Los mejores discos internacionales de 2023 (3/5)
El año, ordenado en cómodo ranking para que puedas cuñadear
(Viene de la parte 1 y de la parte 2)
30. James Holden - Imagine This Is a High Dimensional Space of All Possibilities
Género: La rave chamánica. Universo Holden en todo su esplendor
Cuando se cumplen diez años de aquello que fue The Inheritors, una ¿obra maestra? cubista de nuestro tiempo, de lo más flipante que se ha publicado en los últimos veinte años, Holden vuelve a regalar para su iglesia otro trabajo total: espontáneo, sin acotar, con tantas caras como las que desees encontrar en él. Después de aquello hace ahora una década, cuando parecía que no podía tocar a ese techo, se sacó de la chistera The Animal Spirits, el típico (y poco habitual) siguiente discazo después de una obra de tanto porte. Allí se acompañó de varios músicos para grabar, y que aquí han vuelto a asomar el lomo. Aunque dice que ha intentado volver a su pasado joven, aún demasiado adolescente cuando la explosión rave se vio perseguida por la legislación británica, es inevitable trazar una línea lógica entre The Inherirots y este psicotrópico disco (añadiendo por en medio las colaboraciones con Luke Abbott o el combo formado con Maleem Mahmoud Ghania y Floating Points). El productor de Exeter es un verdadero explorador, un alquimista en búsqueda de la transmutación de su obra que le permita estirar su base de electrónica progresiva hacia las coordenadas que el cuerpo le pida.
De ese insaciable espíritu de buscar nuevos márgenes sale de nuevo una obra de pura evocación, con un artwork que habla por sí solo; una suerte de rave fantástica con animales mitológicos. Ese todo a la vez en todas partes que describía Black hace algunas tiers list, en las que Holden va abriendo capas y capas dentro del disco, pasando de una realidad paralela a otra. Tantas que quizá ha rebasado lo esperado, con unos primeros temas en los que hay algo de esa electricidad innata de The Idiots Are Winning (Border Community, 2006), con 'Contains Multitudes', que poco después transmutan a ese cubismo The Inheritors en ese mismo tema. Hay un poco de todo lo que ha hecho a lo largo del disco.
Una introducción larga para ya caer definitivamente en el chamanismo que abrazó en su anterior álbum y que no te soltará en todo el disco desde 'Common Land', un precioso tema en el que teje una melodía sensual e hipnótica metiendo en su marmita ese sonido selvático con el secuencial. De esas texturas cristalinas vibrantes de 'Trust Your Feet' a esa jam jazzística de 'Worlds Collide Mountains Form', que finaliza con todo el esplendor, el británico se mueve como pez en el agua, con un talento de otro planeta, como poseído por sus máquinas, por los compañeros cuando graba. Una suerte de trance que le permite liberar el espíritu y traducirlo en sus diferentes vertientes, también en esas en las que yace más contenido y sutil, como en 'Four Ways Down The Valley'. Aunque en el cierre se pone más nostálgico y dice que nunca puedes volver, la realidad es que sí. Porque con discos como este, el tiempo es circular, no hay un principio ni un fin, como mostraba ese arranque que olía un poco a su ya lejano debut. Todo forma parte del mismo universo, de un mismo todo.
He de decir que los primeros adelantos me dejaron un poco frío. ¡Hombre de poca fe! Una suerte compartir realidad y dimensión con este mago. (Ferraia)
29. Ὁπλίτης – Ψευδομένη
Género: Black metal chino escrito en griego
Un grupo de metal extremo disonante de China que escribe todo con caracteres griegos. Venga, hemos venido a jugar. Suena a una de nuestras clásicas boutades, pero aquí tenemos uno de esos discos que suenan a candidato al top desde el mismo día 1 de enero (día en el que se publicó). Desde luego, su contundente estilo tiene suficientes mimbres para considerarlos.
En su segundo álbum, Ὁπλίτης (Armeros) explotan las fronteras entre el death metal brutal y el black metal disonante, empleando también percusiones que bordean lo programado y otros efectos ultratécnicos que coquetean con el mathcore de altísima intensidad. Todo suena orgánico, todo logra sonar fresco y desgarra de manera bastante profunda. Y sin recrearse demasiado, en menos de 40 minutos te han dejado para el arrastre. Fuera de lo exótico, estamos ante un disco tremendo.
28. Yo La Tengo - This Stupid World
Género: Indie-rock Gran Reserva
Apuntaba el otro día probertoj que Sinatra Drive es una calle de Hoboken, de donde el mencionado cantante era oriundo. Empezar un nuevo disco con un tema titulado 'Sinatra Drive Breakdown' puede que sea una declaración de intenciones. De una vuelta al principio de todo, de Yo La Tengo. Sinatra apenas volvió a Hoboken, pero YLT siguen. Y desde allí, este largo del trío norteamericano es ni más ni menos que un disco de pura marca de la casa. Nunca se han alejado (salvo aquello del drone y la pandemia) del sonido, pero es cierto que es una vuelta total a sus rasgos más distintivos. Eso sí, dependiendo de si tus Yo La Tengo preferidos son los de los temas de largo recorrido, con Ira Kaplan entrando en barrena con la guitarra, o los Yo La Tengo de Georgia Hubley deslizándose suavemente por tus oídos. Las dos respuestas pueden ser correctas, porque a lo largo de nueve cortes, el recorrido es una gozada. Con una dosis muy equilibrada de esas dos facetas; al principio y al final con predominio de la distorsión o largo minutaje, y con una parte central de medios tempos. Una gozada innegociable.
Con esa descomposición de Sinatra, con unas canciones más oscuras, de arrepentimientos y tiempos pasados como el grueso del disco, de entrada esos más de siete minutos podrían estar firmados por Ranaldo y Moore, las guitarras de Sonic Youth. Bendecido por la distorsión de Kaplan junto al habitual dueto con Hubley, y en paralelo el paralelo dueto entre esta y James McNew, haciendo una coraza rítmica para que su compañero deje lugar a la improvisación.
Frente a aquellos otros y grandes temas donde primero reina la descomposición para después ir recomponiendo las piezas poco a poco, aquí no hay tal recomposición. Si hace diez años en Fade empezaban descorchando el champán, aquí hay directamente descarga. A lo que después seguirá 'Fallout' con esos barridos abiertos que recuerdan a una versión más ligera de From a Motel 6. Con los coros al unísono, en segunda linea... Puro YLT, y aunque sea un tópico, no está de más decirlo, una clase de ese indie rock. Un género del que cada vez cuesta más encontrar discos que sorprendan, pero que en manos de veteranos y gente que ha mantenido tan bien el paso del tiempo, es pura cátedra.
This Stupid World es un álbum que tiene momentos para vocales de McNew, para dulces nanas de Hubley, donde a pesar de la veteranía, y de la sensación de haber escuchado esta canción mil veces en su discografía, es difícil no caer rendido. Es cierto que en los últimos trabajos han tenido altibajos, o directamente algún álbum discreto, así que ver aquí cómo corte por corte hay momentos para todo, y en tan buena forma, sabe mucho mejor. Desde 'Tonight's Episode' hasta la sencilla y desnuda 'Apology Letter' hay un delicioso tramo medio de teclados suaves que dibujan sutiles ornamentaciones que en otro contexto diríamos que hacen que el grupo se centre en canciones propias de grupos ya maduros, en el final de su carrera, sin necesidad de romper.
Pero claro, en ese tramo final empieza 'Brain Crapers', donde homenajean a Alice Cooper y Ray Davies, de nuevo con una marcha más, con detalles bien hilados, con coros que acompañan a Kaplan y en los que el teclado arropa una bonita atmósfera en la que el disco torna un cariz más vitalista y en el que pequeñas distorsiones van abriéndose paso, con su pertinente punteo. Unas cartas bien jugadas para oxigenar el final del disco, con mares de ruido en 'This Stupid World' y ya Hubley para despedir, con una atmósfera en la que su voz marca la canción una vez más. En definitiva, un gran, gran trabajo. Quizá sin ninguno de esos himnos como los de la década de los 90, pero sí una estupenda colección de canciones, bien distribuida y equilibrada. Sin estirar demasiado para evitar fugas que hicieran palidecer al álbum. Poco, pero en su medida. Probablemente lo mejor que han hecho en los últimos 15-20 años. ¿Casualidad que se lo hayan autoproducido ellos mismos? Tocado en directo los tres, además. Hoboken pudo vivir sin Sinatra, pero quizá no podría hacerlo sin Yo La Tengo. Y nosotros tampoco. (Ferraia)
27. Ulthar - Helionomicon/Anthronomicon
Género: extremo comparte ex con experimentación
Más de medio siglo después, expandir y evolucionar el lenguaje de una guitarra no resulta tan sencillo. Son muchos los grupos y los compositores que durante demasiado tiempo se han dedicado a la materia. Si existe un último rincón de experimentación, no obstante, se encuentra en el Metal extremo. Es allí donde grupos como Ulthar (nombre extraído del acerbo novelístico de Lovecraft, evidentemente) se prodigan.
En cierto sentido, Ulthar representan el arquetipo de grupo-de-metal-experimental-de-la-costa-oeste. Formados en Oackland, California, reúnen en su música la dosis adecuada de vertiginosa brutalidad y fino estilismo que durante tantos lustros ha definido a la escena local (extendida desde las montañas Cascadian hasta Los Ángeles). Esto se aprecia en su estética (salvaje e intimidante, pero también sugerente en lo cromático y artístico) y en su sonido. Hay aquí muchísimo Black y sobre todo Death Metal, pero también hay un montón de ideas atrevidas y mucho progresivo.
Helionomicon y Anthronomicon elevan su sonido a las cimas que sus trabajos previos, Cosmovore y Providence, sólo sugerían. Es Helionomicon especialmente su trabajo más alucinante: dos canciones de casi 20 minutos en constante movimiento y expansión, exuberantes en lo técnico y crudas en su sonido. Ulthar suenan, al fin, totales. No hay muchos en la producción ni en los teclados. Son lo que muestran. Y sin embargo se muestran rápidos (¡casi Thrash!) y brutales. Cerebrales al mismo tiempo que viscerales. Todo un acierto. (Mohorte en la tier del 14 de marzo)
26. Pardoner - Peace Loving People
Género: ¿Le gustaban a usted Butthole Surfers? (y otras cosas)
Cuarto disco de Pardoner. Unos tipos de San Francisco que no han hecho mucho ruido por estos lares. Pero publican en Bar/None, sello de los primeros They Might Be Giants, de Ezra Furman, de Alex Chilton, y que anda reeditando trabajos de los Feelies. Algo debe haber. Y lo que hay es un típico indie rock norteamericano, pero no subido por lo general en el canon de la ruptura del sonido, sino en un pegadizo equilibrio con medios tempos. A veces viran a esa parte más fresca y de espíritu joven como la de Pavement con melodías que desprenden su olor ('Rosemary's Gone'), y otras miran a esos Butthole Surfers más maduritos y domesticados de mitad de los 90s ('Cruel Gun').
De hecho, y rememorando a los Butthole Surfers, el disco ya empieza con una intro habitual de ellos (para después pegarte el puñetazo), solo instrumental, extraída de algún programa de TV. En el caso de Pardoner, el sopapo también llega después, en este caso con 'Are You Free Tonight?', un tema que tiene su parte desconcertante porque empieza siendo una oda loser de unos chavales de camiseta de rayas tocando en el garaje como el J Mascis acaramelado, para después romper la puerta poseídos por Henry Rollins. Es una de las pocas ocasiones en las que sí le dan a esa descarga más punkrocker.
Después vuelve a esas sendas de los medios tempos como 'Cherries' que son las que hacen inevitable la adicción de este disco. Como ya lo consiguieron con algunos hits en Came Down Different (Bar/None, 2021). Un poco de nostalgia, de melodías chiclosas y sutiles coros de fondo, un poco de reminiscencias demasiado clásicas, pero sobre todo, muchas cosas bien hechas. A veces con un elemento imprevisible que lo hace muy seductor. Y quizá en el fondo sea un Sí, pero hay tantos puntos disfrutables y zona de confort que el corazón pide un Excel. (Ferraia en la crítica del 4 de julio)
25. billy woods & Kenny Segal - Maps
Género: WOOOOOOOOODS
Una parada más prolongada de lo habitual que parece un movimiento bien preparado. A estas alturas probablemente ya tendríamos otro disco de billy woods y otra colaboración, pero este es el primer disco que saca en todo el año y el primero donde se siente que ya no es un secreto bien guardado en el hip hop actual. No va a destrozar al mainstream, pero ya a nadie se le escapa que es una de las fuerzas más excitantes de la vertiente alternativa del género, y su nueva colaboración con el productor Kenny Segal (con el que ya entregó el fabuloso Hiding Places que para muchos fue el disco para subirse en su billyneta) puede ser el despegue definitivo. Más de lo que fue Armand Hammer.
Maps tiene herramientas de sobra para ello. Hay colaboraciones muy sonadas, de Danny Brown a Aesop Rock pasando también por Quelle Chris. Y las bases son de las más accesibles que ha entregado hasta la fecha. Es algo que para los ya convencidos podría oler a chamusquina (sobre todo porque gente como Aesop se comen los temas en los que entra), pero la verdad es que su versatilidad rapera le permite mantener exquisitez en un disco que puede ser la perfecta puerta de entrada a su talento.
No por ello ha renunciado a mucho de lo que lo hace genial. La abstracción con jazz suave recuerda más al Churchs del año pasado que al Hiding Places, empleando elementos suaves desde los que mostrarse más accesible (en lo sonoro y emocionalmente), pero sigue expandiendo las posibilidades de una producción libre, que explora rincones contigo de la mano y observa con tanta curiosidad como gran capacidad de percepción. Sus rimas siguen siendo atrayentes, poderosas y también hipnóticas, marcando una vez más la diferencia que hace sus trabajos algo por encima del resto. (Black Gallego en la tier del 9 de mayo)
24. Tough Age - Waiting Here
Género: Tocan a muerto en tu pueblo
Un chorro de energía drone abre Waiting Here, el nuevo disco de Tough Age, mantenido durante 15 segundos en una canción de dos minutos, antes de que ésta empiece a coger forma con punteos cristalinos y una batería amante de Moe Tucker. Para cuando llega la voz de JES (sic) e inunda el ambienta con cierta tristeza, ya sabes que se va a ir tan rápido como llegó. Efectivamente, en poco menos de 30 segundos se va y todo concluye. El tamaño no importa. O sí importa si quieres ir al tuétano del pop: en 120 segundos puedes hacer tantas cosas. 'In a Garden' sabe perfectamente cuál es su función como apertura del disco y cumple a las mil maravillas. "Presta tu atención a este grandísimo disco de indiepop", nos dice. "Here we are now, campamuerteanos", le contestamos.
Rápidamente cambia de tercio. R.E.M., antes de ser masivos (y magníficos), ya fueron perfectos, y el fantasma de Reckoning lleva desperdigándose años y años por otros discos y otros grupos. Cuando aparece, es bien fácil identificarlo y subirse a su ola de chispazos jóvenes y ambiente no del todo feliz. 'Give It a Day' no suena a Reckoning: es Reckoning. Como 'Hideaway', como otras. No debería importarnos: la mimesis aristotélica iba más de representar la parte de la vida que era importante, y aprender con ella, que de imitar. Es por eso que Tough Age triunfan cuando una canción remite a la vez a Lemonheads y al (Don't Go Back) To Rockville. 'Time & Again' es más que bonita: es imprescindible.
Hay espacio para lo no obvio: Me sorprende Narrative Text, porque son Tough Age jugando a subir la intensidad y a rebajar lo jangle y saliendo de nuevo victoriosos. Y hay espacio para lo reivindicativo: "Ripping off nz bands" Es gracioso que sea una de las etiquetas que los propios Tough Age se impongan en el bandcamp de Waiting Here. La fuerza de Nueva Zelanda habrá sido muchas veces propulsora de nuevos grupos y nuevas canciones de indie más o menos destartalado, pero aún no ha sido suficientemente contada. Y sus grupos no han sido debidamente escuchados: son de culto, sí, pero ¿y qué? Sería un mundo algo mejor si tuviesen, yo qué sé, la relevancia como impronta musical de, por ejemplo, la Velvet.
Waiting Here transcurre con una primera cara maravillosa y una segunda de amor puro en 27 minutos de absoluta gloria de pildorazos pop. ¿Veis como el tamaño no importa? (probertoj en uno de esos frikexines que no son mensuales ni na)
23. Vril – Animist
Género: Techno de profundidades para runners que necesitan excusa para correr
Se estrenó en largo con un par de discos muy interesantes, lo que ya hacía augurar que había madera. Pero no todos acaban de superar esa barrera hacia los grandes trabajos. Sin embargo, el productor germano empezó a facturar Anima Mundi (Giegling , 2017), proyectos notables como Out of Place Artefacts junto a Rødhåd... y ahora llega este Animist. No es casualidad. De hecho, puede que por ahora sea su techo en solitario como productor. Con cinco LP a sus espaldas como Vril en casi diez años, el alemán se ha convertido en un valor seguro, en una pieza clave del techno germano y europeo, con un sello definido pero lejos de ser monolítico. Desde las capas repletas de texturas o músculo de Voiski a ese dub techno de Deepchord, o ese ambiente infeccioso de Dj Richard, Vril domina cada vez más, y lo demuestra en trabajos como este, todas esas coordinadas que fluyen hacia un lado u otro dependiendo del discurso que adopte en cada disco.
Con este Animist hay doce temas de largos minutajes, no todos, pero sí los más importantes. Los desarrollos de dub techno precisan de tiempo para que ese ambiente, esos graves, vayan hundiéndote en ellos poco a poco, sin que te des cuenta. Sin vocales ni excesivas florituras, solo con una profunda línea de bajo como la de 'Unwelt' y algún detalle en pistas secundarias, Vril te agarra y no te suelta. Un magnetismo que se expande a lo largo del trabajo, y que hace de este uno de los mejores discos publicados en el ámbito electrónico en lo que llevamos de año porque está configurado como procede: tres o cuatro temas que sobresalen sobre el resto, pero que están arropados por cortes muy notables.
Es eminentemente un disco que se podría decir que entronca como continuación de Anima Mundi, omitiendo las bombitas (y qué unas, oye) de Bad Manners 4. Pero sí recogiendo el nivel de matices que siempre ha habido en sus producciones desde el inicio. Algo que se ve en el propio arranque del trabajo, para después discurrir por esos graves pegajosos y adictivos de 'Love Rollout' para llegar al jitazo del disco, 'Katharsis'. Si es el mejor del álbum, depende. Si utilizamos el barómetro de *ser jitazo*, desde luego, lo es. Conjuga potencia y emoción. Aunque claro, siempre puedes tener predilección por un bajo funky sexy como el de 'Kuru'. En definitiva, mucha elegancia, con pequeños cambios y matices que disfrutar con los auriculares, y con esa sensación de qué tanto se puede hacer con tan *poco*. El punto de equilibrio entre Voiski y Deepchord. A sus pies. (Ferraia en la tier del 7 de marzo)
22. Pop Filter - CONO
Género: Lo que me importa de verdad es que te importe el rocanrol
Aquí en España tienes amigos a los que no ves más que de ciento en viento y haces jijijajá en grupos de whatsapp-con-stickers y te cuesta quedar para cenar una vez al año, y eso que viven al lado. En Australia, un país con más extensión que toda Europa, donde se reirían en tu cara si les contases el concepto “España Vaciada” y en el que las las ciudades están ATPC cada una respecto de la otra1, los Pop Filter quedan cada semana para verse y tocar juntos.
Ha de ser que se quieren mucho, pero también que quieren mucho al rock’n’roll, COÑO. Ojalá este disco se llamase así, COÑO, y no CONO (en honor a la zona donde se juntaron, Coburgh North), porque no tendría que explicar nada: pondría una coma delante y luego y el exabrupto y todos entenderíais lo bueno que es.
, COÑO.
Pocos tienen al alcance dos excels en el mismo año, pero Lachlan Denton, ese talento inagotable, lo consigue aquí. Siempre le habíamos preferido solo que con sus grupos, pero, COÑO, esta vez Pop Filter saben transmitir todo lo bien que se lo han pasado grabando el disco, y lo hacen gracias a sus propios bandazos. ‘Sideway’ abre el disco con claridad, parsimonia y steel guitars e inmediatamente después ‘Heaven Sent’ demuestra poseer la esencia de cuando los Strokes no se creían los más grandes pero sí hacían las canciones que eran justo eso.
Los discos divertidos disfrutan ellos mismos, sin necesidad del oyente. Disfrutan hasta en el sonido que plantean, en los detalles que se grabaron por puro disfrute. Así que es normal que CONO despliegue andamiajes tan contagiosos como los de ‘Undertow’: querrías estar allí en la grabación, COÑO.
Cambian de registro cuando les da la gana: ‘Alone’ quiere acercarse más al Lachlan Denton suave y lo que parece un tema-sin-más va enseñándote detalles golosos hasta que piensas que ojalá siguiese dos minutos más. Pero las canciones duran lo que tienen que durar, como la velvetiana y apasionante ‘Everything Must Go’ o ‘Fighting Spirit’, en la que todo es pop triste reconfortante de la más alta graduación.
CONO, coño, no deja de jugar: en ‘Outside’ sus propios instrumentos se piran del estudio mientras Denton canta “pero si quieres morir, simplemente sal fuera”. Y ‘vaya canción es ‘Pop Filter: Live!"; ¿existe el motorik tímido? Inventémoslo.
No sé qué más queréis que os diga, tampoco es que tenga que convenceros ya si, a estas alturas, aún estáis pensando. ¿Os detallo el resto de un disco que simplemente es “EXCEL, COÑO”? (probertoj en la tier del 28 de noviembre)
21. Acid Arab - ٣ (Trois)
Género: electrónica post-colonialista
Acid Arab son un par de tíos blancos franceses que, estando de viaje en un festival en Túnez, se pusieron ese nombre en 2012 para bautizar un proyecto que aunara estructuras de house y techno (ver: occidente) con sonidos tradicionales del norte de África y Oriente Medio, de Marruecos a Irán, pasando por Turquía o Egipto. Si venís a enfadaros o sacar la antorchita de la apropiación cultural, lamento deciros que llegáis tarde: Guido Minisky y Hervé Carvalho saben que estamos en 2023 y a estas alturas ya se han reconvertido en "un quinteto franco-argelino"; lo siento, chicos: están blindados, nos han jodido el quote-tweet afilado.
Así que lamentablemente habrá que hablar de música. Y la música dice que este su tercer trabajo (no perdáis ocasión tampoco de catar sus anteriores Musique de France y Jdid) son diez cortes para la pista de baile sin desperdicio, trallazo tras trallazo, donde la mezcla de géneros y de voces invitadas (de Cheb Halim a sampleados del fallecido Rachid Taha) hacen imposible el aburrimiento y el trabajo de producción (diverso, elegante, juguetón) garantiza que cumpla con creces como "puente" lo que fácilmente habría podido acabar convertido en "mejunje". Lo despreciarán los de la electrónica con monóculo, lo disfrutaremos como cerdos los demás. Todo bien. (Poliptoton en la tier del 14 de febrero)