Tier list de cine y series de abril: el suspiro de Costa-Gavras
Las películas y series del mes, y un señor griego muy político (no Varoufakis, pero casi)
Hi, personicas.
Nuestro filmotequero Discord ha decidido que este mes tocaba hablar de Costa-Gavras, y así lo hemos hecho porque somos comprometidos con las causas como el griego. En el post extra encontraréis su filmografía y su último estreno, y aquí entraremos en una interesante colección de estrenos de cine y series. Vampiros, otro Soderbergh, videojogos y más.
EXCEL
Black Bag (Confidencial)
Con Steven Soderbergh sacando dos películas al año aproximadamente, se acaba estableciendo la concepción de que una es la especialmente buena. Este thriller de espías ha acabado siendo esa, pero es fácil cuando parece jugar en casa con una serie de intrigas bien entrelazadas con cuestiones personales que implican mentiras, sexo y drones de vigilancia.
Su alianza con un guionista tan preocupado por la eficiencia y por hacer entretenimiento adulto como David Koepp ha llegado tarde, pero está resultando fructífera. Black Bag (Confidencial) es su esfuerzo más completo, pero tampoco uno sobrecargado (Soderbergh reserva eso para las luces sobreexpuestas), enfocando el clásico drama de espionage con una perspectiva más íntima y emocional (además de divertida) de lo que suele ser tradicional, sacando oro de un reparto maravilloso que hace lo necesario para que te quedes con todos los personajes y por qué pueden ser sospechosos. Un divertimento puro y extraordinario, no sólo porque esta película parece que ya no existe en las prioridades de Hollywood sino porque saca lo máximo de sus 95 minutos. (Black)
En cines.
Los pecadores
En un momento donde la zona media del cine peligra, y ya no hay mucho espacio para moverse para cineastas que tienen que escoger cine indie o blockbusters, Ryan Coogler ha conseguido tenerlo todo y dinamitarlo. Siguiendo su periplo con Rocky y Marvel decide cobrarse unos cuantos cheques pendientes para hacer una original variación de Abierto hasta el amanecer con música blues y valores de producción añejos, aunque también la ambición de un Jordan Peele en cómo emplear el subtexto.
El resultado es un agradable retorno a ese cine más lanzado y también bien situado entre la superproducción y lo pequeño, pero también es una divertida subversión llena de ideas. Una historia llena de creación de espacios seguros, de la música (negra) como catalizador del dolor hacia el éxtasis y de la intersección en la opresión. Cine que hurga en la herida, pero que también se lo quiere pasar en grande como si de una Vampiros de John Carpenter se tratase. Mejor que a tu nena se la lleve un vampiro que el KKK. (Black)
En cines.
Sorda
Nadie iba a cuestionar nunca las buenas intenciones de una película como Sorda, tan preocupada por la experiencia de esta comunidad y también por la maternidad, pero su mayor triunfo es no quedarse ahí. Eva Libertad nos va introduciendo progresivamente en una serie de cismas y miedos que van perfilando las aristas de un personaje nada cómodo aunque completamente entendible, llevado magníficamente por una Miriam Garlo que da una de esas interpretaciones que se te graban.
Un descuido sin mala intención por aquí, un dependiente que te jode el día por allá, el tener que pasar por las sensaciones más angustiosas para no sentirse muy atrás (grandísimo el diseño de sonido con un elemento clave). Hay una construcción muy meticulosa y específica que, preciosamente por su singularidad, entra en unas sensaciones muy grandes. Un acierto muy destacable, tanto por lo obvio como por lo que no. (Black)
En cines.
SÍ
Bosch: Legado (S03)
(Black)
Deli Boys (S01)
No sé vosotros, pero yo necesito tener siempre a mano una buena “serie pacomé”, que no se aplica solamente a la hora del almuerzo, sino a cualquier actividad cotidiana de tiempos muertos (vale también el gimnasio, el metro al trabajo o la universidad y algunos dicen que hasta el rato de planchar) que poder enriquecer un poco viendo un capitulito, preferentemente corto y de comedia, aunque no solo.
Esta historia de dos hermanos paquistaníes-americanos que descubren tras la muerte de su padre que éste tenía montado un entramado criminal y ahora están arruinados y atrapados entre luchas mafiosas es un ejemplo perfecto de la “serie pacomé” que queremos y merecemos. Es rápida, divertida, inteligente, va al grano y sabe tocar las teclas adecuadas para montar un entretenimiento de primera que además maneja muy bien el delicado equilibrio ético de lo que el espectador está dispuesto a aceptar de su protagonista, un poco al estilo de la Weeds de sus buenos tiempos. No se propone hacer demasiado y logra todos los objetivos que se marca: no se le puede pedir más. (poliptoton)
Efectos secundarios (S01)
Qué placer cuando el mundo de la animación adulta se escapa de la estética clónica y las tramas de adolescentes y/o padres de familia contestones e incompetentes. El animador y dibujante de comics Deron Bennett y el guionista Steve Hely (con créditos en diversos late nights, 30 Rock o The Office) presentan una historia inusual de dos amigos de instituto (hoy ella es asistente del CEO de una farmacéutica, él un hippy sin ocupación conocida) que reconectan cuando este último descubre un hongo que parece tener la capacidad de curar todas las enfermedades conocidas, para terror de las farmacéuticas y quizá también del gobierno.
Combina el thriller conspiranoico a lo Expediente X con el de patanes a lo hermanos Coen y lo sazona todo con un humor sequísimo y casi surrealista que le da al conjunto un tono especial y una voz propia que se agradece mucho en un contexto tan saturado. Terminados los diez episodios, no tengo necesariamente la sensación de querer ver más, pero entrega una temporada francamente intachable. (poliptoton)
El idioma universal
Un claro ejemplo de “No sé si esto está funcionándome todo lo que debería, o entiendo de lo que está hablando, pero qué alucinante que esto exista”. El canadiense Matthew Rankin hace una peculiar colección de historias cruzadas en un lugar que no existe y existe al mismo tiempo, imaginando una especie de Winnipeg convertida en Teherán (o quizás al revés) a través de mezclar referencias fílmicas de lo más dispares.
La observación casi documental de Abbas Kiarostami y otros titanes del cine clásico iraní llevada por el humor absurdo y seco de un Roy Andersson y un Aki Kaurismäki, intentando hacer observaciones sobre la identidad y el contexto alrededor no especialmente concluyentes pero sí peculiares. La clase de rareza que resulta increíblemente fácil meterse incluso aunque existan cosas hiperespecíficas que terminen pasando por encima tuya. (Black)
Estragos
La historia de esta película no debería ser tan complicada, y va tanto por lo que la ha rodeado como lo que pasa en la misma. Seis años después de una extraña pero peculiar obra de terror folk, Gareth Evans regresa tanto a Netflix como al cine con esa intersección de thriller criminal y supercine de hostias. Un retorno demorado por su breve paso por la creación de una serie de televisión con estos mismos ingredientes, y por un rodaje complicado que finalizó en 2021 y necesitó retoques que tardaron tres años en producirse por huelgas y temas de agendas.
No debería haberse hecho tanto esperar el retorno de uno de los mejores cineastas de acción, y el entusiasmo se mezcla con extrañas inquietudes que la película no se despega. Tiene demasiadas tramas y personajes en funcionamiento, quizá efectos residuales de su pequeño salto a las series, y no le ayuda empezar con una persecución enloquecida pero cargada de CGI.
Pero claro, ya pasaba en su anterior película: cuando llegan las tollinas y los tiroteos Evans sigue siendo un fuera de serie, creando un espectáculo ultraviolento y sucio que es completamente eufórico. Sus ambiciones exageradas consiguen aterrizar en un alucinante despliegue en una discoteca donde puede alternar estilos de lucha, perspectivas e intenciones con increíble fluidez. Ojalá le hubiera salido así toda la película, pero ya ha valido la pena el regreso. Y ahora que tarde menos para la siguiente.
Warfare: Tiempo de guerra
Incluso con su tozudez a la hora de intentar ser ambiguo a la hora de explicar su obra reciente (para frustración de para quienes demandan un political compass rellenado antes de afrontar algo), Alex Garland acaba machacando bastante el mismo tambor sobre el horror de la guerra. No es una conclusión muy elaborada, pero porque sus inquietudes están más dirigidas hacia la experiencia que a las ramificaciones. Mientras que en Civil War podía escaparse hacia cuestiones sobre cuánto tiempo puede uno mantenerse impasible ante el horror, ahora decide convertir todo en un artefacto explosivo.
Aupada y armada por las experiencias reales de su co-director y co-guionista Ray Mendoza (que asesoró a Garland en el clímax belicoso de Civil War), Warfare: Tiempo de guerra es un survival extremo que saca lo máximo posible de un punto de vista subjetivo y un diseño de sonido extraordinario. Tan centrada en lo vivido en ese tramo concreto por estos personajes que ni se preocupa en dar contexto ni de ellos (más allá de un prólogo desconcertante con toda la intención) o de su propósito allí, pero la falta de objetivo acaba siendo un objetivo. Todo es tan perturbador que ni siquiera puedes despegarte la inquietud mientras ves la (¿incompleta?) recopilación de rostros supervivientes mientras suena Low. (Black)
En cines.
OK
Amateur
Antes solíamos tener un thriller de estos medio patilleros cada pocas semanas para testar a posibles estrellas mientras te lanza una serie de secundarios del calibre “oh, este que siempre está bien” cada 20-30 minutos para estar entretenido. Hoy salen dos o tres de estas al año y tenemos que dar gracias, así que en esas estamos. (Black)
En cines.
El contable 2
La primera película ya fue un estimable intento de thriller de acción para padres lastrada por una estructura de flashbacks bastante flojeras, así que podía salir ganando mucho a poco que apostase por juntar más a Ben Affleck con Jon Bernthal. La secuela logra ser un disfrute y hasta emocionante cada vez que se centra en ellos, apostando por un toque más absurdo y desenfadado que lleva con suficiente gracia. La lástima es que se han quedado en el camino las dos cosas buenas de la primera: la cuidada fotografía en celuloide, cambiada aquí por un digital muy televisivo y de andar por casa, y Affleck haciendo la contabilidad de manera trepidante y chanante. (Black)
En cines.
En la victoria y en la derrota (Miniserie)
Un intento rashomoniano que, en el fondo, es como meterse entre pecho y espalda una colección de cortos de Pixar. Lo que para cualquiera que haya sido expuestos a ellos en las visitas al cine significa algunas historias majas, otras olvidadas al instante y algunas un poco desconcertantes (principalmente por cortes editoriales). No está mal, pero tampoco va a destacar. (Black)
La cita
Una simpática Hitchcock de saldo en la era del “me he dejado el Bluetooth encendido” que tiene un estilo visual bastante destacado y ganas de no tomarse en serio a sí misma que compensan los momentos donde se desafía la sensación de la incredulidad. Una película marca de la casa de Christopher Landon, que siempre tiene viene con propuestas guays para sus películas y siempre, siempre, deseas que fueran un poco mejores. (Black)
En cines.
MEH
Black Mirror (S07)
A estas alturas no hace falta explicar mucho el concepto de Black Mirror, especialmente cuando lo máximo que hace Charlie Brooker por variarlo es intentar dejar un pretendido poso humanista en cada final. Vamos a resumir que esta tanda tiene 1 Sí, 2 Ok, 1 Meh y 2 NOes y vamos con la imagen de resumen:
(Black)
Clásicos modernos (S01)
Hulu ha estrenado este mes una sitcom multicámara con risas enlatadas. Sí, se siguen haciendo y no, el formato no es necesariamente malo en sí mismo. El resumen de ésta es: “Las Chicas de Oro en versión marica” o, si queréis un poco más de detalle: tras la muerte del cuarto de ellos, los tres amigos restantes de una pandilla de cincuentones se van a vivir a casa de Nathan Lane junto a su madre, con tronchantes consecuencias. La serie, de los creadores de Will y Grace, es básicamente la respuesta a la pregunta “¿y si no hubiera habido homofobia en 1992 y en la tele de entonces hubiera sitcoms con protagonistas y temática gay?”.
La curiosidad que te despierte la respuesta, y tu necesidad de poner el cerebro en punto muerto durante 25 minutos determinarán si te merece la pena verte esto, porque (quitando un par de chistes algo subidos de tono que una CBS te habría censurado y un par de shits y fucks sueltos por ahí) eso es exactamente lo que hay: una sitcom multicámara con risas enlatadas de 1992, tal cual. Como ucronía seriéfila, tiene su puntillo ponerse al menos un par de capítulos, y alguna media sonrisa sacarás por el camino. Más allá de eso, pues lo dicho, poco que rascar. (poliptoton)
Daredevil: Born Again (S01 o S04, quién sabe ya)
Una vez más:
(Black)
El último suspiro
Costa-Gavras: la tier-list
El discurso sociocultural reciente ha estado marcado por la consigna de que lo personal es político, que la mera existencia fuera de los designios normativos ya era de por sí un acto de disidencia y que todas nuestras acciones están realizadas, conscientemente o no, como apoyo u oposición al status quo. No es algo con lo que
En cines
NO
La residencia (S01)
Se expande el UCAOITNBRC (Universo Cinematográfico de Actrices de Orange Is The New Black Resolviendo Crímenes) con un plan que a priori parecía apetecible: un whodunnit ligero ambientado en la Casa Blanca con Uzo Aduba en modo Benoit Blanc y la factoria Shondaland ofreciendo una cierta garantía al menos de competencia a nivel de producción.
Por desgracia, lo que ofrece La residencia casi desde el primer momento es una decepción que saca la patita del algoritmo a cada oportunidad, desde el montaje atropellado a los flashbacks inútiles para rellenar los ocho episodios de rigor, los personajes que están ahí sólo para repetir lo que acaba de pasar por si estabas mirando el móvil o algún cameo famoso que me jugaría el cuello a que está metido en posproducción. Y mientras tanto, una sensación constante de falta de chispa, de que están ahí los ingredientes, pero todo a medio cocinar.
La serie lo juega todo al montaje histérico y a que los personajes hablen muy rápido cuando lo que necesita es… simplemente tener gracia. Y mira que lo intenta, pero no la tiene. A ver si el UCAOITNBRC endereza el rumbo con la segunda de Poker Face, que ya llega prontito. (Poliptoton)
La huella del mal
En cines.
Una película de Minecraft
En cines. Si te atreves.