Los mejores discos de electrónica de 2021
La lista con ruidos de todo tipo que no podías dejar pasar (ahora con menos ambient)
Como cabía esperar, aunque ahora nos hemos reformado y publicamos menos listas (musicales) que antes, no podemos faltar a las tradiciones, y menos en estas fechas tan señaladas. Un año que se va, en el que la burbuja ambient ha tocado su techo (esperemos que reviente pronto), pero que ha dejado notables discos de género. Pero sobre todo, los álbumes más interesantes solo apelan a él de una forma tangente. Durante este 2021 hemos tenido buenísimos devaneos techno, sorpresas lejanas en forma de IDM o breaks, algo de house, y por supuesto ha sido un año espectacular con el nivel de la electrónica nórdica, que lleva años rayando a un nivel buenísimo. Aquí van nuestros 20, con sorpresas inesperadas por algún regreso, que no el único. Empezamos con uno de ellos, cerrando por ser EP.
20. Burial + Blackdown - Shock Power of Love EP
Hace catorce años que no se atreve con un LP (y quizá está bien que así sea, hay que publicar solo si va a estar a la altura para no mancillar lo publicado) y en los últimos años ha venido dando una de cal y una de arena constantemente. Pero ah… William Bevan. El jodido Burial. En momentos oscuros de pandemia, de estar subiéndose por las paredes para ir a quemar la pista de baile (y otras cosas), al fin el productor inglés más hateado de los últimos tiempos por no dar lo mejor de sí, volvía al menos al nivel de un ya lejano Rival Dealer en 2013.
Es una pena por Blackdown, su compañero de split (que cumple y muy bien en sus dos piezas), pero está claro que este EP se recordará por los dos pepinos de Burial. Que vuelve al future garage más garagero; al del groove, al de la luz que nos ilumina en estos tiempos oscuros, al de los vocales fantasmagóricos que te ponen la piel gallinácea. Dos tamices de casi diez minutos para calentarnos la oreja y el cuerpo con ese tema garagero tan británico en 'Dark Gethsemane', para a mitad de camino darle la vuelta al tema y tatuarte ese pegadizo 'We Wust shock this nation with the power of love!'. Y ojo a ese cambio de ritmo en los dos minutos finales con ese bajo. Tremendo.
Otro tema luminoso traía en 'Space Cadet', con ese ritmazo y el vocal con ese lalalalala de fondo; con ese ruido glitch de sus gloriosos años de dubstep; con esa ornamentación luminosa que va y viene y que culmina con otro ensoñador final. En los albores de la tempestad, como Gandalf, Burial volvió a nosotros. Sí, es un EP. Pero a él se le perdona, había que empezar la lista con honores. (Crítica en la tier list del 3 de mayo)
19. Richard Fearless - Future Rave Memory
En 2019, Fearless publicaba Deep Rave Memory, un trabajo donde confluían el acid techno, la electrónica progresiva y pequeños homenajes a la electrónica modular de la Escuela de Berlín. Este año el alma mater de Death in Vegas ha publicado su reverso, Future Rave Memory, un trabajo que está en el lado contrario de la adrenalina y el empuje que tenía su debut en solitario en formato LP. Un álbum más centrado en la electrónica progresiva, pero en aquella que no se combina con otros estilos. Hay drone y hay distorsiones, pero sobre todo es una obra para escuchar reposadamente, no para todos los públicos, pues como los discos de atmósferas, tiene evoluciones lentas aunque de un gran poder evocador. Se puede comprobar en piezas como 'Earth Tapes', en la que la barrera entre el sonido de un efecto y los vocales se difumina.
No obstante, se trata de un disco que va creciendo en intensidad, con ambientes más oscuros y cargados, con alguna gota de acidorro como la que da nombre al LP. Las últimas tres canciones, las más disfrutables por los detalles que esconden, recuerdan a los dos últimos trabajos de Death in Vegas donde Fearless ya experimentó con este tipo de estructuras en las que hay pequeñas melodías analógicas dentro de largas progresiones. La joya de la corona es el cierre con 'Our Acid House', cuyo nombre ya dice lo que se encontrará en el interior. La culminación de un notable álbum en el que esa distorsión final transporta a un paisaje en calma tras la tempestad. A falta de Death in Vegas, bien los trabajos de Fearless.
Crítica en la tier list del 8 de noviembre
18. Sky H1 - Azure
La belga Sky H1 ha debutado este mes de diciembre en formato larga duración con un elocuente disco de ambient techno en el que hay gran peso de los graves, ambientaciones gruesas y ciertos arrebatos de pulsión clubbera. Sin prácticamente vocales, tan solo algún coro para jalonar los temas, Azure es un disco que no deja constantemente de insinuar, sin llegar nunca a soltarse en niveles de contundencia. Una fórmula que podría ser interesante, pero que juega cómodamente en esos medios tempos como ‘Darklite’. Piezas que podrían ir a más, pero que prefieren quedarse en la oscuridad y los bajos de ‘Topaz’. Frente a trabajos que apuestan más al bombo y al ritmo obvio para matar, la productora belga prefiere jugar en márgenes no tan obvios donde la ambientación y los sonidos profundos crean un colchón etéreo al que amarrarse para no querer salir. Un debut notable que abre puertas hacia una mayor tensión que puede dar mucho de sí, como muestra la eléctrica ‘Freefall’.
17. Tim Hecker - The North Water
Con la banda sonora de una miniserie (La Sangre Helada, en la interpretación española) ha vuelto el canadiense a producir en largo tan solo dos años después de Anoyo, de 2019 y continuación de Konoyo de 2018. Dos producciones que precisamente después de las colosales obras de Virgins y Love Streams, sabían a poco por ser un ambient con menos cuerpo y texturas que las habituales del productor canadiense. Si bien en los últimos tiempos ya se ha ido dejando el drone, esas ambientaciones de atmósferas agresivas conjugadas con las secciones de viento o cuerda habían cubierto muy bien ese lugar. Con la música compuesta para esta serie, sorprendentemente, Hecker vuelve a rallar a un gran, gran nivel. No porque sea suyo, sino porque para este tipo de encargos otros productores ponen el chip de BSO y suelen hacer trabajos más desligados de sus piezas como artistas electrónicas. Un ejemplo reciente de estos últimos podría ser lo de Clark, entre otros.
Con esta vuelta, Hecker se saca de la chistera 15 cortes de muy buen nivel, en los que reencontrarse de nuevo con las secciones de viento y/o cuerda, pero sobre todo, con un ambient pesado, agresivo, que sigue una estela en la que se van añadiendo capas con muchos más matices. Sonidos profundos que se van viendo rápidamente, como en 'First on Deck', 'Delirious' o 'Left on Ice'. Piezas de mucho empaque que seguramente serán lo que pida la miniserie, pero que indistintamente, es pura marca de la casa del Tim Hecker que hacia varios años que no se escuchaba. Puede que no estén los temas de 8 minutos con un drone analógico de los que epatan, pero sí están esos temas donde el vacío, el desasosiego o el dramatismo toman una forma tan pesada que te rodea y te acongoja; una de las experiencias que siempre dejan huella en sus mejores trabajos, y que aquí hacen acto de presencia en temas con tanto detalle como 'Our First Whale' o la erosión casi drone de 'The Warmth of Drax'. Un gran colchón sonoro que quita el hipo.
Crítica en la tier list del 13 de septiembre
16. Felipe Gordon - A Landscape Onomatopeya
Ante el maremagnum ambiental desde la pandemia y enmarcado en todo lo urbano, el rescate a los breaks o incluso a los resquicios del hardcore y la màkina de estos años, sigue habiendo notorios supervivientes entre los géneros 'raíz' orientados al baile que ahora parecen en un segundo plano. Uno de ellos es el house, y el colombiano Felipe Gordon ha debutado en largo este año con A Landscape Onomatopeya (Shall Not Fade, 2021), un trabajo más enfocado en el deep house al que es difícil no devolverle la mirada por el sonido seductor que rezuma.
Sin embargo, hay algo mucho más que señorío en este primer largo. Once temas en los que se entremezclan ese refinado gusto sonoro que suele ir aparejado al género, pero también capas de sofisticación como las de 'Das Nuyorcan Vibes', bajos sinuosos y algo de acid en piezas como 'Walking into the Unknown'. Una simbiosis demasiado seductora como para no rendirse ante ellas. Pasajes casi lounge que después contrastan con pianos y piezas que a pesar de su sobriedad van creciendo y creciendo durante nueve minutos en los que Gordon no te deja escapar. Un talentazo que este año también ha dejado presente en varios epés. Y además tiene la sobrada de cerrar con 'Wake Up', prácticamente glitch hop. Como para no seguirle la pista.
15. SaffronKeira, Siavash Amini - The Faded Orbit
The Faded Orbit no es un trabajo para cualquiera, teniendo en cuenta los autores de la obra. Un disco de seis piezas de dark ambient con una fuerza que invita más a enfrentarse a ella que a simplemente escucharla. Empieza con unas líneas oscuras, sin mucho aderezo, aunque sí con segundas pistas de cierta experimentación y evocación al vacío. Una muestra del magnetismo que rezuma el álbum y que va a más conforme va avanzando el minutaje. Ese punto máximo es 'Kernel', donde llevan la estridencia casi al máximo para cortar en seco y volver al sonido del vacío, al sonido de la calma tras la tempestad, terriblemente bello. Uno de esos motivos por los que siempre hay que estar pegado a ciertos productores ambientales.
Una propuesta que te lleva por caminos oscuros, pero que tiene abruptos importantes en el camino, una tensión eléctrica en atmósferas como 'Forgotten Machinations', donde la experimentación, el drone y el ambient se simbiotizan. Con un cierre en el que las partes que forman el disco demuestran que hay mucho que ofrecer fuera de los puntos comunes. Sí, progresiones, atmósferas gruesas y drone; pero hay que saber moldear esos discursos, sorprender, como sucede con esos cambios de ritmo, que ofrecen en un mismo tema la quietud y la tempestad. Un álbum al que enfrentarse y dejar que te pase por encima. La belleza del dark ambient.
Crítica en la tier list del 4 de octubre
14. Colleen - The Tunnel and the Clearing
Un título que habla por sí solo, un álbum de contrastes, de electrónica calmada y analógica, que en no pocas ocasiones se cruza con etéreas formas de art pop, gracias al ambiente y su espectral voz. Lo nuevo de la francesa ofrece un marcado toque minimalista que tiene en sus momentos de mayor elaboración verdaderas joyas como 'Implosion-Explosion', un tema donde todas esas aristas confluyen para ofrecer una atmósfera suavemente gótica que puede recordar a una especie de reverso atenuado de Anna von Hausswolff. Y algo más colorido, a pesar de esa base añeja y tan primaria que retrotrae a Silver Apples. Un pasaje para recordar que después se ve aumentado en el tema que da nombre al título, con ciertos amagos de épica y leve dramatismo con ese sonido orgánico, magnético y clasicista. Para acabar en una segunda mitad modular y nostálgica.
Son algunos de los mucho detalles que se encuentran en este minimalista trabajo desde el punto de vista conceptual, tan solo con los sintetizadores y ambientes más o menos livianos en los que se va deslizando suavemente la voz de Cécile Schott como en 'Santa Eulalia'. Un regreso muy inspirado, inspiradísimo, con unas aristas que saborear por el recatado uso de los sonidos más elocuentes del sintetizador modular y su combinación con tamices más ostentosos. Una mirada gótica desde un prisma más modernista.
Crítica en la tier list del 25 de mayo
13. Ross From Friends - Tread
Después de un finísimo debut con Family Portrait (Brainfeeder, 2018), Ross From Friends hacía suyo el axioma matemático de "el orden de los factores no altera el producto". En este caso, el producto no se resiente, tan solo cambia el vehículo para llegar a él. Si hace tres años era el outsider house y cierto ambiente tribal el que regía un sorprendente debut por lo grato y delicado, Tread deja esa variante house en un segundo plano para expresar esa belleza mediante un cada vez más común (de nuevo tras la explosión burialista), future garage.
Tan solo bastan los dos primeros cortes para ver que sigue habiendo producciones minuciosas de un acabado exquisito, esta vez con unas secciones vocales que van directo a reblandecerte. 'The Daisy' o 'Love Divide' no pueden ser mejores cartas de presentación de lo que nos quiere contar esta vez Ross From Friends: más vocal, igual de fino, y bailable. Con un sonido cristalino que tiene una parte central para noquearte, con esos repentinos aguijonazos melódicos de 'XXX Olympiad', algún instante de inspiración trip hop en 'Spatter/Splatter', de nuevo con coros vocales que son un ejemplo del peso que aquí tiene la voz, Tread es un trabajo de los de quedarse a vivir bastante tiempo. En plena ola de desfogue, de regreso y reencuentro en la pista con la comunidad, Ross From Friends se desmelena lento, a su forma, sin quemar, tan solo epatando por su talento. Un espíritu que en piezas como 'Run' se despliega para ocuparlo todo. Belleza, euforia contenida y regreso a los buenos tiempos. Si lo de Harle era el regreso suicida a la pista de baile, esto es la armonía tras el regreso a la vida (normal). Un trabajo fantástico.
Crítica en la tier list del 25 de octubre
12. 林良憲 [Yoshinori Hayashi] - Pulse of Defiance
Desde Tokyo, y con una entrada al más puro estilo Himuro Yoshiteru en aquella lista de Hipersónica de tiempo ha, en abril se publicaba el segundo largo de Yoshinori Hayashi. En paralelismos con su ínclito compatriota Yoshiteru, Hayashi también tiene querencias por el breakbeat y los sonidos de bella factura. Pulse of Defiance es un trabajo tremendamente ecléctico, que pasa de esos breaks al downtempo en un mismo tema (‘Make up One’s Mind), para luego darse una vuelta por terrenos que beben del trip hop en ‘Luminiscence’ y sorprender con absolutos temas como ‘Touch’. Una sugestiva e ingeniosa mezcla entre el techno y la IDM que muestran el talento que hay detrás. Un ejemplo de lo que es este disco, doce temas de pura diversidad y sorpresa, en el que hay tantos bandazos, incluso pianos propios de propuestas más minimalistas, que es difícil saber por dónde va a salir. Lo que empieza por estos caminos acaba por unos borrachos sonidos de IDM añeja y casi drill’n’bass a lo Squarepusher (‘Twilight’). En definitiva, un auténtico trabajo camaleónico en el que hay mucha evocación noventera mediante jungle, IDM o breakbeat. Entre otros.
11. Arca - KicK iii
Arca ensambla desde el minuto 1 ese Deconstructed Club de nuevos sonidos en los que tienen cabida la electrónica de agudos y sonidos digitales de sus inicios, el reggaetón y lo estética postindustrial, más por lo estético a la vista del artwork de los discos (de Damon Zucconi) que lo musical. Un trabajo integral que no solo se posiciona políticamente aunque sea desde su plano individual a la vista de algunos títulos, sino que llega a algunas de las cotas musicalmente más interesantes. Es cierto que con nada más y nada menos que cinco volúmenes, aunque hoy hablamos de los cuatro recientes, haya momentos en los que el trabajo pierda fuelle. Inevitable. Pero ese equilibrio entre todas las aristas que tiene yace en piezas como 'Prada' o 'Rakata' en el primer volumen. Más orientado al reggaetón, pero sin despojarse de esos arpegios electrónicos tan característicos que le han acompañado siempre.
En resumidas cuentas, un trabajo repleto de matices, de puntos de equlibrio en los que convergen ya casi diez años de trayectoria musical. Un nuevo ciclo, como ella dice, del que resulta su propio renacimiento. Un recorrido de cuatro discos en uno (cinco si incluimos lo de 2020) en los que es inevitable encontrar altibajos, pero con pasajes y momentos de talento y calidad exhuberante, acercando posturas entre géneros que puede que hace 15 años fueran impensables. Un trabajo, en definitiva, de su tiempo, en el que se toca lo trans, lo latino, la electrónica, y temas actuales de hoy como la Inteligencia Artificial y la enésima reflexión entre hombre y máquina, aunque sea más desde lo estético. Una obra, más que un trabajo, al que dedicarle el tiempo necesario para saborear todos sus poros antes de caer en una escucha rápida y sin reposar.
Crítica en la tier list del 6 de diciembre
10. Lake Haze - Sun Rising On Concrete Landscapes
Ante tanta saturación de nuevas producciones electrónicas, donde cada género y subestilo generan contenido prácticamente inabarcable, volver a propuestas como la del portugués Lake Haze reconfortan mucho. Sobre todo por la belleza de sus piezas, cimentadas bajo un acid juguetón, accesible y muy melódico, que unas veces vira más hacia el house y otras hacia un techno muy light. En él, las emociones pueden emerger fácilmente. Y posiblemente esa uno de los discos de este año que mejor conectan con la noche y con la montaña rusa de sensaciones que se pueden vivir en ella. No hay más que ver lo bien que funcionan los primeros cortes, sobre todo con ese 'That Rave Saved My Life', un título que después de una pandemia, casi que emociona tan solo de leerlo y que rememora a todo ese tiempo perdido. Una fina capa de ambient en segunda línea y a triunfar.
Por lo demás, un trabajo bastante accesible y elocuente, juega todo el tiempo con casi los mismos sonidos, pero la forma de cada uno de ellos, con la elegancia house de 'Always by Your Side' y otros que van más a por el break y el acidorro casi suicida, lo hacen un trabajo muy ambivalente. Cosas que ya hemos oído antes sin duda, pero es difícil no resistirse ante joyitas tan bien hechas como 'Digital Petals'. Pura emoción. Crítica en la tier list del 10 de mayo
9. Patricia - Blue Ridge
Tras un discreto Maxyboy (Ghostly, 2020) el pasado año, que no es un mal disco pero al que le faltaba la magia de su anterior LP, Max Ravitz volvía a coger el punto este año. A finales de 2020 ya autopublicó Non Zero Sum en su bandcamp. En él ya había algo más de punch; junto con la belleza de su tamiz sonoro, se acercaba al equilibrio de aquél gran Several Shades Of The Same Color. Blue Ridge recupera ese esplendor, y además lo hace en el sello madrileño Analogical Force, casa imprescindible hoy para los acérrimos de la IDM y sus derivadas clásicas.
En este sexto álbum ya empieza a sonar esa arquitectura sonora y minuciosa desde el principio, con una 'Ibex' de gotas acid, casi una marca de la casa de Analogical Force, apostando por aquellos sonidos gloriosos desde la perspectiva de hoy. Así llega la armonía por ejemplo con el breakbeat de 'Husk', y se le suma el colchón ambiental que siempre inyecta a la música de Patricia esa parte emocional, incluso en sus álbumes menores. Blue Ridge quizá no roza la excelencia de aquél trabajo de 2017, pero recupera las sensaciones que sabían a poco con su LP del pasado ejercicio. En 'Worm' o 'Pith' se ve de nuevo a ese Ravitz en forma, jugando con un acid accesible y con lo que podría ser un braindance ligero, aplicado a su introspección sonora, siempre con ese plus de evocaciones y melancolía. Un álbum en cierta forma reparador, en el que tira más de lo habitual de pistas a las que no había dando tanto protagonismo, como los breaks. Lo suyo siempre había sido la IDM emocional, que aquí toma otra forma con esas percusiones de mayor tempo como en 'Phot', donde se encuentra a un Patricia más alejado del sonido orgánico y del outsider house en el que tampoco le va nada mal cuando se encierra en él.
Crítica en la tier list del 8 de noviembre
8. Nadia Struiwigh - Pax Aurora
Desde Nous'klaer llegaba a principios de este mes lo nuevo de Struiwigh, otro álbum a mitad de camino entre la electrónica progresiva y el ambient, en el que la productora ha ensamblado el que quizá es su mejor de los tres álbumes publicados hasta ahora. A través de temas inmersivos, con las habituales capas de ambient y casi drone que se expanden hasta difuminarse formando una bella atmósfera junto al piano y otros aspectos clasicistas que rezuma el disco.
De 'Dreaming about Rollercoasters' y esa sensación de vacío y tranquilidad que deja a su paso, al minimalismo de 'Nana' que se va enriqueciendo mientras va sumando nuevas pistas de detalles, hay un hilo invisible en el que la artista afincada en Holanda muestra su talento y su delicadeza para construir estos nuevos temas. Sobre todo resulta de gran interés para la parroquia ambient al ir mucho más allá de las evoluciones sonoras que van en aumento con una única línea sonora. Desde los disparos discrecionales de 'Feroit' a los sonidos modulares que inspiran 'YOU', Pax Aurora es una experiencia sonora de gran valor añadido en la que las sensaciones y las emociones no dejan de flotar en ningún momento.
Crítica en la tier list del 2 de agosto
7. Danny L Harle - Harlecore
¿Cómo acaba haciendo esto el hijo de uno de los integrantes de la banda de Michael Nyman? Pues joder, cosas generacionales, como ha sido siempre. Ya lo decía Bob Dylan en The Times They Are A Changing. En pleno empacho de ambient y de regreso a las estructuras más calmadas, que han venido también marcadas por la pandemia, Danny L Harle pasa por encima de todo ello y de todos nosotros para volver a un estado eufórico de la Gran Bretaña ravera. Pero en espíritu, porque musicalmente su propuesta es algo varios años posterior: una propuesta de rescate al hardcore aunque desde el plano más melódico y pitufero que representaban las Pont Aeri, Scorpia y cía.
El regreso de las cantaditas, el hardcore light y temarrales con una facilidad brutal para levantarte de la silla y subirte por la pared. Si ha vuelto el chándal, el trance y hasta la música de gasolinera, ¿por qué no iba a hacerlo este hardcore y progressive para la Generazión Z? El enganche de 'Piano Song', 'Do You Remember', 'Take My Heart Away'... Una pasada de enorme adicción que aún no ha conectado con todos, es lo que tienen los revivals. Pero su salida en plena apertura de nuevo de la noche y cierta normalidad fiestera fue también un punto clave. Un disco eufórico que también está cruzado por el momento en el que se publicó.
Crítica en la tier list del 2 de marzo
6. Eomac - Bedouin Trax II
¿Cracks? ¿Bedouin Trax II? ¿Cracks? ¿Bedouin Trax II? Es difícil inclinarse por uno de los dos largos que este año ha publicado la mitad de Lakker, el irlandés Eomac. Tanto el LP de Planet Mu como este, publicado en Bedouin Records, comparten prácticamente las mismas líneas maestras, techno que a veces se pasa a coordenadas más industriales; techno que en otras ocasiones se vuelve más melódico. Sin embargo, Bedouin Trax II tiene unos ingredientes más especiales. Por una parte, tiene más texturas, y además de ese peso del techno industrial, tiene esa huella de sonidos árabes por los cuales empezó a colaborar con el sello en la primera edición de Bedouin Trax. El resultado son temas de un techno altamente emocional, aderezado con esos matices árabes que construyen piezas tan brillantes y pegadizas como ‘Battle for your Mind’, evocadoras como ‘Become Whole Again’ o esas combinaciones de baile y transporte a Medio Oriente en temas como ‘Everything Falls Away’. A diferencia de Cracks, aquí hay menos industrial, pero también líneas más ambientales y detalles en segundas líneas. Un trabajo inspirador. Cualquiera merecería entrar en listas por este añazo de Eomac.
5. Helm - Axis
Como tantos otros productores, la pandemia influyó definitivamente en el acabado del disco de Helm, ya que había empezado a trabajar en él antes de la covid, pero esta le hizo replantearse los conceptos, por lo que recuperó cacharrería analógica antigua, con sonidos más básicas, lo que le confiere un sonido más primigenio a Axis (Dais, 2021). Combinado con chelo o violines, esa instrumentación le confiere al álbum una gama de matices muy enriquecedora. Desde las texturas de 'Para' a los vocales camuflados en piezas como 'Repellent', donde todo son texturas y un sonido industrial muy mecánico, que no deja de martillear, sin duda el nuevo álbum de Younger es de los de quedarse ensimismado y encerrado en él. Sobre todo en los días de frío que llegan.
Pero sobre todo, lo mejor queda en los dos cortes finales del LP, con canciones monumentales como la que da nombre al disco, 'Axis', en la que ese dark ambient se funde con la fuerza industrial, otorgando al tema un ensamblaje de alto tonelaje sonoro que acaba en una deconstrucción puramente retorcida. Aunque por aquí sobre todo lo que siempre nos pirra es la épica, y el corte final, 'Tower', da además ese toque cinemático, más puramente ambiental, tan solo con algunas progresiones a las que después se van añadiendo más capas de distorsión. Un final made in Roly Porter, Paul Jebanasam y el sonido de toda esa buena gente de Subtext. Peliculón.
Crítica en la tier list del 22 de noviembre
4. Maenad Veyl & The Sarcasm Ensemble - Comfort in Misery
El italiano Maenad Veyl es docto en las artes del techno industrial, habida cuenta de los discos publicados hasta ahora, como Reassessment del pasado año. A través de su propio sello, Veyl, acaba de lanzar un nuevo álbum, simulando colaboración con The Sarcasm Ensemble, otro aka suyo, con el que suele salirse del techno para centrarse en el dark ambient o en ambient techno en su defecto. En definitivas cuentas, cuando adopta este alias sigue tirando de sonido abrupto, rocoso, pero más centrado en las atmósferas, y Comfort in Misery es un álbum que va a más. Quitando el primer tercio, que funciona bien aunque no es la parte más brillante del disco, a partir de 'Deep Ruby', con una secuencia analógica, hace introducción de lo que vendrá después.
Y lo que viene después es una de esas propuestas de grosor, de fuerza, de aquellas que recuerdan al Roly Porter espacial. Ahí está 'Suntrails' para atestiguarlo, una corte de cuatro minutos de puro músculo, de sonido abigarrado frente al oyente, que va creciendo y erigiéndose en una capa épica de las que quitan el hipo. Oscuro y monstruoso en ocasiones como la fuerza de un agujero negro, pero también con pasajes para un bello y melancólico sonido como el de 'Always Worse'.
Crítica en la tier list del 11 de octubre
3. Zomby - Chaos Reigns (I, II, III, IV)
Aunque en cuatro volúmenes por separado, a modo de epés, aunque forman una lógica coherencia —de ahí el nombre— por el sonido, se podría decir que estos discretos lanzamientos de final de año de Zomby son lo mejor que ha hecho en años. Discretos por el poco ruido que ha hecho, después de varios tropezones, desde aquella fallida colaboración con Burial hasta los flojos trabajos de 2016 y 2017. Aunque parecía perdido para la causa, la primera parte de Chaos Reigns animaba a una cautelosa alegría, cosa que han acabado por corroborar la publicación de las restantes. Vuelven los breaks salvajes, el jungle sudoroso, los ocho bits y los vocales para quitarse el sombrero. ¿Ha vuelto el Zomby que todos esperábamos? A tenor de este Chaous Reigns sobre la bocina, no solo ha vuelto el ¿mejor? Zomby, sino que para arreglar todos los pinchazos de estos últimos años, ha dado un paso atrás para volver a surfear la cresta de la ola. Un trabajo que rememora y mucho a aquel gran debut de Where Were U in '92? (Werk, 2008) o al buenísimo Dedication (4AD, 2011).
Un retorno autorreferencial con el guiño del título de uno de los 24 temas: ‘Eclipse 92’. También en lo sonoro, hardcore breaks y aguijonazos digitales de 8 bits. Una larga lista de temazos de los de incendiar la pista, desde el jungle de ‘She Loves Me’ o ‘She Loves Me Not’, el retorno al viejo dubstep de ‘Indigo’ o al acidorro de ‘Act 13’ que recuerda al sonido profundo de With Love (4AD, 2013), su último gran disco. Precisamente un doble álbum, que por minutaje podría ser también este. ‘Aquarium’, ‘Balloon People’, ‘Descend’… Ha vuelto con todo. El retorno de uno de los hijos pródigos de la electrónica internacional (y de esta casa).
2. Anthony Linell - Winter Ashes
El otro proyecto de Abdulla Rashim con su nombre de pila, Anthony Linell, publicaba en marzo Winter Ashes (Northern Electronicos, 2021), un álbum en cierta forma de electrónica progresiva, aunque no al modo de los viejos dinosaurios del estilo, pero sí con esas evoluciones lineales que en manos del productor nórdico, se tornan en finas tonalidades frías, cortantes, inspiradas en la mitología nórdica. Un trabajo de desasosiego, de retorcimiento de sonidos que representan un eclecticismo entre las líneas agudas y una ambientación oscura. Un álbum que es francamente impresionante, tanto en su acabado como por lo efectivo que es para provocar distintas sensaciones con relativamente tan poco.
El último disco del sueco hace de su minimalismo su principal arma, un LP de pocos adornos, de algún detalle en capas secundarias que arropan sencillas y tenues líneas de melodías de tres o de seis minutos, pero siempre con un hilo vertebrador, esos contrastes que dejan en babia y que están muy lejos de la monotonía a pesar de las pocas materias primas que utiliza. Un planteamiento brillante que tiene prácticamente durante todo el cuerpo del disco un poder y un magnetismo apabullante. De las lentas pulsiones de ‘Being Water’ a la nostalgia de ‘Codex Regius’, la forma de hilar esas líneas sonoras son pura maestría. A raíz de ello, tan solo alguna pista secundaria para añadir texturas que se difuminan de forma progresiva en piezas sublimes como ‘The Final Words’. Mucho, pero mucho, con muy poco. Un disco soberbio.
Crítica en la tier list del 5 de abril
1. Lost Girls - Menneskekollektivet
Jenny Hval y Håvard Volden llevan años colaborando, eso sí, con canciones más orientadas al folk, un camino curioso después del ambient pop de Jenny Hval y sobre todo la raíz experimental de Volden. Por eso sorprende aún más lo que ya prometía con los avances, Lost Girls, una asociación más, pero esta vez bautizada en un proyecto conjunto. Menneskekollektivet (Smalltown Supersound, 2021) ha sido su primer hijo y la sorpresa no ha podido ser mayúscula. Un trabajo sobresaliente que no hace sino crecer durante sus cinco temas, algunos de más de diez minutos, tanto en lo musical, como en lo emocional. Decía muy certeramente probertoj en su reseña que el disco va desde el ambient y el spoken-word hasta la pista de baile, en una intimidad expansiva al alcance de pocos; una suerte de reverso psicodélico e imponente de Björk. Pero también con esa emoción y olor a The Knife que tanto se echa a veces de menos.
Un álbum que transita del ambient a un synth pop tramposo, casi minimal techno desde su inicio, que trae después esas atmósferas gélidas nórdicas en ‘Losing Something’ para después sacar a relucir ese corazón de art pop en ‘Carried by Invisible Bodies’. Menneskekollektivet tiene un envoltorio colorido y de fácil acceso, pero en su interior hay algo más que esas melodías bien tejidas, como se muestra en la progresión de esos temas que rebasan los diez minutos, donde van entrando en pistas secundarias guitarras, sonidos más experimentales y esa percusión simple que lleva al trance. Además del primer corte, ‘Love, Lovers’ es ese ejemplo, orquestado con ese aullido de Hval que eriza el vello. Y otra vez la doble percusión. Una absoluta maravilla que te pasa por encima y con la que dejarse llevar. Un viaje que finaliza con esa instrumentación, reverberaciones y bombos eléctricos que construye Volden. ¿Más electrónico? ¿Más pop? ¿Más psicodelia? Qué más da. Vaya maravilla.
Crítica en la tier list del 12 de abril