Las mejores películas de 2023 (I)
Ordenadas en cómodo ranking para que nadie crea que es una inocentada
Le hemos dado todo el margen posible a James Wan para ver si se colaba a última hora en lo mejor de un año 2023 que ha tenido la habitual disparidad entre lo comercial y lo artístico. Siguen produciéndose grandes películas a lo largo del año, tantas que una lista de 30 hasta se queda corta, y estas poco o nada tienen que ver con una enorme retahíla de blockbusters que han colmado hasta la paciencia del espectador acostumbrado a asistir a reboots, remakes y más cosas que empiezan por “re-”.
Aquí la primera parte de la selección con lo mejor según los Cahiers du Hipersonicá, dividida para que nadie crea que el contenido es una especie de inocentada.
30. Las ocho montañas
Es fácil, incluso bastante fácil, odiar esta adaptación literaria escrita y dirigida a dos manos por los belgas Felix van Groeningen (Alabama Monroe, Beautiful Boy) y Charlotte Vandermeersch. A priori, motivos no faltan: un conflicto algo manido entre dos amigos de la infancia (el urbanita y el que se quedó en el pueblo), una temática cercana al resbaladizo territorio de la autoayuda, una voz en off algo acartonada que puede sonar a mala adaptación, una banda sonora invasiva y algo indigesta...
Todas esas cosas, es verdad, están ahí, y quiénes somos nosotros para juzgar a quien simplemente no pueda con ellas. Odiar es libre, voluntario y hasta recomendable. Pero. Lo que es indudable es que aquí hay un relato realmente hermoso de la amistad entre dos hombres con una aproximación muy conmovedora a la intimidad entre ellos. Hay también un proceso de escritura y de montaje que primero escoge muy cuidadosamente qué momentos de entre todos estos años de relación va a decidir mostrarte y que luego, una vez ha tomado esa decisión, te acompaña con mucha dulzura para mostrártelos.
La estructura de película-río tiende a facilitar el tratar los Grandes Temas (familia, amistad, paternidad, el hombre y la naturaleza, el paso del tiempo, la satisfacción con la propia vida) casi como una lista de la compra, pero Las ocho montañas los aborda con sencillez, empatía y la dosis justa de lirismo para que logre alcanzar las cotas de grandeza cinematográfica que se autoimpone sin que la ambición la haga descarrilar. Y también se permite hablar a ratos un recondidísimo dialecto del piamontés.
Si dejas que las gafitas se deslicen por tu nariz más de la cuenta, no le vas a pasar una, pero si te dejas coger de la manita podrás disfrutarla mucho.
29. R.M.N.
Cuando el emigrante vuelve a casa, no le gusta ver emigrantes allí. La extrema derecha propagándose por la UE como la peste, como el más contagioso de los virus, incluso en una comunidad bilingüe, fronteriza y que de verdad necesita la mano de obra extranjera.
Más de 15 años después de deslumbrar con 4 meses, 3 semanas, 2 días, Cristian Mungiu sigue incomodando y devolviéndonos imágenes que preferiríamos no ver, permitiéndose incluso florituras técnicas como en la escena de la asamblea, una de las secuencias más deslumbrantes (y sin embargo sobrias) del año. Es algo así como la adaptación cinematográfica de ese momento en el que lees tres o cuatro noticias deprimentes seguidas y piensas "pues se nos está quedando una Europa preciosa, eh".
28. El asesino
Sólo David Fincher es capaz de hacer sus actos confesionales a través de un psicópata asesino, y extramadamente es el motivo por el que lo amamos. El asesino es su intento de resarcirse de la modesta decepción de Mank, una película que él mismo parece ver como un ligero desliz que toca compensar a base de violencia pulp macarra. Su estilizamiento extremo diluye de la superficie un humor muy Park Chan-Wook (que asoma también en algunas transiciones), y aparenta frialdad hasta que llegan momentos de absoluta crueldad y suciedad, incluyendo una de las escenas de acción del año que funciona como perfecto opuesto de John Wick.
Aun así, Fincher se guarda sorpresas en este trayecto de muerte y venganza que termina siendo un autodescubrimiento muy sincero (para el personaje, y a un nivel muy complejo también de su autor), dejando un final que puede resultar anticlimático pero es toda una declaración de intenciones.
27. El inocente
Resulta que sí que había una comedia francesa de Woody Allen que no daba pereza este año. Con absoluta desvergüenza y malabarismos imposibles con el tono, Louis Garrel hace una comedia de crímenes que tiene espacio para Ernst Lubitsch, Steven Soderbergh y para un puto ligeramente meta que da un divertimento más que agradecido. Mención aparte para una Noémie Merlant que cada vez más es la actriz francesa del momento.
26. Air
Película para mayor gloria de la empresa que gana millones de manera anual vendiendo zapatillas, del jugador de baloncesto más alabado de todos los tiempos y para el capitalismo en general. Pero joder, cómo te la disfrutas como un cerdo desde el primer minuto. Ben Affleck vuelve a tener chispa dirigiendo recuperando la parte más relajada y divertida de su Argo para hacer un drama deportivo a medio camino de Moneyball y de Le Mans '66. Ritmo impecable, reparto brillante y contada con profesionalismo envidiable. El entretenimiento adulto que merecemos.
25. Llaman a la puerta
Habituados a sus episodios de Dimensión desconocida, con sus característicos giros de guion y finales impactantes, resulta completamente chocante que M. Night Shyamalan adapte una novela y decida desprenderse de todos los giros de esta. Aquí nos ofrece una película más directa y elemental, sostenida por la tensión del home invasión y manteniendo la inquietud sobre si la promesa del apocalipsis es real o no.
Se apresura un poco de más en el clímax, pero consigue ese momento final impactante, y un viaje realmente entretenido con una dirección que sigue siendo de primer nivel (ese uso de los primerísimos primeros planos) y una historia familiar efectiva. A estas alturas tiene tan clarísimo qué películas tiene que hacer y cómo hacerlas que sólo queda disfrutar de esta etapa.
24. Cerrar los ojos
Es difícil despegarse la inquietud cuando el señor que ha dado dos de las películas más perfectas del cine español y un documental maravilloso regresa más de 20 años después, con un cine que ya no es en absoluto como lo practicaba entonces. Y lo hace con una película más vulnerable y hasta lineal que se aproxima a los trabajos de vejez de otros maestros en su manera de tambalear mientras reflexiona.
Pero, aun así, resulta mística, que es justo lo que reivindica Víctor Erice. Lo cuál es muy sugerente de contar en una película que se va a querer desentrañar todo el significado posible. Por ahí y por ese aire de falsa historia detectivesca me ha acabado ganando. Y qué tesoro nacional tenemos en Manolo Solo. Si esta es su obra de despedida, Erice se va con una filmografía sin mácula.
23. John Wick 4
Si esta saga se mide en la calidad de las escenas de acción que contiene cada película, sin duda puede decirse que Keanu Reeves y Chad Stahelski se superan con cada película. Y de manera increíble lo han vuelto a lograr con una cuarta película más ambiciosa que nunca, que fluye totalmente entre el lenguaje de las artes marciales orientales y los videojuegos como Hotline Miami mientras solidifica a Wick como un Hércules del universo de los sicarios, superando continuamente retos imposibles. Muchos blockbusters modernos deberían avergonzarse de no lucir ni la mitad de preciosas que estas películas.
22. El club de las luchadoras
Muy juguetona propuesta de instituto que recoge la sátira a lo bestia de películas como Escuela de jóvenes asesinos o Fuera de onda, y lo aplica a un falso Club de la lucha llena de diálogos con los que partirse de risa. Es muy fresca en su manera de entender las dinámicas de instituto, pero ante todo es una comedia muy comedia que saca lo máximo de la improvisación de líneas y de un reparto fino-finísimo.
21. Sabotaje
Material inflamable. En tiempos de pura ecoansiedad, esta sorpresa puramente indie adapta el libro de potente título "How to Blow Up a Pipeline" para hacer un thriller de atracos que resulta nervioso más que entretenido. Y ya puede, porque en poco más de hora y media logra hacer un estupendo estudio de un grupo de ecoterroristas, sus contradicciones y la necesidad de su causa, mientras hace un ejercicio de tensión que te tiene destrozando el asiento con las uñas. Absolutamente urgente, quizá de las películas más implacables del año.
20. Saint Omer, el pueblo contra Laurence Coly
Este año Francia se ha puesto a tope con su interesante respuesta al género de juicios de Estados Unidos. Aquí Alice Diop aprovecha su pasado en el género documental, empleando sus herramientas para contar este relato de ficción que denuncia tanto el colonialismo francés como habla de ansiedades femeninas en torno a la maternidad.
Su uso de los planos prolongados mientras los personajes dan testimonio dan para grandes momentos, aunque es una apuesta tan "objetiva" que hay que comprar bastante para no quedarse con sensación de frialdad. Pero como heredera de A sangre fría llama bastante la atención.
19. Disturbios
Un pequeño muelle, una diminuta pieza, es lo que mantiene en pie el complejo mecanismo de un reloj, de la misma forma que la cohesión de los trabajadores, aunque sea en complicado equilibrio, es lo que sostiene el movimiento obrero en una comunidad rural a finales del XIX.
En su segundo trabajo, el suizo Cyril Schäublin plantea un artefacto tan difícil de describir, y a veces hasta de interpretar, como francamente estimulante. Una especie de parábola anarcosindicalista de planos imposibles y diálogos extravagantes en boca de actores no profesionales que, subordinando los personajes y la acción al colectivo, acaba resultando inesperadamente juguetona y hasta, a su manera, divertida. No habréis visto otra como ella este año.
18. Anatomía de una caída
La otra cara del sistema judicial francés nos la trae Justine Triet en una de las películas más aclamadas del año, dando un salto notable para labrarse una Palma de Oro en el último Festival de Cannes. Con mucha calculada ambigüedad y bastante desvergüenza en su manera de retratar estratagemas fiscales y reacciones de jueces, la película expone la irreconciliable división entre justicia y la verdad, incluso teniendo a disposición dos versiones de un matrimonio desgastado por todas las cosas que se arrastra. Por momentos evoca las consecuencias de una película de terror psicológico (como El resplandor) sin llegara ser género.
Premio especial para sus jerseys, de los más bonitos del año, y para el perro Messi que logra dar una interpretación más bárbara que la increíble Sandra Hüller.
En cines.
17. El chico y la garza
Es inevitable el sentimiento de que hay que estar agradecido por el mero hecho de poder disfrutar de una película más de Hayao Miyazaki. Pero El chico y la garza no se sostiene por ese cariño nostálgico, ni siquiera por su manera de pasar por todas las etapas de su filmografía.
Un relato sobre pérdida y luto que empieza con la gentileza más terrenal para luego absorberte en un torbellino imaginativo y fantástico. Y luego te escupe, dejándote en shock pero extrañamente conmovido, porque ninguna decisión narrativa o de diseño está por casualidad y todas engrandecen una obra grande más que sumar a una carrera infalible.
En cines.
16. Los reyes del mundo
Fin de la inocencia en Medellín. Laura Mora triunfó en el pasado festival de San Sebastián con un duro pero poético retrato de la juventud en la Colombia azotada por las guerrillas. Lejos de querer hacerte sentir mal con la situación, Mora emplea recursos de la road movie y el coming of age para conectar emocionalmente con un grupo de adolescentes sin lugar en el mundo y con una promesa en forma de papel. Y sin renunciar a ir mostrando el abismo.
Los reyes del mundo tiene mucho que gritar a viva voz, pero elige a menudo la manera más estimulante, en ocasiones onírica, para contarlo El uso sugerente de los paisajes se sale de lo común y fortalece la sensación de que el cine latinoamericano está gozando de buena salud.