Los mejores discos internacionales de 2024 (5 y final)
Los discos del año, ordenados como ya te habíamos dicho que tenían que estar para que no tuvieses que pensar
Sin duda, la parte 4 tiene mejor rima que la cinco. Recuerda que todo un año de tiers semanales, con más de 800 discos reseñados y ordenados en cómodo ranking para que no tengas que pensar, es posible gracias a la gente que se suscribe a Hipersónica:
10. Oranssi Pazuzu - Muuntautuja género: infección industrial
Muuntautuja en finlandés se puede traducir como “transformador” o “cambio de forma”. Algo que encaja bien con el movimiento que ha realizado una de las bandas de referencia del metal extremo de la última década, avanzando progresivamente en la manera de llevar el black metal a los senderos más psicodélicos y experimentales posibles sin perder la garra en ningún momento. Algo que cambia con su nuevo disco.
Los fans de Oranssi Pazuzu pueden, eso sí, estar tranquilos. Muuntautuja es un disco llevado esta vez hacia sonidos más electrónicos, tirando mucho de industrialismo hipnótico que les encaja bastante bien y citando referentes como Death Grips y Portishead. Hay que hilar fino para encontrarlos, aunque la deriva ya nos venía avisada gracias al disco de Haunted Plasma que sacó uno de sus miembros. El black metal ya no está tan presente en la mezcla, pero Oranssi Pazuzu siguen sonando a grupo pesado y urgente que no teme arriesgar a la hora de deformar los límites que el género puede explorar.
Sus jams son agresivas, y aunque tienden a la densidad consiguen arrollar de una manera adictiva. Quizá menos que la cavernosa psicodelia extrema de sus dos anteriores referencias, sendas obras maestras, pero es un disco muy exitoso en sus ambiciones que sin duda merece la pena quemar mucho. (Black Gallego, fue Directo al Excel en la tier del 14 de octubre)
9. Ka - The Thief Next to Jesus
género: predicando sin bajar del autobús (no hay streaming, o pagas o buscas ya sabes dónde)
La iglesia de Kaseem Ryan no excluye a nadie, pero tampoco se quiere plegar a demandas ajenas. Sus discos acaban eventualmente en plataformas de streaming, pero siempre, siempre, desde sus términos, y tiempo después de haberlos vendido él mismo exclusivamente en su página web. Una estrategia a contracorriente que muestra un compromiso ético tremendo, además de una seguridad en que su pura independencia es lo que le proporciona la auténtica libertad creativa. Al fin y al cabo, su profesión del día a día no fue rapero, fue bombero. Y en su ejercicio desapareció
Por ello, los habituales nos quedamos como fieles suyos, porque discos como The Thief Next to Jesus respiran por completo una sensación de querer comunicar, tocarse los estigmas ante nosotros, pero nunca plegándose a la planicie. Sus discos son siempre un interesante compendio de estilos, producciones y bases, del drumless al abstract a algo que nadie más está probando, y también de rapeos de voz rasgada auténticos a más no poder.
Su templo no es inmenso y desbordante como una franquicia, pero sus homilías no entienden de imitaciones. Nadie crea una atmósfera casi de novela/película negra cargada de humo de cigarro como en ‘Broken Rose Window’. Nadie te hila una trilogía de confesión y artesanía fina como ‘Lord Have Mercy’, ‘Such Devotion’ y ‘Cross You Bear’. Nadie bordea tan bien el gospel espiritual hasta volverlo gótico sureño como en ‘Hymn and I’. Ka se tiene ganado que sigamos de parroquianos, incluso cuando todo ha acabado. (Black Gallego, directo al excel en la tier del 2 de septiembre)
8. Charli XCX - BRAT
género: let charli cook
El cataclismo de Pitchfork dentro de Condé Nast se vio de manera trágica, pero nadie esperaba que el movimiento fuese a suponer el “fin” del poptimismo. Lo que antes era BNM con un mínimo esfuerzo empezó a no pasar del 6,9, algo a lo que desde el mainstream se empieza a reaccionar con rabietas. Pero que se acabe este fenómeno no es, ni mucho menos, el fin del Pop. No mientras siga habiendo espacio para Charli XCX.
Si con Crash jugó la carta de diva del pop de sintes, y salió mejor parada que la mayoría, en BRAT decide volver por ese estilo clubero hiperflipado de la mano de productores como su fiel A.G. Cook, Hudson Mohawke o incluso El Guincho. Un claro intento de recuperar totalmente las riendas de su carrera, no al margen de las tendencias sino con clara intención de marcarlas, siempre en posesión de su voz e imagen. Motivo por el cuál no sólo aquí tenemos una portada lo-fi que grita “fuck design” y ha decidido llevarlo al resto de sus discos.
Es por ello que el disco salta desde el petardeo puro y unas baladas ultraprocesadas pero que se sienten muy personales. Y el resultado es un viaje fabuloso y sensacional. Que ‘Club Classics’ y ‘B2B’ eran trallazos lo teníamos claro, pero aun así nos sorprendemos con el fervor de ‘Sympathy Is a Knife’, la tralla de ‘Everything Is Romantic’ o una ‘Mean Girls’ grandiosa. No es que haya que preocuparse por el estado del Pop, nunca necesitó a la crítica en primer lugar. Pero todos nos podemos congratular si hay gente como Charlotte capaz de cocinar magia de esta manera. (Black Gallego, directo al excel en la tier del 11 de junio)
7. MJ Lenderman - Manning Fireworks
Género: el cinismo empático indie-rock se va al sur
Sí, el hype que se va a crear va a estar justificado. Es más, si escuchamos los discos previos de MJ Lenderman, se veía que iba a ocurrir lo de Manning Fireworks: una obra mayor. Wednesday, donde Lenderman toca la guitarra, ya tuvieron la suya el año pasado y ahora él, en solitario, reincide desde su zona favorita: esa Americana no fundamentalista, vista desde el indie-rock y de baja fidelidad.
Lenderman, frente a lo habitual en el género, no apuesta por lo serio. A sus canciones las atraviesan frases, y arreglos, que parecen medio de coña. "No estaría en el seminario si pudiese estar contigo", dice en el estribillo de Rudolph. "Go rent a Ferrari / And sing the blues / Believe that Clapton was the second coming", canta más tarde mientras a su protagonista le descubren en pelotas en plena infidelidad.
Clapton nunca fue la segunda llegada de Jesucristo, y Lenderman no se ha contagiado por la grandilocuencia. Su rock de raíces suena siempre en pequeñito, no en cinemascope. A ratos tan íntimo y delicado como algunas canciones de Sufjan Stevens, con quien no comparte nada salvo la capacidad, en el inicio de la carrera de este, de acercarse a lo grandilocuente desde composiciones y formas muy humildes. La bonita, y de hombre-orquesta, 'You Don't Know The Shape I'm In' es buen ejemplo.
En esas indecisiones constantes es donde navega con gracia. Tampoco nunca se acaba de poner triste del todo, incluso cuando su steel guitar y sus letras llenas de personajes a los que todo les sale mal deberían llevarle allí: en 'Wristwatch', mira su reloj caro, y se da cuenta de que tiene brújula para decirle que tú estás sola, de que tiene altavoz para gritarle que él también. Es un punto patético, un punto triste. Las guitarras se encabritan a lo Neil Young y se te pasa. En 'Rip Torn', la que más se acerca a llevarte al pozo, lo evita con la distorsión final y con frases como "You need to drink some water / It'll kill the need to puke / You need to learn / How to behave in groups", espetadas como si fueran lo más ligero posible.
Gracias a todo eso, cuando encuentra el camino del medio tiempo-himno, lo borda (‘She's Leaving you’). Y cuando se pone potente, como si quisiera que el espíritu de Drive-By Truckers lo imbuyese, también ('On My Knees' es perfecta; también socarrona: "Is it the quiet hiss of a midnight piss or a river turned to creek?"). Él, que siempre había querido extenderse en largos pasajes instrumentales y en solos de adoración guitarrera, esta vez se ha contenido.
Manning Fireworks tiene muchas cosas buenas, porque va acertando en todos los acercamientos a cosas distintas que va haciendo. Es sutil como no lo era Boat Songs (otro disco estupendo), socarrón y empático, muy divertido haga lo que haga y gozoso para los amantes de las guitarras. Tiene muchas cosas buenas, sí, pero lo mejor de todo es que insiste: MJ Lenderman va a ser mucho más a grande aún. Hay talento de sobra. (probertoj, directo al excel en la tier del 9 de septiembre)
6. SHXCXCHCXSH - ......t
Género: De dónde viniste genio, mostro, figura, máquina, fiera, jefe, tifón...
Que cuesta rebuscar en el ámbito del techno cada vez más parece que se ha convertido en un hecho, aunque es algo relativo —ya hablamos próximamente de ello—. En plena repegada masiva de la electrónica en términos amplios, parasitando cada vez más estilos ajenos, con algunos primeras espadas vendiéndose a coordenadas más accesibles y facilonas respecto a lo que venían haciendo, si hay una máxima sonora, geosonora más bien, es que la gente del norte no decepciona. De allí nos llegan desde los últimos años algunos de los mejores regalos. Y este 2024 ha sido el del regreso de los suecos de nombre impronunciable. Los buenos de Hannes Stenström y Emmanuel Pascal Moreno. SHXCXCHCXSH. Y lo hacen debutando en Northern Electronics. Les va tan como anillo al dedo que casi sorprende que no estuvieran allí desde hace diez años.
......t, de título impronunciable, impresentable como siempre, es lo peor del disco. Como casi siempre. Lo del interior, también como casi siempre, es otra cosa. Un disco que como mínimo está a la altura de sus dos mejores trabajos, Linear S Decoded (Avian, 2014) y Kongestion (Avian, 2022). Sus coordenadas no varían, siempre entre un techno industrial, pero sin forzar los engranajes, y el ambient techno. Un punto intermedio entre fuerza y atmósferas que son las que les dan un mayor rendimiento, donde sacan a lucir sus mayores fortalezas. Gusto para el ambiente que rodea un techno que teniendo músculo, no necesita asesinar. Miden muy bien cómo y dónde moverse. Sin saturar en exceso de alguna de las fórmulas. La suya es una ambivalencia que en este ya séptimo álbum (contando el otro aka, AÅÄ, no sea que alguien les acuse de parecer normales) brilla en su máximo esplendor.
Ya en verano llegó un EP que dejaba los dientes largos. Aquí, en LP, dejan la cortesía del primer tema para no fusilar, desde '!!!...' y su martilleo con bombos cortos, bella capa en segunda pista, y un poquito más de octanaje para los bombos. Saben cómo se juega a esto. Durante esas primeras acometidas, equilibrio en piezas como 'jjjttttttt' y alternancias varias hasta llegar a la segunda mitad. Ahí, como en un bautizo, renuevan otra vez sus votos y se sacan otro regalito del calibre de 'lljjllll'. No una especial bomba, pero una de esas joyitas donde juegan con esos timbres más agudos, texturas de fondo, sus vocales tan bien precisos... Y en la parte final pues más mandanga, tanto para engorilarse como para disfrutar en la escucha. Que es lo que hace las suyas propuestas siempre tan jugosas para cualquier parroquiano de esto. Pero también para el profano. Con esto y el EP de este año la cosa está clara: están en su mejor momento. Vaya recital. (Ferraia, drct l xcl n l tr dl 25 d nvmbr)
5. Sharp Pins - Radio DDR
Género: Guided By Byrds and Voices
Now the days are filled with pain
And they circle all the dots all the same
Turn my head and look away
It's a long long space between
Bienvenidos de nuevo al reino de las guitarras que te harán llorar. De bonitas que son sus melodías, de la melancolía que destilan, de las voces eternamente pop que las acompañan. O de todo eso a la vez. Radio DDR es un salto adelante para Sharp Pins tras su debut de 2023. Kai Slater demostró ahí que tenía un don, pero aquí lo hace arder con toda la intensidad de quien pareciera que sólo tiene esta oportunidad.
Pop veraniego de baja fidelidad y altísimo carisma, encantador todo el puñetero rato. No es power, pero casi, no es indie pero casi y no es el disco de tu vida pero casi. O sí a todo eso. Bravísimos.
(probertoj, según lo visto en un frikexín y directo al excel en la siguiente tier)
4. The Cure - Songs of a Lost World
Género: Es el fin del mundo tal y como lo conocimos… y me siento solo
Así que era esto: canciones inspiradas, que no sonasen derivativas, que mirasen al pasado y encontrasen un escalón, una pequeña plataforma con la que volver a sacar la cabeza del pozo. Era tan sencillo, y tan difícil a la vez. Era darle vueltas y vueltas a si tu disco ya estaba preparado o no, pensar que ya lo tenías, que para otoño salía, estavezsídefinitivo.docx y luego aplazarlo de nuevo hasta encontrar el camino. Y encontrarlo, además, sin indulgencias: cortando canciones, eliminando las que sobraban, no metiendo todo a pesar de que ya no hay por qué censurarse nada, de que lo digital te permite olvidarte de los problemas de espacio, que el público elija. Prometiendo que las que habías dejado fuera ya llegarían, si es que te da tiempo.
Así que era esto: sacar un disco a la altura de muchos de los buenos, y que tus fans ahora discutan si es el mejor desde Bloodflowers y que luego se den cuenta de que en realidad eso es facilísimo, de que la travesía del desierto de décadas ha sido terrible y de que van a elevar la apuesta y decir "ES EL MEJOR DESDE WISH". Y que los que te quieren poner pegas digan "bueno, sí, un poco lo mismo desde Disintegration", sin reparar del todo en que nos has hecho aguantar carros y carretas, cosas como 4:13 Dream, que era malo; o peor: cosas como el homónimo que... ¿sucedió realmente aquella cosa pocha y sosa?
Así que era esto: haber guardado aún algo de lo que tuviste, que eso que se fue volando no era tu talento como decían los chanantes sino simplemente... vete a saber... una crisis creativa. O la imposibilidad de ser perfecto. Pero también la pérdida, la mutilación, la vida cuando se te empiezan a ir los que fueron importantes. Y no sólo los que eran mayores y ya sabías que se iban a ir: también los de tu generación, los "tuyos". Porque así acaban todas las canciones que coreábamos juntos: cantándolas solos, si es que nos quedan fuerzas.
Así que era esto, Robert: grabar las baterías sonando a lata; vestir algunas canciones (y sus guitarras) como si esto fuesen de nuevo los 90s y el alt-rock dominase el mundo; grabar un par de temas, los peores, que te firmarían Metallica o los Smashing Pumpkins (los que no se miraban en ti; los otros grabaron Adore). Y, sin embargo, salir indemne de todas ellas, colocarlas junto a algunas realmente buenas (REALMENTE BUENAS, Robert, mira lo que te digo: 'Warsong' es tu mejor canción en eones) y otras de purito fanservice bien entendido. Y sacar esas de single, hacernos dudar de si eran realmente buenas o sólo es que os queremos.
Así que envejecer con dignidad, creatividad, respeto por ti mismo como artista era ESTO y no todos los retornos que prometen volver a lo de antes porque sólo saben sentir nostalgia de sí mismos, de cuando eran mejores. Era esto y no todos esos que se han pasado tanto tiempo mirando las fotos de sí mismos que ya casi no pueden imaginar que fuesen reales.
Sí, tú también fuiste mejor, pero lo que yo ya dudaba es de que algún día volvieses a ser esto: alguien que firma un disco no perfecto pero sí tan bueno como Songs of a Lost World. Qué alegría, Robert, que puedas enseñarme qué era esto. (probertoj, directo al excel en la tier del 5 de noviembre)
3. Jim Nothing - Grey Eyes, Grey Lynn
Género: Electricidad The Clean pero menos tristona
Hablando de sellos que envidiar y amar a la vez, ahí va otra de Meritorio Records, que en esta sección este mismo año nos enamoraron con su viajecito a la Francia rural. Ahora con ellos nos damos una vuelta por Auckland para conocer a Jim Nothing, de los que yo npi hasta ahora pero que ya son mi nuevo grupo favorito, ese que voy por ahí citando a mis vecinos para que, si algún día cometo un crimen, tengan algo más interesante que decir "era muy majo, siempre saludaba".
Vale, ¿qué tenemos aquí? Un chute de electricidad menos tristona de lo que su amor por The Clean sugiere (aunque les sale el campanamuertismo en 'Wildflowers' y en la titular también se les viene el mundo encima), un puñado de melodías absorbentes tocadas con la desafiante mirada de la chavalería (la mirada del tigre que portaron Urusei Yatsura todo el rato mientras les robaban a Pavement todos los hits que no querían sacar), y alguna pizca del noisepop más adictivo.
Dicen mis vecinos que estoy muy loco. Y yo les digo que sí, pero por amor. (probertoj, según lo visto en el frikexín.)
2. Vampire Weekend - Only God Was Above Us
Género: to be old (is to be sad, to be down)
En 1988 un avión de Aloha Airlines con destino a Honolulu perdió el techo en pleno vuelo. Cuestionado sobre el incidente tras aterrizar sano y salvo, uno de los pasajeros respondió: "Solo Dios estaba sobre nosotros". Se había enfrentado a la muerte y había salido indemne. El premio a recibir fue una conexión directa con Dios, sin intermediarios físicos o espirituales.
Dios, la muerte, la identidad, lo que somos, lo que fuimos, lo que volveremos a ser. Son temas que abordan a uno cuando el fragor de la juventud yace en el cementerio. La tibia e irreprochable vida adulta. Ezra Koenig ya había coqueteado con estas ideas, pero nunca las había colocado en su centro gravitatorio. Tampoco nunca había tenido 40 años. Los tiene ahora y es ahora cuando mira al pasado: al suyo, al de Vampire Weekend, al de Nueva York, al nuestro.
Only God Was Above Us es un disco preñado de todas estas reminiscencias. Aparecen en 'Classical' y en 'Gen X Corps', en forma de conflictos generacionales. Se hacen corpóreas en 'Connect', una canción tan reflexiva sobre el ayer y la nostalgia que toma prestados la batería y el piano de 'Mansard Roof' y 'Holiday'. Alcanzan su clímax en 'Hope', una asunción sobre el fin de los tiempos (está aquí, abrázalo, se queda para toda la vida).
En el camino, Vampire Weekend tocan sus canciones más oscuras ('The Surfer'), saturan sus guitarras y sus pianos, lo llenan todo de distorsión, de escalas menores y de sintetizadores. Only God Was Above Us se convierte así en su disco más experimental, en el trabajo donde se expresan a través de registros más ajenos (rock, lo-fi, jazz), cada vez más adultos, más abatidos, menos joviales... Y más brillantes. Porque OGWAU es ante todo un disco gigantesco, plagado de ideas arriesgadas y apasionantes.
Dios llama otra vez a la puerta. Esta vez Vampire Weekend nos lo han puesto fácil: ni siquiera hay un techo que nos separe. (Mohorte)
1. Adrianne Lenker - Bright Future
Género: Country LAGRIMONES
A veces, más en Hipersónica, donde nos dejamos llevar tan habitualmente por el monóculo, quieres ponerte estupendo con algún álbum que sabes que todo el mundo estima sobresaliente. Me he planteado eso con Adrianne (sí, ya, como si alguien se lo fuese a creer). He imaginado ponerme mimimimi con él y he fantaseado con el lector insultándome porque no tengo puñetera idea. Pero no he podido. Ni en broma.
Adrianne Lenker parece tener el don de la inmortalidad. Creo firmemente que puede ser la artista de la actualidad en la que más fiar tus bienes de cara a que no hará un solo disco malo antes de retirarse. Dudo que lo haga con Big Thief, banda de la que es jefa absoluta, y estoy seguro de que es imposible que lo haga en solitario. Básicamente porque su apuesta sigue siendo austerísima: ella se presenta ante ti con una acústica y un piano, en muy contadas ocasiones con un poquito más de apoyo de banda. Y da igual. Todo lo que sale de su boca, de sus manos, hasta de su mirada, es maravilloso. Uno se quiere poner estupendo pero luego llega 'Real House' y LAGRIMONES, saes?
Lenker maneja las emociones como nadie. Sabe hacerte sentir en casa, seguro, acogido y abrazado cuando lo necesites en 'Sadness as a Gift'. Te prepara una sopa si te nota enfermo y te arropa si tiritas de frío en 'No Machine'. Te abre las ventanas para mostrarte lo bella que ha amanecido la mañana y cuánto sol luce entre las lágrimas y las marcas del vaho en los cristales en 'Free Treasure'. Te acompaña en los infiernos y te ayuda a levantarse en 'Evol'. No es solo un disco perfecto, es un compañero de vida.
Así que aquí estamos hablando hoy de lo que intuyo que seguiremos hablando en el futuro. De lo que hemos hablado mil veces en el pasado. Adrianne Lenker ha parido un disco maravilloso. Ha cogido nuestro corazón, nuestra alma y las ha hecho pedazos. De inicio a fin, con esa 'Ruined' con la que no sabes cómo podrás agradecer tanta belleza. Una artista eterna, de las pocas que han conseguido emocionarte ahora como cuando tenías dieciséis años y de las elegidas que te acompañarán, irremediablemente, hasta el fin de tus días. (Chou, directo al excel en la tier del 26 de marzo)
Lo normal sería que a estas alturas ya se nos hubiera pasado. Chou decía en su crítica “Creo firmemente que puede ser la artista de la actualidad en la que más fiar tus bienes de cara a que no hará un solo disco malo antes de retirarse”. Pero bueno, es Chou y son cosas que se dicen en marzo, reseñando de noche un disco triste con un güisqui en la mano. Así que lo normal habría sido que llegasen los navajazos del excel de diciembre y este disco se fuese, calladito y sin hacer ruido, a la mitad de la tabla, sietecomacinqueado hasta la irrelevancia, sepultado por algún objeto brillante y fosforito de última hora. Algo de folk siniestro procedente de alguna república soviética no reconocida por la comunidad internacional, algo con tres reseñas en todo RYM de las cuales dos son de miembros de Hipersónica, un disco de Ferraia de 2h47 sampleando elefantes barritando y retroexcavadoras oxidadas. Cosas así. Y, sin embargo, sorpresa: Adrianne Lenker llega hasta el final de año aupada al número 1 de nuestra lista.
Creo que tiene que ver con que, a pesar de la melancolía, el minimalismo, los temas dolorosos que trata (ruptura, luto, paso del tiempo, las cosas que nunca se dicen), Bright Future no es un disco de bajona. O no sólo. Es un disco que la mayor parte del tiempo, como en la maravillosa e inacabable “Sadness As A Gift”, dice que hay cosas jodidamente rotas en el mundo y en el interior de su autora, y que de alguna forma eso también está bien, que eso es lo que hace al presente excitante y también, a su manera, bonito. Y que ser consciente de eso también te permite pararte a observar, y disfrutar, pequeños momentos de felicidad cotidiana, como los que evoca en “Free Treasure”.
Creo que puede ser también por ese aspecto tan abierto, tan directo, tan de interpelar directamente al que escucha. Lenker, un alma aparentemente frágil que se puede pasar años aterrorizada por ver una película como Deep Impact, se atreve a contar las cosas de manera tan honesta, incluso mencionando a familiares, amigos y amantes por su nombre, que es imposible no sentir que sus canciones te tocan personalmente, que te remueven personalmente, porque son profundamente personales. Que no puedes no emocionarte porque te las está contando a ti.
Y creo que a lo mejor también es por el envoltorio. Porque este disco, grabado en un estudio en el medio de un bosque y de la forma más analógica posible, consigue con una instrumentación mínima paisajes sonoros realmente complejos y llenos de rincones únicos, desde el arranque fantasmal de “Real House” a la reapropiación de “Vampire Empire” o el regusto amargo del piano de “Ruined”. Porque no se trata sólo de contar penas con la cabeza agachada, sino que tiene también mucho de viaje.
En otro momento ya nos inventaremos algo en plan “qué dice el disco de Adrianne Lenker sobre la música en 2024” para justificar este número 1. De momento creemos que se justifica por sí solo. (poliptoton, a 11 de diciembre de 2024)
Llorando estoy porque no están los Slimelord, para mí uno de los discos del año.
me gusta cómo dialoga la foto del encabezamiento con vuestro nº1