Hi, personicas. Después las series, terminamos lo audiovisual repasando lo mejor del cine de este año. Tras un 2020 para olvidar, 2021 nos ha devuelto películas de más importancia y variedad. El cine más pequeño y de autor sigue ofreciendo alegrías diversas, y hemos podido contar con espectáculos más grandes que han estado a la altura. Incluso aunque sigue flotando cierta incógnita en torno al estado del cine futuro, con películas más intermedias en riesgo, este año ha valido la pena por títulos como estos.
25. Maligno
Es casi imposible clasificar una película en la que James Wan va tan a saco con todo y que le lleva a tocar, al mismo tiempo, el fondo del abismo y el cielo. Una pista musical ya te revela todo lo que necesitas saber de lo que va a pasar argumentalmente, y aún así te cuesta creerlo cuando lo estas viendo desplegarse en pantalla, muestra de que estamos ante un cineasta muy consciente de cómo se perciben sus películas -y se lo pasa bien con ello-. Wan vuelve a mostrar una puesta en escena lúcida, mientras abraza sus tendencias más mamarrachas y desenfadadas con guiños al cine giallo, el De Palma más desquiciado de En nombre de Caín o incluso el más perverso y entusiasta Sam Raimi de Darkman. El WTF total centrifugado con entusiasmo y velocidad desbordantes, creando una perfecta película de culto.
24. Quo Vadis, Aida
No podría ser menos estruendoso y épico este relato -de hecho, además de poco épico está lleno de cobardía-. Y, sin embargo, Jasmila Žbanić logra que este film sobre el genocidio bosnio hable con la fuerza de mil megáfonos. Cierto que ayuda la poca sutilidad con la que aborda el tema, pero resulta muy eficaz siendo directa y evitando ambigüedades. Es la clase de terror horripilante que asusta más por no estar viéndolo de manera gráfica, y la tensión tan bien manejada te tiene angustiado de la mejor manera posible.
23. Relic
Siguiendo a un año horripilante y terrorífico en la realidad, hay algo de catártico en una película de terror sobre el desasosiego de ver a tus padres/abuelos apagarse y perder sus facultades enfrente tuyo. Y sin recurrir a grandes estrépitos, ni visuales ni sonoros, lo cuál puede jugar en contra del que espere un film escalofriante pero no le quita menos mérito a lo que hace. La mayor parte del tiempo vemos a Natalie Erika James dejando macerar un demoledor drama que deja el nudo en la garganta y hiela mejor la sangre que cualquier spin-off de muñecas poseídas.
22. Otra ronda
¿Que separa el alcoholismo socialmente aceptado del alcoholismo funcional o directamente de la autodestrucción? Thomas Vinterberg no tiene conclusiones fáciles, porque quizá no las haya, pero ante todo sabe identificar que detrás del experimento de cuatro varones de mediana edad por mantenerse siempre alcoholizados se esconde realmente un deseo por volver a sentirse jóvenes, de no desentonar en las parrandas de sus alumnos aunque sus tiempos de gloria hayan pasado. También equilibra juzgar cierta hipocresía social ante el alcohol con apreciar sin juzgar que este termina presente tanto en nuestros puntos más altos como en los bajos. Y también rueda muy bien a Madds Mikkelsen bailando.
21. Swallow
Todas las herramientas del buen cine indie-marca-Sundance están bien desplegadas en este film de Carlo Mirabella-Davis sobre una mujer en un aparentemente idílico escenario y situación vital que comienza a tragar cosas -incluyendo cosas peligrosas como chinchetas o pilas-, que es una metáfora evidente pero bien trazada. Tiene un mensaje claro y estilo, pero no se cree guay por ello. Le importa el personaje y te lo cuenta bien en hora y media. Y también sabe ser incómoda en un grado donde no puedes evitar retorcerte pero tampoco puedes dejar de mirar. Tiene un equilibrio muy conseguido y consigue aterrizar al final, y es más complicado de lo que parece.
20. Luca
Habría sido muy fácil hacerla de menos por su carácter más de festivo film veraniego y su carácter menos ambicioso en lo temático. No, no hay preguntas sobre el significado de la vida, como mucho sobre cómo tener una “amistad” (guiño, guiño) sana, y no pide disculpas por ello. Igual así paramos las columnas sobre el agotamiento creativo de Pixar y que siempre estén cayendo en las mismas cantinelas ambiciosas.
Aquí es donde más se acercan a Studio Ghibli, desde el diseño de los personajes a también la energía chaotic good que transmiten, y juega muy bien con la ligereza para construir una relación emotiva y genuina entre sus personajes. Al final, es una película bonita sobre estar con amigos en verano yendo en bici y comiendo pasta, y es difícil ponerle pegas a eso.
19. La noche de los reyes
Un hombre es enviado a una prisión costamarfileña donde son los presos los que manejan el cotarro -o desatan el caos controlado, según lo mires-, y por si no tuviera poco con no ajustarse al “ideal” de la masculinidad, el primer día es designado para contar una historia al resto de prisioneros si quiere conservar la vida. Con un poco de espíritu de Las mil y una noches (aunque con una única historia) y tensión punzante propio del cine de supervivencia, Philippe Lacôte crea un punzante relato con su poco de crítica social y colonial disfrazada de cuento de hadas, además de reflejar el poder de la tradición oral y del arte de contar historias. Todo muy bien contado, cautivándote de la misma manera que lo hace el protagonista con su público.
18. El escuadrón suicida
La muestra de que James Gunn es ese amigo nerd majísimo que te vende con todo su entusiasmo por qué te tiene que importar ese villano de cuarta división, y a ti no te dan ganas de mandarlo a paseo, sino que te contagia su rollo. Aquí se desata por completo, es un salvaje film bélico absolutamente inventivo para ser gore, y que sabe ser cabronías sin tener que ser insoportable. Un torbellino con un timing cómico perfecto y continuo, con personajes de los que te encariñas incluso aunque las posibilidades de supervivencia son remotas, con pasión y ganas de subversión de todas las convenciones comiqueras y una acción afilada que llega en todo su apogeo al final en lugar de desfondarse como casi todas. Y también hay palo a la política exterior americana. A Gunn no le falta nada aquí, haciendo la película total que sería imposible hacer en Marvel.
17. First Cow
La última película de Kelly Reichardt coge, en cierta manera similar a lo que hizo en la imprescindible Meek's Cutoff, los códigos del western para darles la vuelta hacia una película poco épica y volatil, pero muy profunda. Curtida como una de las mejores cineastas independientes, nos muestra con mucha astucia cómo dar la vuelta a los conceptos fronterizos y salvajes de la América de la época, retratando el fervor capitalista antes incluso de la fiebre del oro. También replantea las dinámicas y relaciones masculinas de la época, además también con su entorno, es una película fascinante donde una vaca es un forastero y el sueño americano es el sheriff podrido. Como para no estar a favor.
16. El último duelo
No partía nada especialmente a favor para esta producción. Ben Affleck y Matt Damon juntándose de nuevo para escribir un relato de época sobre diferentes perspectivas y la desprotección de las mujeres en el medievo, metiendo además en el sarao a Ridley Scott que bien te da una de cal y otra de arena, es un jardín de cuidado. Menos mal que Nicole Holofcener entró en la mezcla para dar más equilibrio.
Pero no sólo está debidamente equilibrada, sino que se logra una fabulosa película que juega a la perfección con los matices a la hora de mostrar como cambia la historia y los actores involucrados, que es capaz de hacer cosas sutiles y también descaradamente evidentes -y hay una escena con un caballo que es ambas cosas a la vez-. Scott aprovecha también su regreso a la épica clásica para meter sus habituales dardos contra las estructuras montadas por las clases más adineradas, y también para hacer algunas de sus exhibiciones más violentas y brutales que se recuerdan en tiempo. Es una película como muy pocas ahora mismo (y cada vez habrá menos de estas) pero es formidable que un autor se muestre tan formidable contando una historia tan compleja y nada complaciente. Una proeza.
15. Matrix Resurrections
De vez en cuando se reflota la conversación sobre la "necesidad" del cine, tanto para hablar de cierta "importancia" moral que tiene una película como para determinar si realmente aporta algo -normalmente a una saga-. Lo raro es que una película haga un esfuerzo tan activo por mostrar que no debería existir como Matrix Resurrections, pero Lana Wachowski ha decidido cometer el mayor acto de autosabotaje que ha tenido una película de Hollywood, sólo para evitar que fuerzas externas vengan a corromper aquello que ella y su hermana Lilly construyeron tan magistralmente hace 20 años.
Pero no vais a encontrar un autosabotaje más hermoso y fascinante que este. Su maravilloso ejercicio meta lanza dardos en todas direcciones, desde la corporación madre que quiere explotar sus creaciones o aquellos que han hecho una apropiación indebida de su mensaje hasta a ella misma por construir una mitología en términos demasiado binarios. Pero además de dejar títere sin cabeza en lo que respecta al cine comercial actual, aprovecha la situación para seguir expandiendo sus ideas en torno a los mecanismos de control y nuestra relación con la tecnología. Aunque lo mejor es cómo les da una oportunidad de resurrección a sus dos personajes más queridos y les hace la mejor carta de amor posible dentro de algo que quizá no debería existir, pero es genial que sí lo haga.
La puedes ver en cines ahora mismo.
14. Possessor Uncut
El mejor escenario posible para Brandon Cronenberg es poder hacer un body horror que no traiga reminiscencias directas a su padre, David Cronenberg, ni en estilo ni en desarrollo. Si acaso, su manera de abordarlo recuerda mucho a cine de posesiones como el de Andrezej Żuławski, pero sin renunciar a una capa tecno-thriller y también cyberpunk -aunque todo lo plantee desde tecnología retro-. En ese sentido, logra esquivar la primera bala.
Pero hay más tela que cortar en Possessor, una película muy estimulante en lo visual y visceral en la ejecución de sus ideas. También muy ambiciosa queriendo tocar cuestiones, desde la identidad perdida o la mente fracturada, a la capacidad deshumanizadora y caníbal del capitalismo tardío. Es difícil decir que aterrice con todo, pero en el camino deja una película arrolladora, perturbadora y desatada de forma tan deliciosa como asquerosa.
13. El disidente
Hacer un thriller trepidante en un documental sobre el asesinato encubierto de un periodista crítico con el régimen de Arabia Saudí puede pecar fácilmente de fríbolo. Pero no, sabe ser entretenido a la par que riguroso. Bryan Fogel va exponiendo de manera estimulante y modélica los culpables y la resolución -aunque ya la sabíamos-, al mismo tiempo que termina negando su propio título (“No era un disidente, era un reformista”). Está tan bien realizado que te lleva a donde hay que llegar, que es lamentar la desgracia histórica que es la existencia continuada del estado saudí durante un siglo con el beneplácito de la comunidad internacional.
12. Benedetta
La provocación es algo inherente en el cine de Paul Verhoeven, ya no pilla de sorpresa. Y no suele ser por simplemente darse el gusto, sino que sabe ganarse sus provocaciones haciendo que signifiquen algo. Una película de "monjas medievales lesbianas" suena hasta rutinario para él, algo que hace hasta medio dormido, y nosotros vemos sabiendo que no se queda sólo en eso.
Y no lo hace. Unido a escenas que claramente saben la blasfemia que están cometiendo (probablemente ya habréis oído lo que sucede con cierta figurita de la Virgen) va lanzando dardos a las instituciones eclesiásticas y sus deplorables tejemanejes de poder y dinero, cargados de absoluta hipocresía. Pero lo más importante es cómo Verhoeven va estructurando el viaje de Benedetta como el de una historia de amor... con Dios. Su historia hace una interesante exploración de la relación con una figura divina, dejando espacio para ambigüedades morales y cuestiones inadmisibles para el canon católico, y que deja intriga sobre cómo sería si finalmente el holandés hiciese su deseada película sobre Jesucristo.
11. Dune
Meterse en el jardín de la obra de Frank Herbert ya era un reto descomunal capaz de quemar por completo una carrera -que os cuente David Lynch al respecto-. Y más si tomas la arriesgada decisión de partir la historia del libro en dos partes sin tener realmente garantizada la posibilidad de continuación, que mete a esta primera película en la tesitura de parecer el prólogo de algo mucho más inmenso. Pero las grandes oportunidades hay que cobrárselas cuando se tienen a mano, y el canadiense Denis Villeneuve lo ha hecho a lo grande.
Por fortuna, cada céntimo del cheque en blanco se percibe en pantalla de la mejor manera posible. Técnicamente impecable y apabullante, con uno de los diseños visuales más increíbles del cine reciente que es, a la vez, icónico de manera instantánea y plasma como el género de los últimos 50 años ha bebido de la novela original. La parte dramática es exquisita, desde lo íntimo a las intrigas palaciegas/imperiales e incluyendo las potentes connotaciones sociopolíticas de la obra, y logra hacer un viaje del héroe consistente aunque buena parte del tomate esté por llegar. Y aunque tenga que guardarse cartas, sale airoso con desviaciones incluso al puro género de supervivencia. Suma otros aspectos técnicos brillantes, incluyendo la acción, y tienes una película única que va a llenar cualquier pantalla en la que la veas.
10. The Assistant
Una de las cosas más interesantes que hace Kitty Green es jugar con la idea de que ya sabes que has venido a ver "la película sobre el MeToo y Harvey Weinstein". Por tanto, no pierde el tiempo intentando explicarte cómo se ha llegado a esta situación terrorífica, sino a plasmarte lo realmente angustioso que es estar viviéndolo día a día, cómo hasta pasar la mañana haciendo fotocopias puede ser lo más angustioso de la mañana del martes. No necesita caer en obviedades y deja que cada momento respire y sea bien aprovechado. Todo en 88 minutos.
9. Los Mitchell contra las máquinas
Quizá algún día el rollo ultra-meta, buen rollo hardcore y de chistes ametrallados de la factoría Phil Lord y Christopher Miller termine agotándonos. Pero no ahora. Su última producción recoge lo mejor de sus ingeniosas maravillas animadas con LEGO y Spider-Man, con una escritura de chistes superfresca, un corazoncito que late en cada poro de la película y una animación maravillosa que huye de tendencias establecidas y combina estilos con tanto descaro como brillantez. Y huye por completo del rollo rancio que cabría esperar de una premisa sobre tecnologías ubicuas y padres que buscan una conexión "real", consiguiendo además una fabulosa integración del lenguaje millenial en el código narrativo cinematográfico.
8. Queridos camaradas
La carrera de Andrei Konchalovsky es un cacao de no creer, que le ha llevado de escribir guiones para Tarkovsky a hacer cine de acción de Hollywood como Tango y Cash. Pero quizá esos bandazos es lo que le permite hacer un cine tan épico disfrazado de austeridad como el que logra en Queridos camaradas. Aunque puede entrar en terreno resbaladizo colocándose en un terreno entre el pro-estalinismo y la crítica de los crímenes del régimen comunista, Konchalovsky ofrece una película magníficamente pensada, tanto en imagen como en tono, que va saliendo desde la emoción pura -y no maniquea- de la historia central (una mujer buscando a su hija tras una matanza) para moverse hacia la sátira, luego a la desesperación y también a la tragedia. Es una película inmensa construida desde las cosas más pequeñas.
7. Summer of Soul
La revolución no será televisada, y el mismo verano que Woodstock cambió todo para siempre en la música, otro evento de gran magnitud estaba poniendo todo patas arriba. El Harlem Cultural Festival se celebró para amplificar todo el poder de la música negra, con grandes como Stevie Wonder, Nina Simone o Sly and the Family Stone a la cabeza, y llamar a una necesaria revolución.
Un documento que podría haber quedado en la oscuridad, pero que es compartido al público y mostrado en todo en su esplendor de mano de Questlove. Como buen entendido de la música, es capaz de equilibrar el tener que dar contexto al poco entendido como dejar espacio para mostrar este formidable concierto en todo su poderío. La forma en la que está editado lo hace uno de los documentales musicales más vibrantes, y si tienes un mínimo interés en el tema a tratar, vas a pasar un rato formidable.
6. Nomadland
Es tentador pedirle a Chloé Zhao que haga aquí una película diferente a la que termina haciendo. Una más tradicional donde vemos como a Frances McDormand le queman su furgoneta unos hijosdeputa o una donde exponga a Amazon por cómo trata a sus trabajadores. Pero no, este western introspectivo quiere ser un reflejo del trauma que arrastra su protagonista. Una película de alguien que viaja sin establecerse en un sitio, pero no lo hace necesariamente por “elección”. Un montaje prodigioso, una habilidad fascinante para moverse entre la ficción y el documental y una protagonista que sabe cargar la película sin buscar lucimiento alguno. Esa combinación nos da una película que a ratos pasa ante ti, a veces te arropa y a veces descubre junto a ti. Como un Malick al que pillas justo en la semana en que sí se ha tomado la medicación. Una maravilla.
5. El poder del perro
Jane Campion ha regresado a la palestra de manera triunfal con un western seco y atípico. Aun así, violento, aunque no necesite que se dispare ni una sola vez o incluso se suelte un puñetazo. La película mantiene constante su interés en explorar personajes complicados sometidos por roles patriarcales establecidos, al mismo tiempo que juega en terreno peligroso poniendo en el centra a un personaje desagradable y terrible consumido por la toxicidad, que es manejado enormemente por un Benedict Cumberbatch que deja fuera algunas de sus peores tendencias. La neozelandesa deja un formidable ejercicio de tensión, de dinámicas crueles y de actos con varias capas que desentrañar. Es tan buena como has podido oír o leer.
4. Annette
No esperes una travesía muy cómoda y acogedora con Annette, por mucho que el (innegablemente) arrollador número musical inicial de 'So May We Start' invite a pensar lo contrario. No es raro que haya que dar un salto de fe para poder comprar un musical, pero aquí se vuelve todo un salto olímpico al juntar las canciones tan singulares de los Sparks -y, a ratos, de los Sparks más chungos- y la dirección tan a volantazos violentos de Leos Carax. Pero si entras en su juego -y en lo truculenta que es su historia-, vas a salir prácticamente volando de la experiencia.
Ya lo avisa al inicio: vas a reír, llorar, quedarte angustiado, tirarte pedos y a veces más de una cosa a la vez -y sin estar muy seguro de si es lo que corresponde en ese momento-. La de Annette es una de las experiencias más libres e implacables que vas a poder experimentar, que te va a meter en los jardines más oscuros sin tener muy claro como vais a salir y que deja algunos de los números musicales más vibrantes de los últimos años, además de un Adam Driver absolutamente desatado e imperial.
3. The Empty Man
¿Es un poco flipada meter tan arriba una película de terror tan surrealista, dilatada y hasta demasiado confiada en que su propuesta adulta y bajonera vaya a ser lo bastante entretenida? ¿Estamos intentando compensar la injusticia de Disney con un estreno en lo más caliente de la pandemia para que nadie la viera, mostrando su inutilidad para propuestas que se salgan de la propiedad intelectual comodona? Es posible que ambas preguntas se respondan con un sí, pero también es cierto que The Empty Man tienen las cosas buenas adecuadas para fliparte con ella.
David Prior deja una exquisitez que junta el thriller de investigación puro -con un aura a lo Mindhunter que muestra los años que este cineasta lleva haciendo documentales sobre Fincher- con el terror de sectas y también con algo de terror folk. Su prólogo son los mejores 20 minutos del cine de género este año, y su puesta en escena y uso del montaje son un primor por su atención al detalle, dejando imágenes impagables como cada vez que alguien sopla una botella. La peli de culto que menos esperábamos pero más nos ha dado, incluso aunque podamos ponerle alguna pega.
2. Palm Springs
Vivir 2020 ha sido como estar realmente atrapado en un bucle temporal -a ratos casi una comedia de bucles temporales, especialmente si ese día mirabas Twitter-, donde cada repetición te hacía cada vez más cínico e insensible ante la posibilidad de conexión emocional y la posibilidad de creer en un futuro -el que sea-. Sin quererlo (se rodó en 2019 y se empezó a presentar en festivales en enero de 2020), Palm Springs ha sido la mejor comedia que ha tocado el hastío que supone estar viviendo el mismo día, y también es la que hace más por combatirlo. Con un guion que claramente ha tomado nota de verse todas las películas con gente atrapada en el tiempo, un par de actores protagonistas con una química primorosa, y un perfecto equilibro entre ideas reflexivas y encanto, aquí hemos tenido el lugar feliz perfecto. Con pandemia o sin ella, es la comedia romántica perfecta para bañarte el corazón.
1. Titane
Pocas películas te van a llevar a plantearte tanto lo que estás viendo. Incluso cualquier referencia puede resulta engañosa o, si las contamos todas, confuso para el que lee sin conocimiento de lo que le espera. Impresionante que haya podido conseguir consenso para una Palma de oro en Cannes, porque Julia Ducournau plantea una obra extrema, no sólo por algunas imágenes realmente desagradables y descarnadas, sino por los diversos volantazos que van de Cronenberg a Tsukamoto y Claire Denis sin pestañear demasiado.
También extrema por lo que toca. Conecta fácilmente con Annette -ambas obras muy contenciosas con el espectador- en tener como sujetos de estudio a monstruos, pero mientras Carax juega con el morbo y la ambigüedad moral a Ducournau la vemos optar por la compasión. Si algo va a distinguir a Titane y la van a mantener en el tiempo no será sólo una visceral propuesta (que la tiene) o el rupturismo de la misma. Su originalidad reside precisamente en su enfoque, en cómo lo lleva a cabo sin temer a derrapar -y en muchos ratos parece que va a hacerlo- y a quien se deje (o se lleve por delante) en el trayecto.
No es una película que uno espere que forme consensos. De hecho, es muy probable que muchos salgáis expulsados de lo que propone, ya sea por visceral, por violenta, o porque te lleva a territorios que te llevan a dudar si quien está detrás sabe lo que está haciendo. Pero eh, Ducournau sabe muy bien lo que está haciendo. Es la continuación de la maestra prematura -en cine de género, en cine de verdad, en lo que sea- que ya vivos en obras recomendables como el corto Junior o en Crudo. La podemos poner ya como consagrada, porque es difícil hacer una película más llena de energía y vida, con más estilo, con más garra y más única que esta.
Larga vida al nuevo titanio.
Vi la de Empty Man a resultas de este ranking. Esperaba encontrar un buen thriller, con toques de película de miedo y suspense, digna de un tercer puesto en "las mejores películas de 2021". Pero no. Es mala con avaricia. Malísima. Horrible. No vale ni como película de miedo, ni de misterio ni de nada. Me temo que aquí habéis patinado, hipersónicos.
Una de las grandes películas tapadas del año es El contador de cartas de Schrader, una pena que la fecha del estreno la condene al ostracismo.