Los mejores discos internacionales (5/5)
El año, ordenado en cómodo ranking para que lo puedas flipar
(Viene de la parte 1, de la parte 2 y de la parte 3 y de la parte 4. No habrá más partes)
10. The Tubs - Dead Meat
Género: campanamuertismo trotón
Ay, lo que nos pone por aquí un bajo pop bien saltarín, y a la vez, bien tenso. Lo que nos pone que el resto se sumen rápidamente a ese inicio, sin abotargar nada, dejando que el pop respire. Y lo que me gusta, personalmente, ese tipo de voz que modulan cantantes como Lou Barlow (Sebadoh) y Owen Williams, cantante de los británicos The Tubs, que emociona rápidamente con poquito en ‘Wretched Lie’.
Seamos claros: aquí vamos a estar en terreno conocido. Que si oyes a los Sugar más poperos, es normal (’Round The Bend’). Que si te ves echando de menos los discos de ilustres campanamuertistas de escasa suerte, como Twerps o Goon Sax, es concluyente. Que hay aquí un pulso de dedos entre el jangle y el pop de guitarras aceleradas y que quieres ponerle pegas, pero es todo tan directo que… nah, mejor olvídate… si luego te encuentras parones emocionante como el ‘That’s Fine’ está todo bien. También puntos de postpunk majo con ecos de Peter Buck (’Illusion Pt. II’), letras dolidas por el extraño acomodo que tenemos que encontrar en el mundo y urgencia, tristeza y un amor increíble por las guitarras que no necesitan encabritarse ni oscurecerse para demoler. Qué difícil es hacer el campanamuertismo trotón, y qué gozada cuando sale como si nunca lo hubieses escuchado. (probertoj en la tier del 7 de febrero)
09. King Gizzard & The Lizard Wizard - PetroDragonic Apocalypse; or, Dawn of Eternal Night: An Annihilation of Planet Earth and the Beginning of Merciless Damnation
género: Pozos de ambición metal
Los inicios de King Gizzard & The Lizard Wizard no invitaban precisamente a pensar que estábamos ante una de las bandas de metal más excitantes y brutales de esta década en la que estamos. Es cierto que desde entonces han apuntado en mil direcciones, siempre desde una personalidad y carismas indistinguibles, pero sus amagos hacia el sonido pesado se sitúan entre sus mejores esfuerzos de manera regular, al menos según yo lo veo. Ahí está su Infest the Rats' Nest, su disco Slayer, para demostrarlo.
Aunque PetroDragonic Apocalypse blablabla va aún más lejos. En sonido y en cuando a mensaje de ansiedad climática, donde King Gizzard vuelven a tirar de humor y urgencia para retratar un planeta en llamas y lleno de monstruosas máquinas extrayendo petroleo a la vista de los pequeños lagartos que pueblan el seco yermo. Esa emergencia es expresada con unas canciones agresivas, con guitarras pesadas tocadas con una capacita de vértigo casi thrash pero también con una complejidad progresiva.
PetroDragonic Apocalypse asumen con toda naturalidad el metal progresivo más bravo y apabullante, consiguiendo en el proceso el mejor disco de Mastodon en varios años. Y sin dejar de sentirse puro King Gizzard, como demuestran en 'Supercell' o sobre todo 'Witchcraft'. No obstante, es en ese fabuloso trío de 'Gila Monster', 'Dragon' y 'Flamethrower' donde no sólo se marcan un de los tramos más acojonantes de un disco de 2023, sino que han absorvido un género entero para hacerlo suyo y poder escupir con más contundencia su ecoansiedad. Sí, es posible que se hayan marcado el disco de metal del año, pero ante todo han firmado una nueva cima en su infatigable carrera. (Black Gallego)
08. Tomb Mold - The Enduring Spirit
género: los marcianos vinieron del futuro y nos trajeron black metal
Habiendo dado Blood Incantation un paso en falso bastante gordo con aquel disco ambient-turra, muchos andarán desesperados por entregar esa corona del death progresivo marciano que tan rápido les otorgaron. Tomb Mold parecen los mejor colocados para ello, con un nuevo disco que aúna aclamación y bastante hype, aunque quizá no a los niveles del disco bueno de Blood Incantation.
Yo debo decir que The Enduring Spirit es más exitoso en sus ambiciones que aquel disco. Tomb Mold exploran la brutalidad esotérica y elementos de ciencia ficción a través de complejas estructuras y riffs fuertemente influenciados por ramas sonoras libres como el jazz. Y nunca deja de sonar demoledor, nunca pierde el pulso con aquello que pretende, y consigue ser perfectamente digerible sin hacer concesiones que bastardicen la propuesta. Es un trabajo muy redondo y devastador con el que el grupo consigue consolidarse. (Black Gallego en la tier del 13 de octubre)
07. Jeff Rosenstock - HELLMODE
género: JEEEEEEEFFFFFFFFFF
El bueno de Jeff ha conseguido conquistarnos incluso tirando de referencias que causarían alarmas rojas por doquier a más de uno. Su indie rock eufórico y gritón, caracterizando por convertir en pop el caos que tiene (tenemos) en la cabeza, está ensartado también por espadas dispares como el pop punk skater, el ska o incluso Weezer. Pero todas las lleva a su máxima expresión, triunfando a base de política de bola de demolición.
Una bola que no es sólo de sus característicos berridos, sino también de emociones. HELLMODE lleva esa última parte a un interesante punto de madureza, haciéndolo un poco menos inmediato que NO DREAM pero no menos corto en canciones. Hay pepinazos marca de la casa como 'LIKED U BETTER' o 'I WANNA BE BRONG', pero con canciones como 'DOUBT' recupera su canalización de la ansiedad a través de hacer crecer la composición desde una escala aparentemente menor, que era algo que probaba a menudo en POST-. Y desde ahí también crea himnos, como 'GRAVEYARD SONG', o se eleva más allá de la estratosfera como '3 SUMMERS'.
Hay un montón de cosas que están bien en HELLMODE. No todas se presentan de primeras, aunque sea un disco que engancha como buen disco de Jeff. Hay también cosas que no pensabas que fueran a estar bien, pero acaban siendo geniales. Jeff Rosenstock se confirma aquí como uno de los talentos más vitales y necesarios de su generación, encontrando la manera de que el punk se vuelva grandioso sin que la pompa haga que deje de ser punk. Otro motivo más para seguir llamándole JEEEEEEEFFFFFFFFFF. (Pedrofff Gallegonstock en la tier del 5 de septiembre)
06. Naix- Remains
Quizá alguien recuerde la lista de mejores discos de electrónica del año pasado. Aquello iba para el discarral de Galaxian, We Are Power. Este año ha publicado con un nuevo aka, Naix. Mark Kastner, afincado en Glasgow, y que juega también con esa identidad que no acaba de descubrir, a lo Underground Resistance, mira hacia allí ni más ni menos. Por ese anonimato, pero también, evidentemente, por su sonido, un techno traído y pasado por el ensordecedor filtro del electro. Un sonido saturado que en ese primer ‘Remains’ juega con esos efectos entre el electro y el acid y la cinemática de Carl Craig, para ir metiendo en la segunda mitad del tema sus ladrillos techno. Una carta de presentación de lo que es el disco. Corto como debe ser, tan solo ocho temas para quedar vacío.
‘Inevitable’ juega también en esa misma liga, con un tema que va jugando con el detritus al principio para después ir soltando algunos ganchos. Pilares maestros que ya van asomando el hocico y que atisban de qué va el álbum, y que en esa ‘Whole’ tiene una especie de bombona de oxígeno para respirar, y que supone un vaso comunicante con la fascinante parte que va después. El resto del disco y su mejor parte empiezan en ‘Nurture’, donde como ya hizo el año pasado como Galaxian, empiezan a brotar esos sonidos futuristas, vivaces, que desbordan. Atacando un motor indefectiblemente techno. El corazón de Detroit con las venas abiertas desde Glasgow. Y en el que Kastner, ahora Naix, se recrea reduciendo la tensión.
Sin entrar a describir cada corte, cada uno de ellos tiene tantas caras que es mejor dejárselos en bucle porque hay mucho donde buscar. A veces la saturación es gratamente recibida. Tiene esos interludios sonoros para disfrutar de las texturas como ‘Embrace’ y algún pasaje aphextwiniano de cara hacia el final que recuerdan casi a ese drill ‘n’ bass sin concesiones. En cada momento en el que la melodía parece que ya ha dado todo lo que tenía que dar, brotan nuevos giros de guión. Otro trabajo de Kastner para la galería. Contiene trazas de pequeñas y saturadas maravillas. (Ferraia, crítica en la tier del 24 de octubre)
05. JPEGMAFIA & Danny Brown - SCARING THE HOES
Género: la auténtica PC Music
“First, fuck off, Elon Musk” De entre los nombres alternativos del hip hop que la crítica mainstream ha decidido dar el beneficio de la duda, tanto JPEGMAFIA como Danny Brown se sienten de lo más excitantes por su inquebrantable voluntad para ir a su bola. Que se unan para lanzar un disco se siente la clase de evento que quiere lanzar un órdago a esos nombres grandes que viven en una endogamia constante para no acabar no haciendo nada diferenciable. Al menos Peggy habla de SCARING THE HOES como su primer paso para unir al underground.
Los singles ya nos volaban la cabeza, sabiendo unir dos estilos tan personales como son la abstracta turboturbina de ruidicos de Peggy y el nasal surrealismo de Brown. Pero SCARING THE HOES sabe prolongar todo eso a un disco completo cargado de sorpresas, de diversión hardcore y de ganas de romper todas las reglas del hip hop moderno. Con voluntad experimental, pero también queriendo hacer la coctelera de temazos más adictiva, como si la pareja se hubiera colado en un disco de Arca para convertirlo en una fiesta.
SCARING THE HOES suena producido y rapeado como si el hip hop se fuera a acabar mañana. La metralleta de distorsiones y sonidos pitufados de Peggy sirve de maravilla a un Brown efervescente en las letras, y este último da alas al primero para que deje volar su imaginación más que nunca. Estamos ante un disco que se siente como la clase de cañón excitante y expansivo que fue el primer LP de Run the Jewels (aunque casi podemos decir que este debut va un poco más lejos que el otro), sobre todo porque ahora desearíamos que ambos decidiesen sacar más álbumes juntos y que todos se llamen SCARING THE HOES. Igual nunca pasa, y JPEGMAFIA decide seguir reclutando genios del rap alternativo (¿os imagináis que se llega a juntar con billy woods?), lo cuál estaría bien, porque con este disco ya se ha coronado. (Black Gallego en la tier del 28 de marzo)
04. Yves Tumor - Praise A Lord Who Chews But Which Does Not Consume; (Or Simply, Hot Between Worlds)
Género: el mejor Prince desde Prince
Una vez descubres el poder de Prince en tu interior, ya no lo puedes soltar. Sean Bowie lleva ese espíritu hacia una explotación sin límites, sin conceptos binarios, donde carne y titanio pueden formar un único ser. Encontró el camino con Heaven to a Tortured Mind y ya nos subió a todos en la yvestumoreta. Es lógico que su nuevo disco sea una continuación que explore de manera más profunda esos sonidos y su identidad.
Lo mejor de Praise A Lord Who Chews But Which Does Not Consume; (Or Simply, Hot Between Worlds) es que siente más como una progresión de Bowie como artista magnético y con personalidad. El sonido sigue siendo una impresionante explosión de glam rock, r&b, electrónica trip hop, post-punk y pop maximalista, pero su voz alcanza un toque más prominente, como queriendo aunar más que nunca los estallidos con lo que tiene que contar. Así logra una serie de canciones de mucho gancho y expansivas que se sienten muy introspectivas y honestas.
Resulta complejo hablar en términos de honestidad de un trabajo producido de forma tan inmensa y hasta intangible, que destroza barreras entre lo bailable y la psicodelia, entre la garra industrial y la seducción funk. Es difícil ubicar lo de Yves Tumor en un punto concreto, pero nunca se siente disperso. Puede moverse con toda la naturalidad del mundo desde la melodiosa 'Lovely Sever' hasta el ramalazo grunge de 'Meteora Blues'.
Hay temazos evidentes como 'Heaven Surrounds Us Like a Hood' u 'Operator', canciones en las que estás deseando indagar más como 'Ebony Eye' y luego cosas como 'In Spite of War' que te van a tener cuestionando si darles el Sí o el No. Pero del disco no cabe duda, este es un Excel como el anterior, y veremos cómo queda con las repetidas escuchas. (Black Gallego en la tier del 20 de marzo)
03. Romy – Mid Air
Género: Remember 00s meets The XX
Hace seis años del último trabajo de The XX. Aunque nadie se acuerde porque lo importante es por supuesto el debut, y en mucha menor medida, el resto. Como pasa con algunos clásicos, mejor no tocar algunas discografías si no vas a mejorarlo. En su caso, hay un factor que es el diferencial: lo bien que les va a sus tres integrantes en solitario (a pesar de lo generacional, casi religioso, de su debut). Primero fue aquella burrada de Jamie XX en 2011, el año pasado el desapercibido (pero muy notable) turno de Oliver Sim, y ahora ha sido el de Romy, cuyos adelantos ya venían pisando fuerte. Por si había dudas, el resultado va en esa línea. Hay mucha vida más allá de los singles (también del de Federico).
Romy ha bordado un disco de grandes o pequeños hits, pero repleto de melodías redondas, de guiños pasados, de momentos en los que quedarse a vivir. No parece que vaya a echar de menos la guitarra. Como nadie de su grupo, por otra parte. Y en esa revisitación de la música de baile, del dance al house de los 00s, no falta precisamente ese filtro marca XX que le da un toque que lo distingue, pero que no deja de sonar cercano para cualquier seguidor del grupo. Es el gran triunfo de este disco, una suerte de remember emocional pero también temporal por ese enfoque sonoro. El protagonismo de todo esto se lo podrá llevar como es previsible ‘Strong’, con Fred again.. (…) y sus 25 millones de reproducciones en Spotify, que no deja de ser ya un reciclado sonoro del propio Federico. Entendible porque ha encontrado su particular fórmula de la Coca-Cola y hay que exprimir la gallina de los huevos de oro, ahora con Romy, en un tema que inyecta algo de adrenalina —sin esmerarse mucho— a Mid Air, pero que en absoluto lo necesita.
Si el disco vale la pena es precisamente por eso otro que se ha encargado Romy de construir fuera del gran hit. Sin ir más lejos, el siguiente corte, ‘Twice’, muestra esos relativos pequeños temas que sacan la mejor parte vocal de Romy (sublime y sutil ese filtro o el coro final, tan dosmilero), aderezada de un sutil rescate a ese dance de los 00s, sin caer de verdad en el dance (para los remember mayúsculas ya tenemos a Danny L Harle, y si no, tendríamos que inventarlo). Un acercamiento contenido en general, que sí se va algo más en ‘Did I’, donde lo mejor es lo vocal y que en la parte sonora es un poco A-B-C facilón, más vulgar, pero por suerte, es algo puntual en este debut. Visto en un primer momento lo que venía con los singles, quizá podía parecer que sería un trabajo rehén de ellos, con algo más diluido en el interior. Podía parecer.
‘Loveher’ es el perfecto ejemplo de lo esmerado del disco, de cómo con esa base de los 00s que tan fácil puede conectar, hay detallitos sutiles de producción como esa segunda mitad donde su voz lleva directa al club. Un caramelito pop después con el teclado y la sección de cuerda donde saca vozarrón de seda. ‘Weightless’, ‘The Sea’, esa maravillita de ‘One Last Try’ de nuevo con los pianitos… Esta ya más mirando a una baladita dance de los 90s… Un recorrido delicioso que finaliza alegremente con ese funky tan bailongo de ‘Enjoy Your Life’ que huele tanto a la Sophie Ellis-Bextor rompepistas como a esa fórmula del sacro Lady de Modjo. Lo mismo para ‘She’s On My Mind’. Un disco de escuchar, de bailar, de disfrutar, con sus pocos puntitos flacos (cuando se va de lo que le distingue de un remember sin personalidad), que podrá tener algo de efectismo, pero que en general es bastante redondo. No inventa nada, trucos conocidos, pero prácticamente no podría haber debutado mejor. Todo en su sitio, olor añejo, detalles en la producción y un arrebatador corazón pop atravesado por la voz de Romy.
El disco ha traído apasionados y troleantes debates sobre su lugar en la tier esta semana en esta casa. Signo de que había mucho fondo. Solo un muerto por dentro no podría rendirse ante esto. Nos quitamos los monóculos y celebramos la vida. Can you Feel It?, que decía Mr. Fingers... (Ferraia en la tier del 12 de septiembre)
02. Faizal Mostrixx – Mutations
Género: bailoteo ugandés
El productor ugandés Faizal Mostrixx viene de entregar 'Mutations', su tercer álbum. Un trabajo que insiste en profundizar en las raíces del folk ugandés (esto lo he leído, que no vengo yo sabiendo mucho de folk ugandés de casa) dotando a su sonido de un cariz electrónico y bailable sin reparos. 37 minutos de procura de las antípodas del conformismo. Mostrixx consigue arrebatarte el corazón con temazos inapelables como 'Onions and Love' o 'Back to Tanzania', más cercanos a su propuesta de raíz, y en la que navega con muchísimo más éxito que cuando coge el timón para dirigirse a lugares un poco (muy poco) más occidentales.
'Mutations' consigue plasmar lo que hasta ahora se podía adivinar, pero no acabar de cristalizar en 'Tribal Match' o 'Afrosist', sus predecesores, un talento efervescente que ya cristaliza. Que a veces se puede perder un poco entre sus excesos, como en 'Sandman', pero siendo eso siempre preferible a no buscarlos. Las dudas, en todo caso, duran muy poco, y en seguidad llegan petardazos como 'Mutations' o 'Tunes of the Jungle', de nuevo llenos de inercia bailable, para que tu culo sea incapaz de permanecer inmóvil en el sofá. (Chou en la tier del 22 de agosto)
01.Squid – O Monolith
Género: que gangrene
Lo cuentan y cantan los propios Squid en ‘Devil’s Den’. En los juicios a las brujas de los siglos XV, XVI y XVII, si no iban por la vía del fuego purificador, había un momento en el que, pasase lo que pasase, todo estaba encaminado a salir mal: lanzar a las brujas al río. La ordalía del agua fría (la del agua caliente era más lenta) consistía en atarlas y, si flotaba, era culpable y moriría. Y si no flotaba, era inocente, pero de manera bastante habitual moría porque los humanos, por muy cristianos viejos que seamos, tenemos la extraña costumbre de no respirar bajo el agua.
“You're dead if you float, and you're dead if you sink” es una frase que se puede aplicar a aquellos que han tenido un primer disco impresionante, digno de Excel, a la altura de su segundo disco. Es bastante probable que, hagan lo que hagan, salga mal: si son continuistas respecto a los atributos celestiales del primero, se les acusará (les acusaremos, tú y yo también formamos parte de los autos de fe) de continuismo; si se alejan mucho, se echará de menos lo que les hacía especiales.
La generación del club de lectura de Slint es una de debuts impresionantes y de requiebros en la ordalía. No repetiremos lo de BC,NR con Ants From Up There, ni lo de black midi alejándose del math-rock para adentrarse en el terreno de los fabulosos dolores de cabeza prog. Aquí hemos venido a juzgar a Squid, el único grupo capaz de entender que los discos de los Talking Heads no podían replicarse, sino que tenían que ser reencontrados en dos frases: “miedo a la música” y “quédate en la luz”. Los responsables del mejor disco de 2021 (no para esta casa, sí para mí) tenían que grabar su segundo disco aunque estaba claro el camino que iban a tomar: ser más ellos, lo que en su caso implica sonar menos a ellos.
Si has venido aquí en busca del sonido del grupo de Bright Green Field, no te lo vas a encontrar mucho. Se discute en el discord cuánto suenan a Radiohead estos nuevos Squid (mucho, dicen; supongo que ‘Siphon Song’ es tan importante, tan cautivadora, que ahí sacas las conclusiones definitivas), pero ¿no es precisamente la mejor cualidad de Radiohead todas las veces que han intentado romperse a sí mismos la cintura, dejar de “sonar a Radiohead”? Squid no tienen ninguna intención aquí de seguir el camino prog-new wave que avanzaban en varios de los temas del debut, y como oyente me apena, pero también me parece su mejor decisión.
Porque de ahí sale un disco en el que a veces afinan y retuercen las estructuras de guitarras como si fueran Sonic Youth – el espectacular juego de capas de ‘Swing In a Dream’-. Uno en el que no tienen reparos en ser más black midi que black midi, pero en menos tiempo (gracias, ‘Devil’s Den). Un álbum para perderse en sus estructuras cubistas (Squid jugando con sus legos) y en la voz de Ollie, aquí más “MÁS” todo el rato. Para recrearse en su unión de Slint con In Rainbows. Para los frenazos y los arreones, para la música difícil que aquí, en esta hipersónica que habitamos, es puro chicle (la gozada inmensa de escuchar una y otra vez ‘Green Light’). Para jugar al post-post-rock, para unir a Mogwai con David Byrne y con Radiohead y con la madre que los parió. Para que todo el rato estés comprándoles su discurso, todos los que tienen.
Son muchas veces las que en el disco te ves subido de forma irremediable a la Pulponeta. Muchas las ocasiones en las que piensas “echaba de menos este verme azotado por un grupo así, esta sensación de estar ante algo especial”. Innumerables los momentos en los que te das cuenta de que triunfan hasta en cómo conectan unas con otras (el trasvase de ‘Siphon Song’ a ‘Undergrowth’; hostias).
La ordalía del agua fría tenía una parte buena: no necesitabas pasar por dolorosas torturas, así que los mismos acusados pedían poder someterse a la prueba. Sólo tenías que hundirte para demostrar tu inocencia y esperar que te sacaran de allí lo suficientemente rápido. Squid flotan: son culpables de parte de la chavalada demoniaca que ha descubierto que no se necesitaba ser imitador para avanzar en el rock (qué pérdida de tiempo parece ahora la escena post-post punk de los 2000s). Y son también culpables de ser, aparentemente, el grupo con más futuro de la escena Windmill. En el tercer disco, les ponemos agua hirviendo hasta el codo y que gangrenen. (probertoj)
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