Los mejores discos internacionales de 2023 (1/5)
El año, ordenado en cómodo ranking para que no tengas que pensar
Hi, personicas:
Llegó ese día en el que comienza la lista de mejores discos del año. Llegó también el día en el que hay que escribir el primer párrafo. Teníamos uno muy SEO, pero los lectores del discord nos dieron un empujón:
Así que… aquí tenéis la lista, si os gusta bien y, si no, eso. Y, como el año pasado, con diez discos por día: la explicación de por qué ya la dimos en la lista del año pasado; si os gusta bien y, si no, montad vosotros una puta publicación musical pa poner vuestras listas con 300 discos del tirón.
Si queréis apoyarnos a seguir siendo tan imbéciles espectaculares personas un año más, podéis hacerlo con El Botón de las Perras®:
50. Mudhoney - Plastic Eternity
Género: Mudhoneysmo ilustrado
Si el zeitgeist ya, como mucho, les dará una cita breve o una nota a pie de página, sus discos insisten en lo contrario. ‘Flush The Fascists’, con su ritmo y sus guitarrazos, casi Devo, la tontería eternamente joven de la titular, los tramos más psicodélicos, cercanos a los Screaming Trees del principio, de ‘Souvenir of My Trip’, ‘Almost Everything’ (vaya sección rítmica, vayas guitarras rasgadas).
Si todos por allá reinterpretaban algo según las enseñanzas de Black Sabbath, también ellos, aunque fuese menos obvio: MC5 y los Stooges. Y corre aún muchísima sangre por sus venas, sangre caliente que mueve canciones como ‘Move Under’ o ‘Here Comes The Flood’. Sangre de estupendas guitarras, voces rasgadas y cabeceo rápido.
No hay nada sorprendente, salvo que aún sigan siendo tan adictivos. Gran disco de una gran (pequeña) banda. Me voy a cagar en vuestra calavera como tenga que morirse uno para que les reivindiquemos como es debido. (probertoj, crítica completa en la tier del 11 de abril)
49. Reverend Kristin Michael Hayter - SAVED!
Género: sanando a través del country gospel (y luego romperlo)
Lingua Ignota se acabó, al menos por el momento. Kristin Hayter necesitaba romper con todo el proyecto por lo demandante que era en lo emocional y en lo sonoro (también para el oyente). Su nueva etapa necesitaba dejar atrás los relatos de abusos y traumas que intentaba exorcizar (aunque tenía que revivir al volver a interpretarlos), también buscaba un nuevo camino sonoro para marcar su nueva vía para sanar. Una que parece haber encontrado en la tradición americana, en la música espiritual, en la liberación del himno comunal.
Pero Hayter, ahora conocida como la Reverend Kristin Michael Hayter, no puede romper del todo consigo misma. SAVED! empieza roto, como si la grabación estuviese rota. No sólo por cómo abraza el country en clave folk y góspel, sino por las texturas. El camino que sigue por SAVED! tiene mucha tradición, que le permite buscar el optimismo desde la religión, pero también mucha oscuridad, porque su evangelismo es muy humano. Los tintes góticos y las experimentaciones distorsionadas añaden una fascinante dimensión a las canciones más accesibles que ha entregado hasta ahora, tanto las originales como las piezas tradicionales que interpreta en la segunda mitad. (Black Gallego, crítica en la tier del 31 de octubre)
48. L'Rain - I Killed Your Dog
género: el pop etéreo que era más de gatos
Entre un neo-soul electrónico, el indie rock y el etéreo dream pop, Cheek ofrece en I Killed Your Dog canciones que no entran en un molde concreto, pero se benefician precisamente de ser indefinidas. Va moviéndose entre sonidos y tonos con una fluidez que desarma, y siempre es capaz de despertar sensaciones sensuales y elegantes aunque esté narrando historias muy turbias sobre matar perros. No debería funcionar, y su carácter melifluo debería ser impenetrable o dejar al oyente muy frío, pero en su lugar ofrece uno de los discos pop más sugerentes que han salido en las últimas semanas, sino el que más. (Black Gallego, crítica en la tier del 31 de octubre)
47. Cindy – Why Not Now
Género: Espíritismo indie
Todo de lo que hablamos en el frikexín habitualmente está en el tercero de la Velvet. Todo. De allí vas a lanzar hilos que te vayan a llevar por caminos divergentes pero gozosos. Y de ellos, Karina Gill lleva un tiempo escogiendo la soledad, la quietud, la serenidad algo triste, las capas de guitarra que no se abigarran sino que se dejan espacios.
Está bien volver a esos refugios, lugares casi fantasmales en los que suena ‘Standard Candle #3’ (que comparten espíritu, que no sonido, con lo que hicieron Broadcast, con lo que en España toca Daga Voladora o con toda una línea temporal alternativa en la que la música más atmosférica y sanadora posible triunfó). Discos y canciones donde la música pareciese no querer demasiado el volumen para no despertar a quien se tiene cerca. Álbumes de pop con viola y amor.
Vaya disco, el cuarto de Cindy. ❤️ (probertoj, crítica en el frikexín de junio)
46. Wet Dip - Smell of Money
Género: gancho y rabia
Como una Kim Deal enamorada del punk destartalado o como unos Moldy Peaches que en vez de separarse y ponerse lujosos hubiesen avanzado aún más hacia lo primitivo, el debut de las hermanas Rodríguez (Sylvia y Erika, de Texas) tiene sólo 23 minutos, pero los resuelve como un huracán.
Cantado por igual en inglés y en español con acento texano (“te hablo en el idioma de mi madre porque la lengua en inglés es demasiado gruesa; le falta filo y te debo ese cuchillo que me plantaste en la espalda” dicen en la caustica ‘Finale’), Wet Dip atentan contra el punk a veces hasta enterrarlo en la tumba del No Wave (su versión de ‘Pelo Suelto’, de Gloria Trevi).
Nunca tengo claro cuando lo escucho si son muy cosa tocando con toda la intuición del mundo o si son tanta cosa que han optado por la vía radical. Pero en un entorno de garage ramplón, punk domesticado y noise sin filo, Smell of Money sobresale porque Wet Dip no olvidan que, a veces, la mejor de las canciones de gancho y rabia se esconde entre el ímpetu y las cacofonías.
Nunca tengo claro lo otro, pero sí que cada vez que me lo pongo, me lo paso de la hostia. (probertoj en la tier del 14 de noviembre)
45. The Clientele – I Am Not There Anymore
Género: Exploraciones psiquiátricas de la psicodelia con llagas
Que declaración de intenciones tan rotunda que The Clientele abran con Fables of The Silverlink. Ellos, que siempre han sido desestimados como indie-pop sencillo (unos Belle & Sebastian meh, según los detractores) entretejen una sinfonía de 8 minutos lisérgicos, repletita hasta el borde de ácido de un San Francisco donde puedes llevar flores en el pelo si no te las has comido antes. Voz femenina, brotes jazzy en una percusión que quiere fugarse hacia la electrónica, arreglos Foreverchangeables y una sensibilidad exquisita para parecer de hoy sin disimular lo muchísimo que te enamoraste del ayer.
Se sabe rápido que este disco va a ser especial, pero el trayecto dentro de él confirma que además es una cumbre.
"Todas las cosas hermosas son opacas" revolotea el verso por ahí. Y es otra hermosa declaración de intenciones: la sencillez se puede retorcer todo lo necesario y cuanto menos claras son las canciones de I Am Not There Anymore, un disco todo el rato pensado para decirle a su oyente habitual "si no te gusta, esta es tu oportunidad de bajarte del tren", mejor funcionan.
Confrontados a su habitual manera de escribir pop, donde la melancolía se escribía en renglones bien rectos, aquí The Clientele apuestan por los más torcidos posibles: los estribillos se agolpan hasta desaparecer, la psicodelia emerge desde lo hipnótico ('Dying in May', todas las apariciones de María) y en 62 minutos de nada hay un buen puñado de canciones opacas; y hermosas por ello mismo.
Es más que psicodelia. A veces The Clientele despliegan redes postpop, como en Conjuring Summer In. Contribuye a esa sensación también la cantidad de cortes de transición, como si este fuera un disco de hip-hop en el que los skits importan tanto como las canciones.
Al final, Alasdair MacLean y sus colegas llevan una carrera entera dedicados a reivindicarse, mientras aquellos con quienes se les comparaba ya son sólo herramientas de los arcontes. Dice el propio MacLean que pasarse 7 años sin publicar nada tenía sentido: ""*Hemos hecho unos cuantos discos, y ya llevamos un tiempo, y no parecía tener mucho sentido hacer un disco a menos que tuviera ideas nuevas y que las ideas fueran buenas. Y, según mi experiencia, las mejores ideas surgen cuando esperas a que lleguen, en lugar de intentar atraparlas. Eso puede llevar meses, o años, en realidad. Y en este caso, así fue*". Esperaremos siete años más si es necesario, porque I Am Not There Anymore nos va a durar muchísimo más que eso. (probertoj en la tier del 16 de agosto)
44. Bar Italia – Tracey Denim
Género: PostSlacker nobritpop
‘Bar Italia’ era la canción que cerraba Different Class de Pulp, un disco más Excel que los excels. Es su canción de descompresión, la menos sarcástica de todas, la más optimista, la que te hace sonreír sin maldad. Si la malinterpretas, puede que pienses que ese estado de postfarra que se describe es Mr. Wonderful.
Bar Italia es también un bar del Soho descrito por diferentes fuentes como “popular entre bohemios”. Y Bar Italia son, ahora mismo, un trío londinense (Nina Cristante, Jezmi Tarik Fehmi y Sam Fenton) que se dedican a cosas a medio camino entre lo bohemio y lo postpop y que, en su tercer disco, por fin confirman que son capaces de hacer un disco completo sin respiro.
Desde luego, no esperéis encontrar aquí efluvios de la época dorada de Jarvis Cocker y cía. Tracey Denim se mueve mucho más al filo, en música que a ratos se asienta sobre esa mirada que los 90 lanzaba a las canciones post-punk y que se fijaba más en cómo los instrumentos podían escapar de “lo normal” que en la estética del asunto. En los 2000s, cuando se hizo carne el post-postpunk, ya todo era estética.
Así que aquí habitan canciones entre lo narcótico y lo tenso, entre lo hipnótico y lo adormecido. Si ‘Bar Italia’, la canción, iba de acabar la noche de farra y empezar a sentir el sueño cuando aún tienes la excitación drogota metida en el cuerpo, Bar Italia, el grupo, capturan esa sensación de no querer dejar de moverse en un entorno a veces tan minimalista como el de The XX.
E, insisto, sin muchos asideros pop visibles, porque esto no va de ganar a base de hits. Sus canciones son a la vez cómodas y radicales, con afinaciones puramente indie-rock 90s y ritmillos destartalados que enganchan fuerte. Cómo me gusta ‘i have eaten so many lemons yes I am so bitten)
Son juguetones, son complejos, son atmosféricos, son esquivos y a veces hasta son rutilantes estrellas de una época que ya no existe, como en ‘Changer’. Para cuando cierran el disco con la intensita ‘maddington’, me es imposible no querer volver sobre mis pasos y descubrir mucho más de un disco que es mejor por lo que evoca y el poso que deja que por lo que parece dar en primera instancia. (probertoj en la tier del 23 de mayo)
43. ANOHNI - My Back Was a Bridge for You to Cross
Género: Anohnismo ilustrado
Trece años desde que Anohni Hegarty no nos entregaba disco con la banda que la hizo saltar a la más absoluta fama mundial cuando en el 2000 (seguramente más todavía en 2005) nos escuchamos sus discos hasta la extenuación. Su carrera artística y su vida personal tenían tal repercusión que cada paso que daba resonaba con amplificación superlativa. Es curioso que, incluso en casos así, de artistas que invaden el mainstream desde las afueras, poco a poco nos vayamos acostumbrando a la vida sin ellas.
Y, sin embargo, aquí estamos, hablando del quinto disco del colectivo afirmando, sin que nadie pueda achacarnos un exceso de triunfalismo, que quizás sea el mejor te toda su carrera. Una Anohni seguramente más cercana que nunca a la música negra, tan llena de delicadeza, marca de la casa en 'Silver of Ice' o 'Scapegoat' (dios, qué gozada de tema, qué putos pelos como escarpias en ESE riff) como de firmeza, carisma y rigor en ese derroche distorsionado de 'Rest', otra sobrada histórica, o en la elegantísima 'It Must Change' inicial.
La pequeña pereza que me daba este álbum antes de escucharlo, las ganas de dejar allí, ya algo lejos, lo que Anohni significó en cierto momento lejano de tu vida, se han cambiado por un disco que te llama a escucharlo una y otra vez. Que fácilmente será aquel al que has vuelto en las ocasiones precisas. En muchas ocasiones. Tantas como el que más. Volviendo a tu lugar seguro, pero también arriesgando como solo aquellas elegidas que aparecen cada mucho saben hacer. Manteniendo siempre el adecuado equilibrio entre ser diva entre las divas y no perder ni un ápice de calidad interpretativa (ojo aquí también a la asfixiante 'There Wasn's Enough'). Anohni está, por fin, de vuelta. Y lo celebramos incluso más de lo que creíamos. (Chou en la tier del 22 de agosto)
42. Felipe Gordon - Errare Humanum Est
Género: El house del futuro
Hace tan solo unos días el bueno de Felipe Gordon ha vuelto a atreverse en formato larga duración. Tras un notable debut hace un par de años donde demostró que el (deep) house no tiene por qué hacerle ascos a lo progresivo, llega ahora un segundo disco después de haberse fogueado con epés previos de los que ya hemos hablado por aquí en los Cargamentos. Otro LP en el que deja atrás los cánones no solo para seguir apostando por un minutaje largo, sino para ampliar el horizonte de su sonido. Esta vez con recursos de breakbeats y un sorpresivo —que casi que descoloca— final que se va a la electrónica progresiva.
A diferencia de discos de los que hablábamos la pasada semana como el de Levon Vincent, donde hay un honroso y esmerado esfuerzo en cada minuto, finalmente la densidad del álbum abruma. En Errare Humanum Est, el compositor colombiano no se va por las ramas, inicia con un sutil corte de apenas tres minutos, de nuevo con ese coqueteo jazzístico como lo hacía en el debut, para ir introduciendo después sus habituales bajos, su sonido funky, con vocales señoriales. Una fiesta de glamour y hedonismo. Hasta ahí bien, todo lo esperable.
Sin embargo, a partir de 'New Beginning', empieza con esos breaks, con otros recursos de fondo que se alejan más de lo que hasta ahora nos había enseñado con su deep house, acercándose a un sonido menos clasicón, tirando de sonidos orgánicos muy juguetones. Un pequeño descanso de dos minutos de saxo y a partir de 'Take It, Acid comes', el brasileño se deja el local pulcro y caro de Chicago para cambiarse a un antro más oscuro donde empieza a entrar acid y horizontes de una mayor sofisticación en 'Take You Gently'. Llevar el house clásico a ese punto histórico en el que una parte se fue a derivados del estilo y otra hacia el techno. Un punto intermedio en el que Gordon coge el legado de Mr. Fingers y convierte la parte final en un fiestón del que nadie con criterio querría salir.
Cada vez más cerca de su disco redondo. (Ferraia en la tier del 29 de agosto)
41. Tim Hecker - No Highs
Género: Ambient patanegra mixturizado con salsa de Colin Stetson
Con un título que quizá habla precisamente, No Highs, de esa respuesta a la burbuja ambiental a la que se han apuntado incluso nombres bastante conocidos no habituales de este campo, el compositor canadiense imparte su doctrina con 'Monotony', donde el saxo se funde en un hilo conductor que recuerda a esa terna de Virgins y Love Streams. Un aviso a navegantes para marcar terreno. Como él hay pocos. Una marca casi registrada dentro de un género que puede estar encorsetado como pocos.
Una respuesta que se teje a través de bases secuenciales como hilo conductor durante todo el álbum, unas veces más explícito, otras menos, que preparan el terreno para unas atmósferas tan texturizadas como las de 'Lotus Light', o la bruma intensa de 'Anxiety'. Y en medio, la belleza nívea y perfecta de 'Winter Cop', casi celestial. En tiempos de automático, de puntos comunes y de fórmulas evidentes, Hecker recuerda que el ambient y esos derivados tenues de drone o minimalismo deben ser también una herramienta para dar un valor añadido a la escucha, y no un patrón repetitivo del que abusar. Un regreso a los álbumes en solitario con otra clase magistral en la que Tim Hecker domina esa escala de grises como nadie. (Ferraia, tier 11 de abril)
40. Danny Brown - Quaranta
Género: QUARANTA y tantos
En un recomendabilísimo artículo en GQ, André 3000 reflexiona sobre su incapacidad de rapear en su madurez. "¿Sobre qué voy a hablar? ¿Me tengo que hacer una colonoscopia?". Por supuesto, su posición le permite tener esa postura, porque tenemos a gente como Ka encontrando cosas interesantes que decir desde su madurez y su "falta de profesionalidad". Sin embargo, encontrar qué decir pasado el fervor juvenil es algo que llega hasta a gente como Danny Brown, que le vemos como un contemporáneo de los JPEGMAFIA y compañía, pero ya pasa de los cuarenta.
De hecho, "40 in italian means QUARANTA" es lo primero que se escucha en un disco donde parece más consciente que nunca de que los berridos y el surrealismo no le pueden durar eternamente. Estaba por ver sí podía hacer un disco de madurez, y en Quaranta lo prueba con menos estridencias (aunque sigue ahí la divertida 'Tantor') y mucho más rap para alcanzar la introspección. Incluso te busca desarmar emocionalmente con ejercicios de honestidad inesperados como 'Down Wit It', uno de los highlights inesperados en una carrera caracterizada por hacer normal lo inesperado.
Hay más motivos que la edad para hacer un disco como Quaranta. Brown entró en rehabilitación poco antes de hacer actuaciones para Scaring the Hoes, y esa necesidad de limpiarse del todo está presente en un disco que te mira a la cara y te da la mano para acompañarte en el viaje. Saber moverse a este terreno no es algo que muchos sepan, y a Danny se le podrían haber visto todas las costuras como MC. En su lugar, sólo las mejores costuras quedan a la vista. Las costuras de un artista que ha mirado dentro de sí mismo. (Black Gallego en la tier del 21 de noviembre) 1
La lista de los mejores discos de 2023 continúa en
En realidad, en las votaciones salió más arriba, pero no íbamos a desaprovechar la oportunidad de ponerlo el cuarenta. Si ya sabéis cómo nos ponemos, pa ke nos invitáis.
nunca veáis a bar i talia en directo porque os pegará el bluff en toa la cara