Los fantasmas de Depeche Mode, Netflix autoinmolándose, un Eminem inteligente, adiós a Burt Bacharach...
... y otras noticias, discos nuevos y pelis de estreno con las que ponerte al día.
¡Valladolid, buenos días!
Recordad que ayer hicimos nuestro repaso a las pelis y series del mes. Y que últimamente, solo para suscriptores, hemos tenido mandanga fina:
Nuestros mozos domingueros: el Adventure de Television, el Bat-Hiru de Mikel Laboa o el homónimo de Le Mans.
Adiós, Hit Maker
Burt Bacharach ha muerto. No sorprende, porque Burt estaba cerca del centenar de años: había nacido en Kansas en mayo de 1928. Pero trepa en mí una pena suave, casi hecha de la misma calidez con la que sus canciones entraban en tu vida. Bacharach, el rey de los hits sencillos, el dios del Easy Listening, se marcha sin una sola nota de barroquismo. Tocaba y toca decir adiós.
Bacharach es inmenso, y sorprendentemente calmo también . Uno de los creadores de hits de la música pop por antonomasia ha parecido vivir siempre sin una sola estridencia. Se le caían los ganchos pop de los bolsillos, pero, como un dios no intervencionista, él sólo los creaba para que otros los cantasen y los extendiesen, fácilmente, por el mundo, como manchas de aceites culturales. Puede que no sepas quién era Burt Bacharach, pero conoces perfectamente sus canciones.
“Easy Listening”, decía antes, y la etiqueta, que quizás en algún momento tuvo tono peyorativo, define fantásticamente la música que componía Bacharach. Es tan fácil entrar en canciones como ‘Do You Know The Way To San José?’, ‘The Blob’, ‘Only Love Can Break a Heart’. Son canciones es las que nunca te sientes incómodo. A pesar de lo muchísimo que Bacharach y toda la obra que salió del Brill Building neoyorquino a finales de los 50 y principios de los 60 influyeron en otros “hit makers” (como el propio Phil Spector, que empezó allí; como Brian Wilson, que estuvo enamorado de estas y aquellas canciones), todo lo que vino después fue muchísimo más desafiante para el oyente. Lo de Bacharach, con sus arreglos pulidísimos, su melodrama dulzón, sus pianos encantadores y los arreglos de orquestas nada invasivos, también suaves, se pegaba rápidamente.
Lo fácil, no obstante, es difícilismo de conseguir. Es sencillísimo escuchar ‘I Say A Little Prayer’ y quedarse rendido. Es fantástico caer por primera vez en ‘I Just Don’t Know What To Do With Myself’, la interpreten Tommy Hunt o los White Stripes. Y qué decir de ‘Raindrops Keep Falling on My Head’ o ‘Close To You’. Todas tienen el don sobrenatural de ser canciones que parece que siempre han estado allí, y Burt simplemente se ocupó de capturar. Hecho, es simple.
Sencillez, simpleza. A veces, el oyente puede confundir esa dulzura y esa facilidad con cierto aspecto viejuno, casi hortera. Los oyentes estamos llenísimos de prejuicios, pero las barreras acaban cayendo con el martillo adecuado. Cuando en 1998 Rhino recopiló una colección de las mejores canciones de Bacharach bajo el título de una de las más famosas, The Look of Love, aquellos 223 minutos de música resultaron ser el libro de oro del hacedor de éxitos. Te puedes escuchar del tirón sus 75 canciones y querer que nunca paren. Te puede pasar que te quedes atrapado allí durante meses, años. Si hay algún sitio por el que empezar con Bacharach, es ése. Es también el sitio para empezar con Hal David, su letrista, el responsable de la otra parte de la magia.
Él, además, es uno de eso hit makers clásicos, que estaban en segundo plano porque era su lugar. Asociado con más de mil cantantes en toda su vida, le amarás, y le reconocerás, igual con The Shirelles, The Drifters, Gene Pitney, Dusty Springfield, Jackie deShannon o con Elvis Costello (dios, el inicio de ‘God Give Me Strength’, toda ella en realidad, es inabarcable). Pero quizás sea Dionne Warwick la pareja definitiva, perfecta, para su pequeño pop GIGANTE. Con qué poquito consigue ‘I’ll Never Fall In Love Again’ que me sienta bien en esta vida.
Insisto, Burt Bacharach no era un genio, era un dios indulgente y humilde que regalaba pequeñas pildoras de vitalidad y se las daba a otros, porque lo que el mundo necesita es amor. Cuando el añorado Sergio Algora hizo que en Zaragoza existiese el mejor bar ever, el bar Bacharach, todos supimos que estaba bien. Para eso están los amigos, para hacer realidad lo que no sabíamos que queríamos.
Ay, acaba de empezar a sonar ‘Wishin’ and Hopin’ y tengo que dejar de escribir: sólo quiero vivirla de nuevo.
La tiercita
Vale, vamos con un repaso de canciones cortito y al pie. Empezamos con Depeche Mode con su primer single tras la muerte de Andy Fletcher y primer adelanto de su nuevo disco. Sorprendentemente buena, para algunos su mejor single desde ‘Down’, con un rollo más luminoso y extrañamente catártico. Sí tirando a Excel.
Excel directo para Squid, que ya teniamos ganas de tenerlos de vuelta después de ser la ausencia notable del triángulo club-de-lectura-de-Slint el año pasado. ‘Swing (In A Dream)’ es uno de sus singles más claros sin dejar de retorcer una tensión raruna con la que atraparte. Ganas mil de esto.
Más correcto el nuevo single de Daughter. En ‘Party’ van a rebufo del charovanetenismo con una melancólica y contenida pieza que nos contagia menos entusiasmo. Ok, aunque si nos pilla la tarde tonta pasamos a Sí.
La deriva hip hop de Algiers sigue a tope con ‘73%’, con una energía un poco más Gil Scott Heron que se ha metido el Nueva York de los setenta en vena. De los mejores adelantos, aunque queda la sensación de que no terminan de rematar.
Ahora Jessie Ware. A priori vemos como ‘Pearls’ cumple con todas las claves a esperar y… ¿Ok? Puro disco que, al mismo tiempo, resulta complicado de diferencia de lo que Lizzo hizo el año pasado. No sé, Rick.
David Jeta
La IA se está abriendo camino a pasos agigantados en todos los ámbitos, y en algunos están viendo a ver quién saca tajada más rápido y de la manera más gorda. Por lo pronto, algunos con menos remilgos para parecer hienas ya están haciendo usos gordos, como David Guetta.
El DJ más famoso tras Chimo Bayo ha presentado en sociedad su particular uso de esta tecnología para sus sets. Con dos programas distintos sustentados en Inteligencia Artificial ha creado su propia colaboración con Eminem que ha pinchado para euforia de un público que se creía estar ante una joya oculta.
Pero Marshall Mathers no ha estado involucrado en eso que ha sonado a todo volumen en el estadio. Un programa se ha encargado de escribir una estrofa al estilo de Eminem y otro programa que replica su voz lo ha rapeado. Guetta lo cuela en una de sus bases randoms y voila, a petarlo.
Más allá de la falta de escrúpulos o ética de vender una colaboración con Eminem que realmente no tiene a Eminem, ¿realmente se ha vuelto tan irrelevante David Guetta que no puede llamar a un Eminem de capa caída para una colaboración? Triste, muy triste.
Bueno, hasta aquí ha llegado Netflix
Con una estrategia comunicativa repentina y confusa Netflix ha marcado un punto de inflexión. Las cuentas compartidas dejan de ser una posibilidad real a menos que quieras sacar una calculadora para saber a cuánto os sale la cuenta añadida. Desde la noche del miércoles muchos hogares han visto que tenían que configurar el domicilio principal y de repente empiezan a sonar las campanas a muerto a pesar de no vivir en el pueblo.
Por supuesto, puedes intentar averiguar cómo compartir el código que te van a pedir quién sabe cuántas veces con aquella persona con la que compartes cuenta, pero esa no es la cuestión. Netflix ha construido su identidad en torno a la comodidad, a que era mucho más sencillo que bajar un Torrent y a que resultaba más económico que ir al cine. Ya nada de eso se cumple por completo.
Netflix ha encontrado la horma de su zapato. A pesar de que tiene mayor cantidad de ingresos cada año, derivada principalmente del aumento de suscripciones, lo hacía a través de una inversión bestial de dinero en contenido que sólo podía rentabilizar de una forma (no tiene parques u otros negocios secundarios, y tampoco estrena realmente en cines sus productos), así que sus márgenes son muy estrechos.
Todo ha sido una caída perfecta de fichas de dominó. Con el crecimiento congelado, la única manera de no tener pérdidas locas es recortando en la inversión. Esto corta de lleno la estrategia de tirar toneladas de espaguetti a la pared a ver qué se pega, derivando en más cancelaciones, más mirar los costes de producción y, finalmente, buscar como sacar más ingresos de los que ya pagan. La combinación ha deteriorado por completo su imagen pública, lo que ha hecho más fácil considerar la opción de cancelar defintivamente la cuenta.
¿Hay posibilidad de retroceder? Es difícil saber, pero no salen especialmente bien parados testando las aguas de esta forma. El caso es que muchos ya se están lanzando a vaticinar un aumento de la piratería (como si el consumo de los originales de Netflix no fuese en su mayoría por conveniencia en lugar de por interés genuino) o que sus competidoras vayan a salir beneficiadas.
Pero la competencia no ve tan claro que la inversión en streaming sea a la larga la más beneficiosa. Disney ha visto una pérdida de 2,4 millones de suscriptores este cuatrimestre, y Bob Iger ya está preparando una transformación modesta de la plataforma y volver a la apuesta firme por las salas, lo que deriva en el anuncio de las mil secuelas que realmente nadie pide salvo Frozen. (Ah, y de paso han anunciado que se cargan 7.000 empleos de nada).
Mientras tanto la que más podría salir ganando, Amazon, va a empezar a apostar también por las salas de cine antes que por el streaming por su contenido. Su prueba de fuego va a ser Air, una película dirigida y protagonizada por Ben Affleck sobre como Nike contrató a Michael Jordan y marcó un antes y un después en el negocio de las zapatillas (y el tráiler es fantasía, cuatro entradas por favor). La película va a tener un estreno notable en salas de cine de todo el mundo el 5 de abril, y pasará a su plataforma de Prime Video en un momento indeterminado.
¿Se va a morir el streaming? Es improbable, sobre todo porque no tenemos un artículo de hace 10 años diciendo “Netflix está muerto”. Pero eh, torres más altas…
Cuidado con Steely Dan
Cuidado con los memes, que se vuelven entitades propias difíciles de controlar. Steely Dan ha pasado a tener una apreciación iróncia por ciertos sectores de MusicTwitter ha crear soldados realmente enajenados dispuestos a hundir en el fango a quien ose meterse con sus ídolos. Por desgracia para Steve Albini, no le llegó el memo y lo está sufriendo en sus carnes.
Con el modesto tuit de arriba mostrando su desdén por el grupo AOR ha desatado una ola de odio visceral. Las respuestas se llenan de violentos fans de Steely Dan con toda la artillería, desde los que señalan por su afición al poker hasta los que critican el racismo inherente en el nombre de su banda Big Black o incluso rescatan acusaciones de pedofilia (que realmente no son reales, sólo escritos que buscaban la provocación barata por parte de adolescentes idiotas).
Más allá de eso, está dando cosas graciosas:
Cosas que ver y escuchar este fin de semana
Bueno, bueno, muchas ganas de este nuevo disco de Yo La Tengo. El trio esencial del indie rock lanza This Stupid World, un disco precedido por tres singles alucinantes y variados que nos han puesto los dientes largos. A tope.
Y de unos veteranos a unos herederos (o casi). Civic quieren refrendar las buenas sensaciones del garage punk de su debut con Taken by Force, disco con portada surfera que siempre es buena señal.
No cae tanto en el indie rock o sus aledaños, pero también le tenemos echado un ojito a Boicot, el nuevo EP de Alizz. El productor y compositor de los C. Tangana y Rosalía se ha sabido distinguir muy habilmente en sus trabajos en solitario sin perder su toque pop. Se confirman los dos últimos singles en el trabajo, así que vamos bien.
Ojito a Fino Oyonarte. Con su debut en solitario ya nos dejó picuetos, con esa cara más cercana a Nick Drake de quien es miembro de Los Enemigos y responsable de algunas de las mejores producciones de este país (vamos a decirlo de nuevo para que vaya calando: Super 8 de Los Planetas salió estupendo gracias a él). Hoy Fino vuelve con Arrecife y como en el disco anterior, seguro que exige que te pares un rato.
Más discos que salen hoy:
Hoy es día de nueva película de Steven Spielberg en cines, y eso siempre es evento. Hace su historia más personal con Los Fabelman, donde se suma a la ola de cineastas veteranos repasando su infancia y su pasión por el cine mientras también comenta la compleja relación con su familia. El tráiler apunta a llorera, pero muchas reacciones han señalado que es menos amable de lo que parece.
Algo que nunca falla: Titanic. El pelotazo romántico/desastroso de James Cameron se reestrena en formato Avatar, es decir, con 4K HFR y también 3D. 25 años de una película irrepetible que promete arrasar de nuevo en salas.
Otra cosa que nunca falla: Gerard Butler en un thriller basura. En este caso, pilota un avión y la peli se llama El piloto. No se puede pedir más a la vida.
Como Disney+ no decide avisarlo, aquí estamos nosotros: ya se puede ver en streaming la segunda temporada de Reservation Dogs, una de las mejores series de 2021 y probablemente también en nuestra lista de 2022 de haber podido verse.
Y si no habéis quemado la suscripción de Netflix, hay una serie que ha vuelto:
Pausa de minutos musicales
Ronda de emojis y breves
🌈 Para volver a reclamar a Pink Floyd, Roger Waters ha hecho un regrabado completo de The Dark Side of the Moon que saldrá en mayo.
😡 El sindicato de músicos y trabajadores asociados dice basta a SXSW. Reclaman al festival una compensación más justa para los grupos tras años de migajas.
("Valladolid, buenos días" es una canción de El Niño Gusano. También es una sección de actualidad de Hipersónica. En 15 minutos, estarás al día de lo relevante en nuestro terreno. Cada lunes, miércoles y viernes en tu buzón de correo o en la web de Hipersónica.)