Hi, personicas
El volquete siempre cumple, y aquí estamos con el prometido repaso a lo mejor del año. Podríamos haber tirado de un simple ranking, pero dada la gran variedad de estilos que ha tocado el metal a lo largo del año resulta hasta difícil comparar. ¿Es mejor el disco de death metal que suena a nicho o el disco de prog metal polaco? Así que este año la lista tendrá un carácter especial para que sea mucho más fácil delimitar para ti, fan del sonido pesado, qué es lo que realmente te interesa de lo destacado este 2023.
Una pequeña pausa para el botón de las perras y al lío:
Mejor disco no-metal con actitud metal del año: Grande Amore - II
Desde que hace ya unos cuantos meses Nuno Pico (ahora acompañado por Clara Redondo y mariagrep también en unos directos mucho más completos y avasalladores) nos abrió irremediablemente el apetito con ‘Pelea’, el primer adelanto de su nuevo disco. Le sucedieron ‘Do meu corpo van nacer outros corpos’, ‘Onde ela me quer levar’ y, muy recientemente, la gloriosísima ‘Ben sabe Dios que o intentei’, para el que escribe, el mejor tema de este segundo álbum del de Burela. Cada canción nueva venía dejando claro que el lugar de este II estaría irremediablemente en lo más alto de nuestro top.
Grande Amore ha dado una vuelta de tuerca a un debut (mejor disco estatal de 2021 según esta santa casa) fascinante y ha convertido su nueva música en todavía más directa, más incómoda, más industrial y más ruidosa. Letras que hacen continua referencia a la angustia de no acabar de conseguir encontrar tu sitio ("Eu non son deste mundo" resonando hasta el infinito en ‘Ben sabe Dios que o tentei’, frase diseñada para echar abajo las salas de conciertos que el trío visite este año. Y, entre toda ese disconfort y ansiedad vital, unas melodías que no pueden invitar más al baile, a la fiesta y a quemar contenedores.
Brillantísima Nuno, se ti non es deste mundo, dinos de cal, que marchamos contigo para sempre. (Chou)
Mejor disco de Metal Chou para los que no son fan del metal del año: Ragana - Desolation's Flower
Dentro de la redacción hemos acuñado unos determinados tipos de discos como "Metal Chou", en honor a nuestro triste de referencia. No porque suenen tristes, no porque sean "metal extremo para gente que no le gusta el metal extremo" en su sentido peyorativo (y a él le gusta poco metal con guturales). "Metal Chou" no se ajusta necesariamente a un género, aunque el doom y el sludge atmosférico sean predominantes. No, "Metal Chou" refleja una actitud donde, entre los escombros que dejan los riffs cargados de decibelios, hay cimientos emocionales que se sienten trastocados, y en consecuencia también los del que oye.
El Desolation's Flower de Ragana encaja bastante para capturar la esencia del "Metal Chou", incluso con su momentos de gritos que espantarían a su público objetivo. Pero su atronadora potencia, que destaca superficialmente, es una capa de las multiples tras las cuales hay un formidable esqueleto slowcore que, cuando es destapado, sigue sonando formidablemente melancólico y pesado. Las disonancias en las guitarras de 'Woe' son sólo una vía diferente a la que podría llegar una cantante de folk gótico, su fondo es muy parecido y realmente notable.
Segundo mejor disco de Panopticon del año: Blackbraid - Blackbraid II
Los orígenes y la mezcla de black metal con elementos de folk, incluyendo el uso de algunos instrumentos muy propios, hacían fácil la denominación de Blackbraid como "el Panopticon nativoamericano". Quizá no despertase el mismo consenso, pero desde luego no faltaba ambición y brío. Lo segundo sigue sin duda en este nuevo trabajo que, por otro lado, suena menos especial e interesante al enfatizar la parte black metal en detrimento del folklore nativo que queda más testimonial.
Pero claro, también es capaz de plantar cosas como los bárbaros 11 minutos de 'A Song of Death on Winds of Dawn' que son para quitarse el sombrero. Magnifica intensidad y control de los elementos de metal extremo moderno, también presentes en puntos como 'The Spirit Returns' donde los riffs se vuelven monumentales. De momento se confirma como una de las revelaciones de los últimos años.
Mejor disco de death doom para mirar la existencia como Werner Herzog del año: God Disease - Apocalyptic Doom
Los finlandeses God Disease nos brindan un segundo disco que suena realmente poderoso, con guitarras cargadas de profundidad y melodías intensas que cortan de manera muy afilada. El tramo central es extraordinario, con el grupo elaborando unas canciones trazadas de maravilla desde su lentitud y su atmósfera atronadora.
Mejor disco de prog metal pata negra ProggerXXI del año: Nospūn - Opus
El disco alucinante de Haken que hace tiempo que Haken no entregan (y ya no entregarán, estás más liados con las camisas hawaiianas).
Mejor disco de Godflesh del año: Godflesh - Purge
Como banda de culto suprema que son, la importancia de Godflesh en la transformación del metal, sobre todo en facetas como el industria y el sludge en parte, no ha ido en consonancia con su popularidad. Por eso regresos como el suyo pasan discretamente, aunque sigan mostrando un nivel entre lo asombroso (A World Lit Only by Fire) y lo digno (Post-Self). Por eso mismo Purge no ha sido recibido con clamor salvo que ya tengas bien claro de antemano quiénes son Godflesh, y sobre todo siendo consciente que están ofreciendo una continuación de Pure, uno de sus discos más míticos.
Y sí, es discazo, en ocasiones mejor que su hermano mayor. La metalada industrial a mano abierta que les caracteriza está ahí, con varias referencias electrónicas soberbias dando dinamismo mientras las guitarras exhiben puro músculo. No se siente repetitivo, a pesar de que su estilo en monolítico y machacón, ni tampoco una autoparodia, encontrando sus propias grietas donde pueden insuflar algo de aire y no estancarse. Es puro Godflesh de inicio a fin, y eso debería ser celebrado.
Mejor disco de metal polaco "qué buenos eran los Bathuska buenos" del año: Mānbryne - Interregnum: O próbie wiary i jarzmie zwątpienia
Deberíamos haber rascado un poco más después del fenómeno black metal de Batushka (los varios Batushka, aunque al final hubo varios y sólo prosperaron los malos). Mānbryne apuestan por menos liturgia y por más vertiente melódica (melódico aplicado al metal extremo), pero su imperial trabajo se siente como una reliquia, una efigie, un tótem con el que quedarse asombrado.
Una manera de tocar y arrollar que no ofrece concesiones, que parte de un tono medianamente familiar y le encuentra rincones desde el que introducir matices que sorprendan, que se salga de lo común, y engrandezcan los inmensos riffs que son capaces de parir. Formidable.
Mejor disco de "no hay huevos a hacer una canción que dure todo el disco" del año: OAK - Disintegrate
El año pasado nos flipó mucho el último álbum de los portugueses Gaerea, una explosión de black metal intenso que metimos directamente al top 10 del año pasado en el género. Ahora dos terceras partes del grupo cambian de registro con Oak, que ofrece en Disintrigate una única pieza de 45 minutos de funeral doom de melódicas atmósferas y toques de death doom.
Es una abrumadora experiencia que, ojo, te envuelve con una naturalidad pasmosa, llevándote por pasajes fascinantes que conducen a una espiral de guturales y desesperación. Deliciosamente construido y trazado maravillosamente en sus guitarras.
Mejor disco de "vamos a darle una vueltita a Cynic" del año: Fleshvessel - Yearning: Promethean Fates Sealed
Quizá erróneamente, algunos siguen (iba a decir seguimos, pero estoy dudoso) añorando ese florecientemente momento del metal progresivo de hace una década, con muchas bandas excitantes y jóvenes dando lustre y dirección al género más allá de viejos dinosaurios. Ahora parece más disgregado, con aquellas bandas nuevas ya siendo los dinosaurios inamovibles, y los discos emocionantes sonando diferente, pero en direcciones muy dispares.
Pero que no haya caminos tan marcados es justo lo que favorece irrupciones como la de Fleshvessel. La banda de Chicago ofrece un death progresivo que explora de veras las dos partes de su nombre. Los primeros Cynic flotan un poco en el ambiente, pero avanzando más en una dirección que los propios Cynic dejaron atrás. Yearning: Promethean Fates Sealed es un disco de atmósferas intensas, de pequeños giros surrealistas y capacidad de sorpresa en sus guitarras. Se siente fresco, libre de ataduras, y contundente. Raro pero estupendo. Es emocionante, es justo lo que el género necesita.
Mejor debut del año: Harboured - Harboured
Muy notable sorpresa en el rango del post-metal extremo. Imaginad a The Ocean o Cult of Luna dejándose llevar por el impulso y la velocidad del black metal y os acercaréis un poco a lo que Harboured tratan de hacer.
Los detalles progresivos se entrelazan con gran suavidad y elegancia en piezas trepidantes, bien elaboradas pero que no se enrollan en exceso. 33 minutos de disco que suena potente y muy redondo, y siendo además debut es para estar muy atentos, porque no les falta potencial. Cosas como 'Atlas to Fall' suenan muy grandes para que estén por debajo del radar.
Mejor disco de metal "alguien le ha echado LSD a mi café" del año: VAK - The Islands
¡Albricias! Un disco de stoner doom con ambiciones progresivas que no tiene tentación de caer en el sludge por la vía Mastodon/Baroness. Es cierto que hay bastantes grupos que están buscando caminos alternativos donde lo guarro y la fina ambición se den de la mano, pero pocos suenan como Vak.
Con The Island firman un trabajo mayúsculo con influencias claras, pero también decididamente único en cómo decide sonar. Sus canciones son contudentes al mismo tiempo que exploran lo marciano. Destrozan, pero también te llevan por rincones sugerentes. Hay una artesanía exquisita, pero también es negro como un pozo de alquitrán. Es la leche.
Mejor disco de metal extremo anatólico del año: Kostnatění - Úpal
Dillon Lyons ha estado explorando el black metal en las diferentes vertientes posibles con distintos proyectos y colaboraciones. Pero el nuevo disco bajo el nombre de Kostnatění parece ser al fin su golpe sobre la mesa, con un fascinante trabajo de avant-garde extremo que te desarma con una influencia anatólica extraordinaria. Le quitas las trazas más de metal extremo por algo más thrashero y te lo firman King Gizzard en dos o tres discos.
Aunque su aproximación a la anatolia difiere de la de los australianos o marchosos como Altin Gün. Ni siquiera prueba a torpedear influencias y folklore como haría un Thy Catafalque. No, en Úpal encontramos un disco musculoso y potente que no teme ser ambicioso, donde las disonancias cortas pero entre las capas encontramos una exquisitez atractiva. La forma en la que todo se hila de manera orgánica, nada forzada, muestra una claridad de ideas y un dominio del sonido increíble. Es un proyecto que hay que tener en cuenta sin duda.
Mejor disco de hardcore metalizado “entuputacara” del año: Move - Black Radical Love
Años después del seminal disco de los Bad Brains, el hardcore punk está volviendo a recuperar su vitalidad y el interés a partir de bandas y músicos de raza negra con un discurso político muy marcado. Ya hemos hablado de Soul Glo como los más destacados, pero también están gente como End It o Truth Cult. Ahora debutan MOVE, que dejan claras sus intenciones desde el nombre, que referencia a la organización negra de Philadelphia que fue bombardeada en 1985 en su comuna por la policía que buscaba desahuciarles.
Más allá de unos cuantos interludios de spoker word, Black Radical Love opta por menos vaivenes sonoros y mucho hardcore metalizado lleno de breakdowns que parten cinturas. No va a dar tantos dolores de cabeza como Soul Glo, pero su empuje es bastante similar. Su música y sus canciones potentes, sin miramientos, y se sienten especialmente genuinas, nacidas de una rabia que debe ser volcada en un sistema que ahora emplea otro tipo de bombas contra la gente desprotegida. Un cañonazo.
Mejor disco de metal avant-garde del año: Victory Over the Sun - Dance You Monster to My Soft Song!
Titulazos para banda y para disco por igual, eso sólo puede anticipar un disco de metal arriesgado y con ganas de dejar a la gente descolocada. Ciertamente se siente así con este proyecto de Vivian Tylinska que ha ido construyendo poco a poco una interesante aproximación al black metal y al avant-garde. Entre los tramos más efectivos de Liturgy y la abstracción de Kayo Dot, pero sin miedo a sacar las melodías metaleras más directas y abrasivas.
Dance You Monster to My Soft Song! abraza las composiciones intrincadas que respiran dentro del caos que exploran, abriendo su rango de influencias hacia lo progresivo, el noise, el jazz, la psicodelia, el futurismo y la experimentación microtonal. Con esto Tylinska crea una eclética experiencia que logra preñar de emoción, incluso elegancia pop, que rechaza ortodoxias y limitaciones. Véase esa primera pieza de 16 minutos y medio donde va desarrollando su enérgica complejidad y te deja asombrado con su creatividad. Muy grande.
Mejor disco de prog "bueno se puede decir que tiene metal" del año: Riverside - ID.Entity
Más de 20 años después de su formación, donde se han vuelto emblema del emergente rock progresivo polaco para luego arraigar ellos solos en el "mainstream" cuando todo aquello se calmó, Riverside deciden volver a sus orígenes. La década pasada vimos como el trío abrazaba un estilo más melódico y pausado que alcanzó su cima con Love, Fear and the Time Machine, indicando una posible madurez que iba a dejar atrás los coqueteos con el metal y los ritmos más vivos.
Pero han decidido volver para atrás con ID.Entity, en un intento de recuperar la energía de sus directos en un disco de estudio. Cierto que es la clase de movimiento que indica cierta desesperación, pero esa recuperación del brío pesado que no se oía desde el Anno Domini High Definition les sienta estupendamente. El grupo suena estimulante y contundente en una serie de canciones arrebatadoras que son puro Riverside.
Hay de nuevo espacio para la melodía calmada, como en la exquisita 'The Place Where I Belong', pero el músculo de las guitarras, los ramalazos de jazz con esteroides y los riffacos vuelven a dominar el sonido de una manera deslumbrante, si bien no original. No obstante, resulta apropiada la dirección de reencontrarse con su pasado en un disco sobre encontrar la identidad personal en el maremagnum digital que vivimos. Un disco tan vibrante y potente que van a disfrutar tanto veteranos como neófitos en el fenómeno de culto de Riverside.
Mejor disco de punk que colinda con el metal del año: Closet Witch - Chiaroscuro
Sensacional y apabullante disco de powerviolence un poco más metalizado, a ratos permitiéndose decelerar en un sludge muy abrasivo. Con colaboración y apoyo de Dylan Walker de Full of Hell, este álbum te mete en un torbellino donde terminas destrozado antes de darte cuenta. En un pestañeo termina, y la fluidez entre temas es hasta mareante, pero Chiaroscuro toca los puntos que debe y funciona de maravilla.
Mejor disco de prog metal del año: Sermon - Of Golden Verse
Ha habido cierto grado de expectación en el underground por el segundo trabajo de los londinenses Sermon, que practican una especie de metal progresivo bastante especial y único marcado por un pulso de música ritual y melodías poderosas. Vais a ver a menudo citados a gente como Katatonia o Soen (que es casi una manera indirecta de hablar de Opeth), pero pronto comprobaréis que aquí hay otro rollo.
Riffs inmensos que también logran ser incisivos. Una meticulosa construcción de piezas progresivas directas y accesibles que no renuncian a cierta complejidad en sus capas sonoras y sus emociones. Sermon ofrecen una sorprendente conjunción de metal progresivo moderno con la majestuosidad tribal de unos Schammasch desprovistos de sus partes de género extremo.
Momentos como 'Wake the Silent' muestran que han encontrado un espacio sonoro bastante particular y que suenan vigorosos desde ahí, moldeando la clase de propuesta sorprendente que resulta plenamente cautivadora.
Mejor disco de mathcore del año: END - The Sin of Human Frailty
Con un primer disco que era una perfecta apisonadora de mathcore, y uno de los mejores de su año, a los neojerseítas (sí) END les tocaba encontrar la manera de continuarlo sin que se sienta como una matraca gastada, o como una maquinaria efectiva pero cada vez más irrelevante en su mecanicidad. The Sin of Human Frailty no sólo esquiva la frialdad, sino que se siente un paso adelante notable por la incorporación de elementos industriales que van como anillo al dedo.
Consigue así subir la intensidad con respecto al debut, haciendo un disco con más rango y más interesante en su pegada. Están superando muchos desafíos, y como sigan así vamos a tener que hablar de ellos como una de las bandas de la década, haciendo estimulante un género en su mayor parte estancado.
Mejor disco de blackgaze "que me dejes ya con Deafheaven" del año: Dreamwell - In My Saddest Dreams, I Am Beside You
Es tentador siempre tirar de referentes conocidos para vender las propuestas de aquí. Dreamwell tienen de hecho se conectan bien una serie de nombres bien variados y muy conocidos, ya que su mezcla de screamo, post-hardcore algo matemático, post-rock y amagos hacia la melancolía shoegaze es llamativa y trae a la mente grupos que han expandido esos sonidos.
Pero se siente reduccionista para un disco como In My Saddest Dreams, I Am Beside You, que sorprende en cada canción por su estimulante diversidad sonora. Y también por ir introduciendo en cada canción un pasaje o un enfoque que no esperabas del todo, pero se siente completamente en su sitio. Los de Providence disfrutan bien en su fluidez entre géneros, y tocan con urgencia para demostrar que tienen cosas que decir en todos los aspectos.
Mejor disco de doom gótico “paraíso perdido” del año: Godthrymm - Distortions
Es posible que muchos de los habituales estén cansados de que el doom de corte más gótico sólo salga a colación cuando Paradise Lost sacan discos. No pasa nada, tenemos referentes más modernos capaces de hacer el mismo disco soberbio. Vale, en realidad no, son dos ex-My Dying Bride que estrenaron grupo en 2020 con un notable debut, Reflections, pero eh, es algo.
Fuera coñas, el segundo disco de Godthrymm es un increíble salto adelante. No por revolución ni nada por el estilo, pero sí que encuentra la manera de que ese doom clásico y noventero siga sintiéndose épico y profundamente emocional en 2023. Riffs como catedrales, solemnidad bien entendida y sin abusar, y en ningún momento una sensación de que es un disco fuera de su tiempo y su lugar. Distortions es un trabajazo como la copa de un pino.
Mejor grupo/persona con año ocioso: Ὁπλίτης - Ψευδομένη / Τρωθησομένη / Ἀντιτιμωρουμένη
Un grupo de metal extremo disonante de China que escribe todo con caracteres griegos. Venga, hemos venido a jugar. Suena a una de nuestras clásicas boutades, pero aquí tenemos uno de esos discos que apuntaba a candidato al top desde el mismo día 1 de enero (día en el que se publicó).
Pero, por si fuera poco, a lo largo del año sacaron dos discos más, con variaciones ligeras pero igual de atronadores. Ὁπλίτης (Armeros) explotan las fronteras entre el death metal brutal y el black metal disonante, empleando también percusiones que bordean lo programado y otros efectos ultratécnicos que coquetean con el mathcore de altísima intensidad. Todo suena orgánico, todo logra sonar fresco y desgarra de manera bastante profunda. Y sin recrearse demasiado, en menos de 40 minutos te han dejado para el arrastre. Fuera de lo exótico, han mostrado tener un año tremendo.
Mejor disco de Panopticon del año: Panopticon - The Rime of Memory
Hace tiempo que los discos de Panopticon se dividen entre los EXCEL y los EXCEL PLUS ULTRA. Eso es debido a que pocos, por no decir casi nadie, se acerca como él a ese sonido brutal tan prístino, cuidado y evocador. Sus discos transmiten además sensaciones propias de las estaciones, permitiendo cierto dinamismo dentro de unas constantes bien marcadas.
The Rime of Memory es su retorno al invierno, siguiendo las experiencias de Roads to the North y el doble volumen de The Scars of Man on the Once Nameless Wilderness. Pocos discos más apropiados para escuchar en diciembre, con totémicas y emocionantes piezas blackmetaleras, realzadas con cuerdas y sonidos de cámara, de más de 12 minutazos como 'Cedar Skeletons'. Les tenemos cogida la medida ya, pero siguen sonando acojonantes como muy pocos grupos son capaces de lograr.
Mejor disco de funeral doom “fosa mariana” del año: Chained to the Bottom of the Ocean - Obsession Destruction
A saber de qué fosa mariana se han escapado Chained to the Bottom of the Ocean, pero el caso es que menudo pelotazo de debut han sacado. Con un doom metal abrasador, que toma lo mejor de un sludge primigenio arrastrado por la opresiva lentitud casi funeral, Obsession Destruction hace un increíble ejercicio de riffs inmensos y atronadores, con melodías apuntalando como relámpagos en una tormenta densa.
En sus canciones hay espacios para interesantes variaciones, para una textura de guitarra diferente, en medio de lo que parecen monolitos gigantescos. Hay también algunos tramos emocionales muy conseguidos, que suenan de maravilla gracias al trabajo de masterización de Magnus Lindberg, de Cult of Luna, que pone el toque necesario para que las piezas suenen profundas y cargadas de riqueza. A lo largo de las mismas vamos encontrando detalles genuinos más allá de la impactante intensidad técnica, mostrando que hay un grupo más interesante todavía del que vale la pena rascar. Leñe, hasta versionan a Death Cab for Cutie.
Mejor disco islandés "más bandas de black metal que ballenas" del año: Sól án varma - Sól án varma
Nunca hay que subestimar a Islandia, porque siempre lo pueden volver a hacer. Y cuando tienes una constelación de músicos como la que encontramos aquí, con gente experimentada que ha tocado en grupos excelentes como Misþyrming, Naðra, Árstíðir Lifsins o Svartidauði, sólo puedes tener las expectativas por las nubes. Y, aun así, son capaces de pulverizarlas.
Sól án varma despliegan una de las explosiones de black metal más formidables y sombrías de los últimos años, expandiendo un poco más la abismal melancolía y rabia que ha ido germinando en la escena del país. Riffs extraordinarios, experimentación con texturas aquí y allá sin perder el pulso, algún exquisito pasaje ambiental para dar cierto respiro a la hora de meterse entre pecho y espalda más de una hora de increíble metal extremo. Aquí encontramos un disco que lleva lo que ha estado saliendo de Islandia a un nuevo nivel, con una colaboración que se siente fresca y lleva el sonido a una nueva dimensión devastadora.
Mejor disco de death metal para mediocentros del Real Madrid del año: Gravesend - Gowanus Death Stomp
A veces este, vuestro querido Volquete, ha pecado en apreciar más la sofisticación y el refinamiento como métodos para llegar al avance del género, a su excelencia. Los discos más abrasivos y directos, por su carácter más de café para cafeteros, igual caen más en la categoría de diversión para gente que tiene esa clase de sonidos en su dieta, como un servidor. Pero tienen que llegar a veces unos Gravesend para demostrar que a base de hostias también se progresa.
Su debut ya era notable, una increíble lección de implementar en la actualidad los sonidos del grind y el death metal que suena más a tumba con portadas que destilan pura violencia. Gowanus Death Stomp coge todo eso y lo propulsa aún más lejos, a la estratosfera, pero sonando en todo momento muy terrenal y contundente, como si una especie de fuerza o entidad brotase de la tierra y te atrapase. Y luego te azotase sin piedad.
Es un disco que ofrece muy pocas concesiones al oyente, pero al mismo tiempo resulta innegable. Gravesend se convierten en un perfecto vehículo de frustración, nihilismo e incertidumbre angustiosa cargada contra un desnortado sistema de anarcocapitalismo. Su rabia no brota de la nada, tiene un objetivo muy claro, y por eso Gowanus Death Stomp se siente especialmente visceral, más allá de la evidencia en sus producción que golpea como puñetazos y en esos riffs que esconden maravillas en su velocidad de vértigo. Una animalada que se siente urgente, poderosa, y marca caminos en una vertiente de metal que puede todavía reivindicarse como necesaria.
Mejor disco de metal extremo brutalista del año: Ulthar - Anthronomicon / Helionomicon
Siguiendo a una espera de tres años, y dos potentísimos discos de black/death técnico de duración contenida (lo que era de agradecer), los americanos Ulthar regresan con dos discos de lo más ambiciosos, actuando como imágenes especulares. Anthronomicon saca su faceta más bravucona y directa, enfatizando el componente extremo y afiliado más que lo técnico a través de diferentes piezas relativamente cortas. Helionomicon, por contra, se deja llevar más por la épica compleja y abstracta, aunque realmente contundente, con dos piezas de aproximadamente 20 minutos.
Ejemplos de lo que es ahora mismo una de las bandas más interesantes en activo en la música extrema. Anthronomicon sin duda funciona en su potencia bruta, y puede ser una puerta de entrada para nuevos oyentes, pero es Helionomicon el que verdaderamente desarrolla su potencial. Composiciones mastodónticas y bravas que abren la puerta a una concepción marciana de ese black/death técnico, entregando a ratos el disco que esperábamos que nos diesen Blood Incantation, pero siempre desde unas coordenadas propias y sugerentes.
Mejor disco de sludge y ruidera que leería a Slint del año: KEN mode - Void
De la desolación sacar los mejores resultados. Los canadienses KEN mode han ido viviendo una tendencia ascendente dentro del metal underground, realizando un sludge ruidoso y hardcorizado que desafiaba límites de géneros y de abrasión. El grupo de metal terminó de despegar el año pasado con NULL, un trabajo post-pandémico donde elevaron la intensidad para volcar hacia afuera la ansiedad agobiante, y ahora cierran el círculo con VOID.
A pesar de sus tendencias extremas, hay suficiente en KEN mode para atraer a no metaleros. VOID saca a relucir atmósferas inquietantes pero muy vivas y cargadas de nervio, con melodías cortantes que se alternan con riffs llenos de músculo y con pasajes donde la experimentación entra en terrenos post que no desentonaría en el club de lectura de Slint.
Estos últimos asoman en el corte final 'Not Today, Old Friend', dejándose mecer por un aire de calma tensa que logra ser cautivadora. Su habilidad para moverse entre esas capas de ruido tensas de 'A Reluctance of Being' y los puñetazos sludge como 'The Shrike' marcan un crecimiento aún mayor que obligan a ponerlos como una de las bandas de metal del momento.
Mejor disco de metal de una banda no-metal: King Gizzard and The Lizard Wizard - PetroDragonic Apocalypse; or, Dawn of Eternal Night: An Annihilation of Planet Earth and the Beginning of Merciless Damnation
Los inicios de King Gizzard & The Lizard Wizard no invitaban precisamente a pensar que estábamos ante una de las bandas de metal más excitantes y brutales de esta década en la que estamos. Es cierto que desde entonces han apuntado en mil direcciones, siempre desde una personalidad y carismas indistinguibles, pero sus amagos hacia el sonido pesado se sitúan entre sus mejores esfuerzos de manera regular, al menos según yo lo veo. Ahí está su Infest the Rats' Nest, su disco Slayer, para demostrarlo.
Aunque PetroDragonic Apocalypse blablabla va aún más lejos. En sonido y en cuando a mensaje de ansiedad climática, donde King Gizzard vuelven a tirar de humor y urgencia para retratar un planeta en llamas y lleno de monstruosas máquinas extrayendo petroleo a la vista de los pequeños lagartos que pueblan el seco yermo. Esa emergencia es expresada con unas canciones agresivas, con guitarras pesadas tocadas con una capacita de vértigo casi thrash pero también con una complejidad progresiva.
PetroDragonic Apocalypse asumen con toda naturalidad el metal progresivo más bravo y apabullante, consiguiendo en el proceso el mejor disco de Mastodon en varios años. Y sin dejar de sentirse puro King Gizzard, como demuestran en 'Supercell' o sobre todo 'Witchcraft'. No obstante, es en ese fabuloso trío de 'Gila Monster', 'Dragon' y 'Flamethrower' donde no sólo se marcan un de los tramos más acojonantes de un disco de 2023, sino que han absorvido un género entero para hacerlo suyo y poder escupir con más contundencia su ecoansiedad.
Mejor disco de metal del año: Tomb Mold - The Enduring Spirit
Habiendo dado Blood Incantation un paso en falso bastante gordo con aquel disco ambient-turra, muchos andarán desesperados por entregar esa corona del death progresivo marciano que tan rápido les otorgaron. Tomb Mold parecen los mejor colocados para ello, con un nuevo disco que aúna aclamación y bastante hype, lo que debería despertar alarmas. Pero luego te encuentras un disco que realmente se acerca a lo inconstestable.
Yo debo decir que The Enduring Spirit es más exitoso en sus ambiciones que aquel disco de Blood Incantation. Tomb Mold exploran la brutalidad esotérica y elementos de ciencia ficción a través de complejas estructuras y riffs fuertemente influenciados por ramas sonoras libres como el jazz. Y nunca deja de sonar demoledor, nunca pierde el pulso con aquello que pretende, y consigue ser perfectamente digerible sin hacer concesiones que bastardicen la propuesta. Es un trabajo muy redondo y devastador con el que el grupo consigue consolidarse. Es, en definitiva, el mejor disco del año.