Mozo dominguero #53: Nacho Vegas - Desaparezca aquí
Seré muy breve, Ignacio: te extraño y esto duele
Autor: Nacho Vegas
Título: Desaparezca aquí
Año: 2005
Género: Cantautor
País: España
Discográfica: Limbo Starr
Uno de los aspectos más traumáticos de envejecer es contemplar cómo las cosas que te rodean envejecen contigo. No hablo tanto de las personas, que también, sino de los elementos que han tenido cierto protagonismo a lo largo de tu vida y que por cuestiones técnicas o mecánicas tenían una fecha de caducidad en el horizonte. Un coche, un armario, un perro. Objetos vitales, de contacto diario, que de la noche a la mañana caducan.
Sus muertes, literales o figuradas, marcan el paso del tiempo de forma más precisa y premonitoria que un reloj. No hay nada más aterrador en la experiencia de un adulto que descubrirse ante un nuevo cambio de colchón. "¿Ya han pasado diez años?", me preguntaba atónito, tratando de descifrar el laberinto memorístico por el cual para encontrar a mi yo recién independizado había que remontarse una década. El paso del tiempo es apenas perceptible en la rutina, cae con todo su peso en los detalles diminutos.
Esto también aplica al campo de las ideas. Tanto en aquellas que flotan en el aire —hemos hablado en el pasado de la "cultura de la cancelación" y de cómo un sinfín de ideas envejecieron de repente, pasando a ser objetos cancelables— como en aquellas personificadas en un individuo. Sucede a menudo en el arte que el impacto de un artista es gigantesco entre sus contemporáneos y apenas se prolonga unos pocos años después su cénit. Hombres y mujeres que nacen y mueren con su generación, que caducan en cuanto otros les suceden.
Quienes llegamos a vivir parte de nuestra juventud antes de la Gran Ola Revisionista contemplamos en tiempo real cómo muchos músicos, cineastas o escritores perdían su relevancia. Y no me refiero únicamente a las figuras canceladas por sus actos de violencia sexual o por sus giros políticos. Me refiero a una forma de envejecimiento muy precisa y dolorosa consistente en perder vigencia. En convertirse en un lugar del pasado, en una imagen estática a la que acudir cuando se quiera comprender un ayer, no el presente.
El ejemplo más extremo de este proceso sería la Primera Guerra Mundial, una inmensa zanja cultural que en el plazo de cuatro años desfasó por completo todas las convenciones societales, estéticas y morales que Europa había ido construyendo paso a paso durante siglos. La cultura que emanó de 1918 rompería radicalmente con la que había llegado viva, resplandeciente, a 1914. El siglo XIX envejeció de repente, se hizo historia tras 20 millones de muertos.
De un modo similar aunque a una escala mucho más pequeña, la última década de pensamiento occidental se ha caracterizado por un proceso de ruptura —más que de reforma— con el ideario que como sociedad nos habíamos entregado durante los últimos cincuenta años de siglo XX. Esto, iniciado en el cambio de milenio —recordemos el "envejecimiento" repentino de los noventa—, fue centrifugado y radicalizado por la irrupción del feminismo y de otros movimientos ocupados en la "revisión" de consensos y privilegios.
Los años '10 han trazado una nítida línea sobre las ideas que todos consideramos presentables en público. Ha sido rápido, violento y ha generado una reacción furibunda y enajenada en la acera de enfrente —la obsesión de la extrema derecha con "lo woke"—. Y más allá de la cancelación y sus contornos, ha condenado al pasado a imágenes, ideas y músicas que tan solo diez años antes se encontraban en la cima de su prestigio cultural y social. Como Nacho Vegas.