Hi, personicas. Ya tuvimos la parte uno, vamos con lo que queda.
9. Adolescencia (Miniserie)
La prominencia del discurso en torno al plano secuencia ha permitido destacar a este potente trabajo de drama social con todas las preguntas correctas y una amarga realidad de ausencia de respuestas claras. También es un artefacto de doble filo, especialmente en los primeros episodios, de mayor carácter de thriller donde el movimiento continuo acaba forzando a la historia a seguir la forma impuesta por Philip Barantini, en lugar de que esta realce el buen trabajo de Jack Thorne y Stephen Graham en el guion.
Pero los dos episodios finales, con escala más reducida y más marcadamente dramática, consiguen un funcionamiento más orgánico que justifica porque es una de las series del momento. Concienzuda y cercana hasta el extremo, incluso aunque quiera apretarte las tuercas emocionales todo lo posible. Funciona en un nivel bastante especial que muy pocas series podrían atreverse a indagar, no hablemos ya una de Netflix. (Black Gallego)
8. La empresa de las sillas (S01)
La comedia extrema e incómoda de Tim Robinson había encontrado culto en forma de sketch libre e impredecible sostenido en cierto punto de partida plausible que acaba derivando al dadaísmo sensacional. Cómo podía trasladarlo al terreno de la ficción era una duda razonable, pero hace unos meses lo logró en forma de largometraje en Amigos y vuelve a encontrar cierta vía para lograrlo de la mano del director Andrew DeYoung.
Su serie para HBO vuelve a partir de una chorrada que le puede pasar a cualquiera (un accidente con la silla en medio de una presentación importante en el trabajo) que pasa hacia la pesadilla e, incluso, al thriller conspiranoico clásico. Tiene bastantes digresiones para cuestionar su longevidad como serie, pero al mismo tiempo te caza siempre con la habilidad para tirar de repente a personajes extraños en lo que iba a ser una escena corriente o una línea de diálogo absurda gritada (“I’M NOT YOUR MAMA BARBIE”). En algún momento se le caerá el castillo de naipes, pero nunca deja de ser fascinante ver los accidentes que Robinson provoca. (Black Gallego)
7. Andor (S02)
Con cierta ansiedad por aterrizar bien el caza estelar, pero también siempre fiel a la idea y la artesanía que la han hecho la única serie realmente diferencial del universo Star Wars (y también una de las mejores obras de su historia), Andor vuelve a meternos en la intensa y compleja existencia que conlleva el compromiso con la rebelión.
Thriller político de alto nivel, nutrido de referencias a revoluciones armadas reales, decidido a tener cosas que contar desde su propia esquina del universo y explorar personajes por los que siente pasión genuina. Su mera existencia ya es algo increíble, pero Tony Gilroy ofrece resultados que la hacen totalmente meritoria de halagos. (Black Gallego)
6. Pluribus (S01)
Nos estamos lanzando un poco a la piscina con casi media serie todavía por emitir, pero es loable que acabemos pensando tras cada episodio “MUY GUAY, pero al siguiente seguro que me va a cansar” y que nunca te canses. Vince Gilligan crea una increíble distopía de amabilidad donde la persona que tiene que salvar al mundo es la persona amargada definitiva. Una a la que estas forzado a seguir y, sorpresa, la acabas entendiendo.
Ninguna serie explora tanto los rincones del universo que crea sin que te esté vomitando lore, y ninguna te va a castigar tanto si decides coger el móvil por un segundo por su manera de apoyarse en pura narración visual. Totalmente a contracorriente de tendencias, con ideas que defiende de manera increíble. Si todo se va a pique en algún punto, el rato recorrido hasta el momento ha molado bastante. (Black Gallego)
5. Los ensayos (S02)
El cerebro galaxia más neurodivergente que existe ahora mismo regresa tras haber hecho un monumento con la primera temporada de Los ensayos, una abstracta comedia sobre el control y los oscuros impulsos detrás de ello. La segunda temporada consigue no quedar demasiado atrás de la genialidad incluso disparando por doquier más ideas disparatadas. El demiurgo considerado payaso intentando arreglar los accidentes aéreos, pero acabando por accidente en concursos de canciones, intentos de eugenesia, autorealizaciones sobre autismo, acusaciones de nazismo a plataformas de streaming y la interpretación como un peligroso demonio.
Es todo un desternillante compendio de absurdo con muchas ideas tan brillantes como potencialmente peligrosas. El accidente de avión que uno no puede dejar de ver, porque es increíble. (Black Gallego)
4. Verdades ocultas (S01)
Si Reservation Dogs fue la serie que lo puso en el mapa y nos deslumbró a todos1, Verdades ocultas puede ser la que consagre a Sterlin Harjo como una de las nuevas voces más interesantes de la tele actual. Planteada como un neonoir sureño rabiosamente contemporáneo y con mucha comedia negra, para haceros una idea del tono digamos que alterna con asombrosa facilidad a Raymond Chandler con los hermanos Coen (¡han cantado Justified!) y a la vez con algo absolutamente propio, y que lo hace además sin dejar de armar con todo este mejunje algo entretenidísimo y capaz de arrancar auténticas carcajadas en medio de una bien hilada trama criminal.
Ethan Hawke completa un año increíble en su carrera y está fantástico en su papel de perdedor narcisista negligente (y en su cabeza también buen padre y buen periodista) y llena de carisma una serie tan digna de elogio por el mundo que plantea como por lo bien que sabe llevar tanto su trama como sus personajes. Junto a él hacen cola para todos los premios a mejor secundario de la temporada Kyle MacLachlan, Jeanne Tripplehorn, Tim Blake Nelson y más de un cameo que mejor no desvelar, o sea que casi nada.
Sus ocho episodios se toman su tiempo para dejar respirar la narración, pero al mismo tiempo evitan caer en un solo tiempo muerto, hasta llegar a un desenlace francamente redondo y satisfactorio, de esos que te hacen desear tanto que haya como que no haya una segunda temporada algún día. Una de las series del año y uno de los mejores ratos de televisión que puedes pasar ahora mismo. Directísimo al excel. (Poliptoton)
En Disney+ el 26 de diciembre.
3. Poquita fe (S02)
Los trucos de Poquita fe que quedaron claros en su primera temporada regresan aquí poco alterados, no vaya a ser que se pierda la especial química que habían logrado general. Eso mataría por completo la frescura de una serie menor, pero Pepón Montero y Juan Maidagán se han aprovechado de la confianza renovada para ir pequeños pasitos hacia adelante (los planos y la voz en off del momento peluquín, unido al montaje, es para que Scorsese llore).
Pocas series además están dispuestas a hablar tan directamente de cómo la crisis de la vivienda actual está erosionando cualquier atisbo de tejido social y emocional entre las personas. Maravillosa y, por descontado, divertidísima. (Black Gallego)
2. The Pitt (S01)
Una serie muy del momento, aprovechando el tirón histórico de los dramas médicos y enfocándola con un toque ligero de thriller de cámara inquieta para hacerlo más urgente (je). Al mismo tiempo, muy a contracorriente de la ficción del streaming para hacerlo más como la de toda la vida, mostrándose como el verdadero spin-off de Urgencias que estaba destinado a ser (no es sólo por Noah Wyle de protagonista y R. Scott Gemmill de creador, es que el proyecto se inició como un revival de la mítica serie).
Quince episodios, una duración que no tiene realmente ninguna otra serie, estructurados todos en torno a una hora de un turno continuado de 15. Todo unido a un énfasis en el rigor que ha sido apreciado por muchos profesionales sanitarios, pero sin perder nunca de vista el hacer televisión trepidante, adictiva y humana de toda la vida.
Personajes variados, con personalidades reconocibles al instante y conflictos que llevan en microavances a lo largo de la temporada, algunos funcionando mejor que otros. Y, por supuesto, Wyle siendo un pilar de garantías, sintiéndose uno seguro con lo que va a ver sólo por cómo se coloca el estetoscopio alrededor del cuello cuando va a conversar o soltando términos médicos como si estuviera plenamente convencido de lo que son. (Black Gallego)
1. The Studio (S01)
Sí, la mejor serie de 2025 va casi exclusivamente de cine. Porque nada resume tan bien el 2025 que estamos viviendo, sobre todo en meses recientes muy locos que han acelerado lo que ya se veía como una espiral descendente, que un climático momento donde se corea en una convención “MOVIES, MOVIES, MOVIES” como si no estuviera ardiendo todo.
Seth Rogen y Evan Goldberg se han salido con la suya guisándoselo y comiéndoselo en una sátira muy a pijo sacao de Hollywood, pero que no se ha terminado quedando corta en apenas nada. Los planos secuencias para burlarse de los planos secuencia, los paniqueos por cualquier reacción o noticia inesperada en redes sociales, ponerse pedo en unos Globos de oro mientras se negocian nombres en los agradecimientos, las puñaladas a los héroes cinematográficos de la infancia porque hay que sacar la película de Kool Aid que realmente guste a los accionistas.
Todo es un deleite si sigues un poco cómo se cuecen las habas en la industria audiovisual (leñe, si escuchas The Town aquí te están haciendo guiños todo el rato). Si no, te va a reir igualmente esperando a ver con qué se va a tropezar Seth Rogen para caerse al suelo. Pero pocas cosas han arrancado más risas en un año donde realmente hay que reírse si no se quiere saltar por la ventana.
Ved Reservation Dogs, no seáis como la gente que no ve Reservation Dogs.











