Los mejores discos internacionales de 2024 (4/5)
Los discos del año, ordenados en cómodo ranking por si no has sabido qué escuchar
Hi, personicas:
No hay cuatro sin tres.
20. samlrc - A Lonely Sinner
Género: más alto, que nos oiga miguel ángel
Han pasado ya treinta años desde que el post-rock se condujera a su formulación canónica: largos desarrollos instrumentales, agudos contrastes de intensidades, guitarras saturadas, paisajes post-apocalípticos y reflexivos, etcétera, etcétera. El post-rock es mucho más que esto, ya lo sabemos, pero también es esto, para bien o para mal. Sucede que desde aproximadamente dos décadas muy pocos grupos nuevos han sabido arrimarse a esta variante del género sin salir escaldados.
samlrc, el proyecto personal de Samantha Rodrigues da Cruz, no es uno de ellos. En su cuarto LP, A Lonely Sinner, se presenta al mundo con el balar de una oveja y se despide con una epopeya de drones y teclados lindante con el ruido blanco. Entre medias, paisajes de guitarra arribísima de la estridencia, valles de silencio y quietud, vocecillas emo, bedroom pop y un montón de ideas desaparramadas a lo largo de canciones de siete, once y doce minutos.
Conceptos sugerentes, a medio cocer, mejores y peores. Y mucho riesgo, cosa que no todos los grupos arrinconados en el post-rock suelen trabajar. Nosotros desde aquí solo le pedimos que siga experimentando desde su habitación para cuajar discos tan expresivos como este, con sus vicios y sus virtudes. (mohorte, fue disco que SÍ en la tier del 23 de abril)
19. Armand Hammer - BLK LBL
género: woods y su martillo
billy woods resulta incontenible como fuerza creativa, pero resulta increíble 1) que haya construido en torno a ello un culto que no parece cansarse de él y 2) que hasta su proyecto con E L U C I D se contagie y esté en un punto de álbum anual. BLK LBL, el último trabajo de ambos como Armand Hammer, nació con intención de ser el nicho del nicho, un disco pensado para ser lanzado exclusivamente en físico con caras B de su disco anterior, We Buy Diabetic Test Strips.
Por la gracia de Internet, BLK LBL termina encontrando su lugar en nuestros reproductores, aunque la edición física sea inalcanzable. Y menos mal que así es, porque esto está lejos de ser una nota al pie en la carrera del grupo, bombardeando con canciones de hip hop experimental e industrial de alto calibre a niveles de producción y rap. woods y E L U C I D en perfecta sintonía, reparando lo que algunos sentíamos como una maquinaria algo engrasada por densidad. Veréis a la fanbase muy flipada de más con este disco, pero no cambia que sea un buen martillazo. (Black Gallego, fue directo al excel en la tier del 4 de marzo)
18. Nap Eyes - The Neon Gate
Género: era esto, Jeff Tweedy, era así
Nigel Chapman nunca ha optado por el camino más recto hacia su música. Sus canciones siempre han optado por miradas torcidas y puntos de vista extraños. Fue así en sus inicios, en su particular aproximación hacia el jangle y el noise y el dream, y ha sido así en sus últimos discos, a cada cual más esquivo, más lento, más arrimado a composiciones contraintuitivas. Así las cosas, a nadie debería sorprenderle que su entrada en la madurez demográfica y compositiva le haya llevado a un disco como The Neon Gate. Si Nap Eyes ya era un grupo de medios tiempos, algunos silencios y muchas ideas en tercer plano... The Neon Gate los lleva al paroxismo. Nunca fueron un grupo de singles, pero aquí lanzan su primer salvavidas en 'Tangent Dissolve', la quinta pista del disco.
¿Qué esconde The Neon Gate para resultar tan enigmático si todo lo que hace es esconder sus virtudes? Precisamente eso. Como un Tom Verlaine crepuscular, 'Tangent Dissolve' ofrece el fruto de sus hallazgos a ráfagas, en histriónicos estallidos de guitarra que no superan los diez segundos de duración. Nap Eyes se entregan en The Neon Gate a los ideólogos más brillantes de la madurez: la construcción a capas de 'Dark Mystery Enigma Bird' los conduce directamente a Destroyer, mientras que 'Demons' recoge las ideas que Wilco dejaron flotando en A Ghost Is Born. The Neon Gate es en muchos sentidos el disco que Jeff Tweedy debió hacer en algún momento y no quiso o no supo retomar.
Nap Eyes, por fortuna, no caen en la tentación de creerse más sofisticados de lo que son. 'Ice Grass Underpass' y Passageway' nos recuerda que su campo de batalla es y siempre será el indie rock. La parsimonia, que no la vagancia. El medio tiempo, que no la lentitud. Y sirva como colofón ese sentido homenaje a Neil Young en 'Isolation': Nap Eyes son un dado de doce caras. Y lo mires por donde lo mires, brilla hasta cegar. (Mohorte, directo al excel en la tier list del 22 de octubre)
17. Pentagrams Of Discordia - Teleportation to Gliese12b
Género: Las Cabras of Canada
Mientras que el techno ha entrado en un nuevo capítulo de amplia masividad, o la electrónica en general más bien, algunos productores prefieren recorrer el camino contrario: autoproducción, escasas redes, el anonimato más absoluto y eso sí, propuestas musicales de otro cariz. Gestos que por otra parte permiten centrarse más en lo principal y mucho menos en todas esos elementos secundarios. Aquí es donde entra Pentagrams of Discordia, un (¿una, unos? ¿productor? ¿entidad? ¿el fauno de la portada?) elusivo artista que empezó a sacar material el año pasado, y que este 2024 ha vuelto a publicar un EP, aparte de este segundo álbum, Teleportation To Gliese 12 B. Dejando de lado el aspecto del bandcamp, que uno se puede tomar como un puro trolleo, hay mucho que cortar aquí.
Esta teleportación consta de tres temas de entre 23 y 25 minutos. Un viaje astral patrocinado por un downtempo que vertebra las piezas, pero que en realidad es una simbiosis con la IDM, paisajes ambientales y algún ritmo trip hopero. Interpretados prácticamente como una suite. Largas píldoras donde todo se barrunta, pero cuyo resultado es el mismo, ese viaje sugestivo, magnético, barbitúrico, con algunos vocales etéreos, como provenientes de una realidad lejana, en ‘Stratospheric Binoculars’. Y sí, la referencia o influencia es evidente: Boards of Canada. La cabra tira al monte —nunca mejor dicho—. Pero esa cabra no solo se va al monte en esa primera mitad que se va a la IDM, el ambient y un ostentoso downtempo, Hacia el final de esa primera suite entra lo más agresivo: entre un electro y techno a lo Naix (Galaxian), acidorro, casi drill’n’bass y un vocal femenino atropellado en medio. Un intento por embutir la electrónica de los últimos 25-30 años en una sola pieza.
Cabe preguntarse lícitamente si por momentos es casi una efectivo intento de emular lo obvio, porque hay otras formas que por la producción también asoman: esos cambios repentinos dentro de la suite, y secciones vocales como la primera de ‘Looking For A Quasi Stellar Radio Signal’ es muy Burialesco. Pero esos tamices oníricos, el factor de imprevisibilidad y la interpretación de ese downtempo-ambient-IDM está tan bien hecha, y es tan efectiva, que alejan el amago de tomarlo como un timo. Los caminos modulares le dan un color diferente en esa segunda suite, quedando la tercera más en ese plano barbitúrico, la que menos pretende epatar y donde se echa en falta más ruptura (que tiene su pequeño capítulo al final). Con todo, una hora de recorrido cósmico, de noche larga, con momentos exultantes en las dos primeras piezas. Una pequeña y larga maravilla que es, al menos, uno de los descubrimientos de este año. Dejando muy en lo secundario quién está detrás. Solo importa el viaje. (Ferraia, directo al excel en la última tier del año)
16. Midnight Sons - Money Has No Owners
Género: Sons, no suns
Money Has No Owners, my budget fat as Joey Bag-O-Donuts.
You have no fans just Rap donors.
En un año con buenísimos discos de hip-hop, Midnight Sons lanzan un cohete directo al excelazo y también a competir por que lo recordemos como el mejor de 2024. Lo tienes claro cuando lo escuchas por primera y cada vez que te lo pones, vuelve a dejártelo clarinete. La producción de Chong Wizard y la lírica empática de Zilla Rocca han dado vida a un primer disco largo juntos de estética y nombre marvelita (no confundir Sons con Suns) y cancionacas por doquier. No le temen a nada; desde luego, no a la longitud porque saben que pueden irse por encima de los 5 minutos sin problemas cuando tienen en sus manos bombazos imaginativos y adictivos.
Pasa un huevo de gente por sus cortes, y muchos de los nombres son delicatessen, así que cumplo con el namedropping: Blu, AJ Suede, Defcee, Adi Meyerson, MidaZ the BEAST, Curly Castro, Alaska, PremRock, Rich Jones, Andrew, Jesse the Tree, Evan Jacobson... Y lanzan barras sobre tener que bregar todo el rato con el deseo de que pase algo y la sensación de que la piedra volverá a caerse justo cuando estemos casi arriba.
Lo importante aquí es lo de canciones como la emotiva 'Men Never Take Advice', la vacilona desde el soul 'I Never Stay In Touch' o la impactante 'Tough Guys Fill A Cemetery'. Discazo. (probertoj, en el Rimas a Paladas #13)
15. Maruja - Connla’s Well
Género: El mejor grupo que aún no tiene disco
(probertoj, en la tier list del 7 de mayo)
14. Kim Gordon - The Collective
Género: 2024, la nueva no wave es el hip hop, industrial, el noise, el trap...
Dice Kim Gordon que con este segundo disco en solitario, The Collective (Matador Records, 2024), quería expresar la locura que siente a su alrededor ahora: bulos por doquier donde cada uno tiene su sesgo y su verdad, todo es monetizable y orientado al hiperconsumo… Todo es líquido y fácil. A punto de cumplir 71 años, antes que tomar una posición conservadora, culturalmente hablando —y que por supuesto va vinculado con las suyas personales, por aquello de lo personal es político—, replegándose frente a su contexto, pero también el de medio mundo y EEUU en particular, su respuesta ha sido la misma que la que inició hace 40 años con Sonic Youth. Transgredir. “Esto me dio ganas de alterar, de seguir algo desconocido, tal vez incluso de fracasar”. Una respuesta valiente, rompedora, a la altura de alguien que siempre ha tomado partido, referencial como pocas, y que ahora no lo es menos. Acompañada hasta de autotune, porque a estas alturas ya no hay que demostrar ni quedar bien con nadie.
No nos vamos a autoengañar, tampoco se esperaba lo contrario de Gordon. Ni política ni musicalmente hablando. Ya su debut, No Home Record (Matador, 2019), quizá incluso más conceptual, exploraba las vías que aquí se abren en canal. Eso sí, con Justin Raisen como productor (Lil Yachty, John Cale, Yeah Yeah Yeahs, Charli XCX, Yves Tumor…) y el momento actual, se han dado todos los condicionantes posibles para que facture este discarral. Una obra absolutamente contemporánea, tan completa como sorprendente, y por ello hay que reivindicarla —70 años—. Y cómo no, plagada de detalles más o menos explícitos, desde que se publique un 8M a que su título apele a lo colectivo frente a esta zozobra generalizada. Gordon analizando el signo de los tiempos y los esputa con tanto ruido como si echase de menos la etapa nowavera.
Un disco que empieza con Gordon disfrazada de MC con ‘Bye Bye’, con todo el flow por delante, con una base que podría haber firmado esa gente que sale en el #RitmosAPaladas, acordándose una vez de su hermano Keller —quien ya protagonizó alguna de las mejores canciones de Sonic Yourh—, y que en su segunda mitad ya saca a pasear el tonelaje ruidista que protagonizará el disco el resto del tiempo. Para caerse de la silla. Una impronta que tampoco suelta y que sigue en ‘The Candy House’, apropiándose del trap con una baja fidelidad marca de las mejores grabaciones en cajas de zapatos. El trabajo avanza compacto sin que te des cuenta, imbuido en este ruidismo, pero también porque va exactamente por cualquier sitio menos por el que esperabas que fuera. Y sentir eso en 2024 de quien lo ha hecho todo es motivo de admiración.
Una producción tan atrevida como el diseño de las canciones. Si Kim Gordon tenía miedo a fracasar, bendito miedo. Subida en la cúspide del molar, y con ese spoken word en el que bailan los conceptos, vehiculados a veces por ese hilo conductor contra el mundo actual, a veces definiéndolo, ‘I’m A Man’ supone uno de los temas del álbum, con toda la intención, señalando esa parte más tóxica y recalcitrante del machismo. No me llames tóxico / Sólo porque me gusta tu trasero / No tengo culpa de nacer hombre / vamos Zeus. El toquecito (atronador) de atención con el enfoque ácido. Quizá dos sopapos a tiempo sí es cierto que quitan la tontería.
Quizá la parte más redonda, o al menos impresionante, es la tríada de ‘It’s Dark Inside’ – ‘Psichedelyc Orgasm’ – ‘Tree House’. Allí convergen el sonido más grueso y distorsionado del álbum, ese sorprendente giro autotune que tan bien queda, o el ritmo hipnótico, casi industrial y martilleante de Tree House. Capas, capas y capas, hasta llegar a un final que es puro fuego. Con ese ‘Dream Dollar’ recuerda a las repeticiones constantes de términos como en las letras como hacía en su exgrupo de forma casi obsesiva.
Esa intensidad y golpe directo siempre deja poso. Solo por comparar otros trabajos en solitario de congéneres (y algo más), pasando por el propio Moore, o el reciente disco más acústico de una de esas figuras a las que apadrinaron en los 80s —por si hay alguien despistado, ese chico con gorra, gafas y melena canosa—, suponen la noche y el día; la comodidad que mencionábamos al principio y un enfoque como este, mucho más arriesgado en el que crítica y modernidad van de la mano.
También con las inevitables comparaciones a SY (¿no puede ser Psichedelyc Orgasm una respuesta, ante la banalidad que describe, al cierto nihilismo de Anti-Orgasm? ¿No es Treehouse y esa ambientación o trasteos de guitarra la del Bad Moon Rising?). Una salida puramente vanguardística. Con una producción increíble y un talento que va acorde a los tiempos, cuando no se los zampa. Como otras que llegaron después. Frente a la desinformación que denuncia Kim Gordon en la que cada cual se cree la verdad que más le interesan, ella se ha creado su propia realidad para darle un hostión a la del resto. Y hacer uno de los discos más excitantes de los últimos años. Jefa absoluta (Ferraia, Directo al excel en la tier del 12 de marzo)
13. Jessica Pratt - Here in the Pitch
Género : Mad Men OST
'Here in the Pitch', el cuarto disco de una Jessica Pratt sobre la que ya nos habíamos deshecho en elogios, contiene media hora de música delicadísima y excelsa. 29 minutos con orfebrería nacida en otras décadas. Con apuestas bossanova que te asfixian desde el calor de su regazo, con finísima psicodelia y arrebatadora voz, más seductora y acongojante que nunca.
Supongo que podríamos resumir 'Here in the Pitch' diciendo que es un disco de cantautora estupendamente producido por la propia autora y Al Carlson, salidos de un estudio de los sesenta en el que han parido música con la que llorar porque aquella chica que iba a ir contigo al baile del instituto y convertirse en la perfecta madre y esposa ha decidido quedarse en casa. No te preocupes, 'The Last Year' tiene un suave abrazo que darte. El que un rato antes ya empezó a regalarte una 'Life is' que acabará siendo, sin duda, una de las grandes canciones del presente año.
La capacidad de Pratt para dejarse sin aliento con una apuesta tan sencilla (siempre lo ha sido, pero ha conseguido darle en esta ocasión el empaque que otrora llegamos a echar de menos para entregarnos definitivamente a ella) resulta impactante. 'Here in the Pitch' te secuestra durante su efímero paso. Te hace bailar solo con los ojos cerrados en 'Better Hate' o estremecerte de nuevo con 'World on a String'. Un trabajo delicioso, obligatorio. (Chou, en la tier list del 7 de mayo)
12. Mount Eerie - Night Palace
Género: El Presidente de los Estados Unidos de América
Los discos de Phil Elverum, no nos cansaremos de decirlo, trascienden lo meramente musical. Son, por supuesto, piezas para absolutas minorías. Seguramente trabajos que jamás conseguirías recomendar a nadie que no venga ya algo inestable de casa. Pero si tienes la posibilidad de ser de esos que pueden llegar a verse atraídos por su experimentación, es absolutamente imposible que Mount Eerie no te atrape, no te secuestre. Un secuestro voluntario, por supuesto. Phil Elverum es mi pastor, nada me falta. Tras él recorreré, sucio y desnudo, los húmedos montes de las afueras de Anacortes. Con él miraré al infinito, al mar en el que me hablan los peces. A la frontera con Canada en el horizonte.
'Night Palace' es el enésimo ejercicio de excelencia de Elverum. Casi más experimental que nunca. Profundamente ecléctico, Mount Eerie explora terrenos habituales en sus entregas, como 'Huge Fire' o 'I Walk' con canciones (llamémoslas así) donde nadie encontraría nada, véase 'Breaths' o 'I Heard Whales (I Think)'. Aquell que sonaría inevitablemente pretencioso y seguramente insoportable en cualquier otro artista, en Mount Eerie se queda con tu voluntad. Serás el oyente que él ha decidido que seas.
El trabajo transcurre incluso entre lugares que bien podrían recordar hasta a los Yo La Tengo más ruidistas (la intro de 'Non-Metaphorical Decolonitation' o la ma-ra-vi-llo-sa 'Co-Owner of Trees' como muestras). 26 canciones. 81 minutos. Y en cada rincón te arranca una incomodidad, un momento de asfixia, una sonrisa de "joder, qué cabrón". El tipo al que votar siempre. El auténtico jefe de la secta esta. (Chou, directo al excel en la tier list del 5 de noviembre)
11. Quivers - Oyster Cuts
Género: Pop australiano en el momento ideal para encontrarte con él
Género: Pop australiano en el momento ideal para encontrarte con él
Ha llegado la hora de aceptar que Quivers son un grupo grande. Si eras de los que tenían (infundadas) dudas, a pesar de sus excelentes dos discos previos (y medio, que la adaptación del Out of Time de R.E.M. a su terreno supo a gloria), Oyster Cuts, impregnado de todos los sentimientos posibles, debería hacer que te rindieras.
Los de Melbourne manejan con mano firme el pop de guitarras eléctricas que hay en la intersección entre el jangle y el indie-rock USA pre-2000s. No es territorio de excesivas novedades, pero sí de emoción; aunque haya que ser hábil en extraerla. Ellos son plenamente conscientes de su campo de batalla: mirad 'Apparition', donde cantan (y tocan) como Robert Pollard, pero parafrasean el 'Shady Lane' de Pavement. En Oyster Cuts, es obvio tras la primera escucha, han decidido ser menos inmediatos, y la segunda mitad del disco se va sumergiendo en una bruma que es normal que haya encandilado a Laura y Mac, de Superchunk, para que Merge les acabara fichando.
Por si fuera poco, cantan todo sin parecer ángeles, pero con una capacidad innata de transmitir cada requiebro: ya sea ese aroma a épica veraniega de 'Pink Smoke', la tranquilidad optimista (aunque me ponga la piel de gallina) de 'More Lost', el pop adulto de 'Grief Has Feathers' (“If grief has feathers, it must be a bird / And it will move away, so I heard, to somewhere warmer”), la bajona de haber olvidado cómo se habla con desconocidos en bares y pistas de baile ("And you know the moment's golden only when it's gone", qué guay es la canción titular), los deseos incumplidos de no estar solo (“All I wanted was a true friend / All I wanted was a friend with benefits / All I wanted was transcendence")...
"Tienes que acabar escribiendo todas las aventuras que has corrido porque, si no, es como si nunca hubiesen pasado", cantan. Ellos, el grupo que no querría jamás la perfección, siguen escribiendo las suyas sin que una sola línea parezca sobrar. (probertoj, Directo al excel en la tier list del 20 de agosto)
(Continúa y finaliza en la parte 5 de 5)
Oooooooooh. Ya ha salido Kim Gordon, mi número uno del año. Por lo menos ha quedado mejor que Truñowch Y Fenywod, claramente el disco que no he entendido del año (el marroquí de guitarras tampoco, pero lo pillo un poco más)