Mozo dominguero #44: Unwound - Leaves Turn Inside You
La historia de la música se compone de cajas, archivos que se anidan los unos sobre uniendo pasado y presente, a Squid con Unwound
Autor: Unwound
Título: Leaves Turn Inside You
Año: 2001
Género: Post-todo
País: Estados Unidos
Discográfica: Kill Rock Stars
Llevo cinco días obsesionado con 'Crispy Skin', la nueva canción de Squid. Me encuentro atrapado en su histrionismo, en su piano, en las paredes opresivas que construyen en torno a la lectura, en las múltiples esquinas de sus versos que parecen brotar de sus otras canciones. "The blood drips drips faster than you can think", canta Ollie Judge ya en el cierre, y yo tengo la sensación de haber escuchado esas mismas palabras, esa misma melodía, esos mismos vientos, en algún otro lugar.
Squid me han vuelto a romper. Me doblan y me parten emocionalmente. Es un ejercicio sádico por mi parte: me mata y me hace más fuerte. Me abrasa la piel y corre raudo a curarme las heridas.
No puedo escapar ("the blood drips drips faster than you can think") así que recurro al árbol genealógico que desde hace muchos años se ha instalado en mi memoria. Siempre he creído que quienes pensamos en la música, al contrario que los cinéfilos, lo hacemos por asociación: los críticos no solemos tener conocimientos técnicos, por lo que nuestra afinidad es sentimental. Narramos los discos a través de quienes les precedieron, en un ejercicio de documentación cronológica donde a cada presente le corresponde un pasado, unidos por una línea.
En mi cabeza, esta cronología histórica cobra la forma de cajas. Archivos que se anidan los unos por debajo de los otros, recorriendo más de medio siglo de música "pop" hasta llegar al origen, a las fuentes primigenias de todo. El resultado son grandes árboles genealógicos que atan cabos. Squid, en ese sentido, siempre ha sido un grupo complicado: gran parte de su encanto reside en su capacidad para el engaño y la metamorfosis. Sabemos que suenan a muchas cosas, pero no suenan a nada específico que hayamos oído antes.
Devorado por la ansiedad, busqué respuestas en su perfil de Spotify. Allí me topé con una lista titulada "O Monolith (Influences)", la clase de metadona que un adicto como yo —a la cronología, a los géneros, a los padres y a los hijos, a encontrarle un sentido determinístico a las cosas— ansiaba. Por allí paseaban el tipo de grupos que uno podría atribuir a Squid: Tortoise, Bark Psychosis, Kate Bush, The KLF, Portishead, Fishmans. Ni O Monolith ni 'Crispy Skin' suenan a ninguno de ellos de forma concreta, y sin embargo suenan a todos ellos.
Si la historia de la música se compone de cajas, Squid, Bark Psychosis y Tortoise se aglutinan en una llamada "post-rock". Hemos hablado largo y tendido sobre la etiqueta y el género, sobre lo que significó en su origen y sobre lo que ha terminado significando. En su esencia, todos ellos, también Kate Bush, también Portishead, ¡también Fishmans!, ansiaban expandir los límites de un lenguaje. Explorar terrenos desconocidos y descubrir qué se encontrarían en ellos. Navegar aguas inciertas, pescar ballenas blancas.
Hay toda una genealogía de grupos que han intentado conquistar los márgenes partiendo desde el centro. Que, desafiando a toda lógica, han hecho el recorrido inverso que cualquier persona razonable haría: de lo general a lo particular, de lo fácil a lo difícil, del conocimiento universal a los límites de la epistemología. De un cómodo sillón junto a una hoguera a un exterior nocturno, entre la nieve, en un bosque oscuro plagado de terrores.
Grupos como Squid. Grupos como Unwound.