nos rompía de manera suave. Quizás podíais creer que, claro, la tragedia familiar que contaba propulsaba la brillantez de aquel disco, pero dejadme deciros que tenéis demasiado dentro absurdos tropos del rock. Que no, que no necesitamos teatralizar el drama real.