Los mejores discos tristes de 2022
Ordenados en cómodo ranking para que los puedas llorar
Tras varios años de parón, hemos decidido retomar el Top Triste. No hace falta ser un hacha para entender que incluimos en esta lista nuestros discos de la esfera folk, cantautor, pop blandito o, en definitiva, cualquier sonido que nos envíe a la más deseada bajona.
Hemos decidido retomarlo en buena medida porque asistimos a un 2022 llenísimo de dis-ca-zos tristes. Quizás no tanto en lo que al ambient u otras electrónicas se refiere, pero sí en el más clásico de los términos. Tanto es así que no hemos encontrado hueco en el Top 10 a trabajos notabilísimos como los de Andrew Bird, Björk, Weyes Blood, Dominique A o nuestro nunca suficientemente amado Keaton Henson y su particular visión de un disco para una fiesta.
Así pues, amantes de las pelimantasófas, amigos de la nostalgia, humanos sensibles y tiernos, cálidos fans de las tardes de frío mientras abrazáis una taza de vuestro café favorito, entrad y disfrutad:
10. Caroline - Caroline
Probablemente uno de los discos más arriesgados del año dentro del panorama triste. El octeto londinense debutaba en febrero con un trabajo que genera en todo momento cierta desazón. Que te cobija con canciones tan cálidas como la 'Dark Blue' que le da inicio, pero que no se corta un pelo a la hora de abrir largos paréntesis experimentales durante su minutaje. De esos discos que en las oficinas hipersónicas generó amplio consenso, aunque quizás el paso de los meses acabó pasándole factura a la hora de elevarlo a más altas cotas en el Top. Si a estas alturas no los habéis escuchado, cogedlos de la mano y no los soltéis.
9. Silvana Estrada - Marchita
Silvana Estrada sigue los pasos de otros nombres que quizás os suenen más, como Natalia Lafourcade o Mon Laferte, con las que ha colaborado, pero parece que las adelantará por la derecha sin pedir permiso. Ya lo hacía en su primer disco, "Lo sagrado" e insiste ahora en "Marchita", que crea desde una apuesta de poco más que voz y cuerdas de fondo (y algún viento, como esa maravillosa trompeta que cierra el disco en "La enfermedad del siglo"), secundarias, nada más. Ni maldita falta que le hace. Porque cuando alguien tiene esa voz, esa capacidad para interpretar y transmitir, pues ya puede dedicarse a grabar el disco y comerse unas cuantas palomitas mientras ve llegar el éxito, llamando a la puerta.
Desde el inicio en "Más o menos antes" uno ya se da cuenta de que tiene que dejar lo que tiene entre manos y ponerse a escuchar con atención. A gozar de cómo te desarma "Un día cualquiera", de cómo “Marchita” pide que entregues tu corazón (y vaya si lo haces) o de cómo “Carta” acaba por demoler cualquier ridícula duda que pudiese quedar. Estrellaza a la vista
8. November Ultra - Bedroom Walls
November Ultra es el alter ego de Nova, una chica francesa que debutó este año en largo con Bedroom Walls, su ecléctico LP de debut, que contiene desde acercamientos a la chanson a coqueteos más que impetuosos con la copla. Todo revestido siempre de un dominio del ambiente folk, cantautor o bedroom pop.
Y a pesar de la pausa que envuelve al disco, y que te atrapa desde el mismito inicio con ‘over & over & over’ las oportunidades para llenar Bedroom Walls de flores sobran. Esa mezcla de Cocteu Twins con las damas de la copla española de ‘soft & tender’ es una gozada definitiva y ‘monomania’ confirma un talento indiscutible. November Ultra pare un disco de debut cargado de personalidad, sobrado de carisma.
7. Angel Olsen – Big Time
En su sexto disco, Angel Olsen se acerca de nuevo a sonidos similares a aquellos de Burn Your Fire for No Witness (2014), mezclando el country con el folk-pop, aunque aquí llega a desvestir todavía más la propuesta. Apenas hay lugar para la grandilocuencia mostrada ocasionalmente en All Mirrors (2019), si acaso en una estupendísima 'Go Home' que se viene arriba casi pidiendo perdón entre un mar de calma y belleza.
'Big Time' es un disco lleno de dolor, vulnerabilidad y ciertas inseguridades, pero también de resistencia, de autoafirmación y de contraataque. 'Gosht On' muestra a una artista absolutamente conocedora de su valía y 'All the Flowers' es una canción de amor y de celebración de la vida, justo en un momento en el que a Olsen le ha rodeado la pérdida (sus padres adoptivos fallecieron en muy corto espacio de tiempo entre ellos pocos meses antes de grabarse el disco) y la letra de 'Right Now' es sencillamente escalofriante. Un disco, otro más, fascinante. No se le adivina el final del recorrido. Hay una horquilla tan grande de lugares en los que Angel Olsen se maneja con maestría dictatorial que parece ni sabríamos adivinar su techo.
6. Spiritualized – Everything Was Beautiful
Queremos a Spiritualized. Adoramos a Jason Pierce. Nos la suda muchísimo que se nos note en exceso o que se nos culpe de noestássiendoobjetivismo. Podríamos intentar dibujar la esencia de Pierce en que es un antihéroe, en ese rollo de haber estado profundamente arruinado, hasta el punto de hacer música por encargo casi más que por aquello de que se le habían aparecido las musas. Pero lo cierto es que, simplemente, Jason Pierce hace unos discos de la hostia.
No vamos a jugar a deciros que Everything Was Beautiful supone un paso arriesgado en su carrera, o que muestra matices muy diferentes a lo que había hecho. Es simplemente el mismo Spiritualized de crescendos, de intensidades maravillosas, de coros, de loops interminables, de querencia gospel de siempre. En resumen, el mismo Spiritualized de canciones tan profundamente hermosas que tienen la capacidad de transmitirte ya no emociones incontenibles, sino hasta sensaciones físicas palpables. Lagrimones, vaya.
5. Tamino – Sahar
A Tamino-Amir Moharam Fouad le habíamos apuntado la matrícula en su disco de debut, que entregaba varios singles más que notables, pero que no conseguía cuadrar un trabajo realmente reseñable en su conjunto. Se intuía talento, pero no había conseguido plasmarlo del todo. Ahora sí, ha llegado el momento definitivo para recomendaros la escucha del belga-egipcio sin el más mínimo atisbo de duda.
Absolutamente cercano a Jeff Buckley o Radiohead (es de hecho Colin Greenwood quien se pone en contacto con Tamino para pedirle grabar buena parte de los bajos de Sahar), Tamino pare un disco lleno de elegancia e inspiración, que sin salirse en exceso de los parámetros del cantautor más o menos clásico, consigue desde ahí atraparte y captar irremediablemente tu atención. Temas como 'The Flame', 'You Don't Own Me' o 'The First Disciple' valen de confirmación a cualquiera.
4. Sharon Van Etten – We've Been Going About These All Wrong
Sin desmerecer los méritos de su anterior Remind Me Tomorrow, la sensación por aquí es que supuso un pequeño paso atrás en las excelsas prestaciones que la cantaurora de Brooklyn hasta ese momento. Aunque nos instalamos un poquito en el “bueno, y hasta aquí el carrerón de Sharon, ahora tocará ir revisitando su pasado”, uno siempre espera con ansia y esperanza nuevos lanzamientos que permitan desmentirnos. Y así ha sido. El sexto disco de Van Etten vuelve a mostrar un resultado sensacional. Podríamos decir sin miedo a equivocarnos en exceso, que capaz de mirar a los ojos a 'Are We There' o 'Tramp', con los que seguramente completaría el podium de mejores entregas de la cantautora estadounidense. Para aquellos que piensen que nos hemos dejado llevar por el impulso, escuchen ese tramo central desde 'Anything' hasta 'Come Back' y, simplemente, den gracias porque Sharon haya decidido dedicarse a esto.
3. Ethel Cain – Preacher's Daughter
No os vamos a engañar. El arrollador debut de Ethel Cain ha despertado intensas disputas en las oficinas hipersónicas. Por un lado estaban los gilipollas que no acababan de verlo claro, y por otro los que hemos visto en Preacher's Daughter tal dechado de virtudes que todavía hoy, cuando lo escuchamos para preparar este repaso anual, nos preguntamos de dónde coño ha sacado esta joven de Tallahassee tanto temazo bajo la manga.
Es cierto que si os acercáis a 'Preacher's Daughter' por primera vez y escucháis 'American Teenager' penséis que meter este trabajo en una lista triste sea trampa, pero dadle tiempo. Entre el extensísimo minutaja del disco (75min) se esconden canciones tan asfixiantes como 'A House in Nebraska', 'Family Tree' o 'Thoroughfare', además de una 'Ptolemaea' que vira las intenciones pop iniciales en algo más que un coqueteo con el metal. Estrellaza confirmada.
2. Big Thief – Dragon New Warm Mountain I Believe in You
Para infinitos medios, melómanos, expertos o no tanto, el disco del año. Y oye, ni yo mismo, poniéndolos en el segundo puesto, me atrevería a negarlo con firmeza. Con su quinto disco uno tiene esa emocionante sensación de que está asistiendo al momento cumbre de una banda sobresaliente. A ese instante en el que todo el talento y potencial demostrado, al fin, se cristalizan inequívocamente.
Puede que nos precipitemos, y que este techo que le adivinamos aquí a Big Thief sea en realidad el simple comienzo de un dominio dictatorial de la escena del indie pop-rock-folk-country, pero la maravillosa forma en que Adrianne Lenker y los suyos nos han entregado este doble álbum lleno de encanto, sin necesidad de hits particularmente pegadizos pero sobrados de belleza, de detalles mágicos, de capacidad para llevarte a unos anocheceres en el sur que no has vivido jamás... en fin, se supone que uno se dedica a esto de la música para que, algún día, con muchísima suerte y escasa probabilidad, le salga lo que a Big Thief les ha salido en este 2022. Una auténtica obra maestra.
1. King Hannah – I'm Not Sorry, I Was Just Being Me
El debut en largo de Hannah Merrick y Craigh Whittle, a.k.a. King Hanna, recibió allá por inicios de año unas críticas razonablemente positivas pero no particularmente esplendorosas. Hemos de decir, no sin cierto rubor, que no fue hasta el parón de lanzamientos que todos los veranos se produce y que por aquí aprovechamos para repasar aquellos discos que quizás en su día se nos pasaron de largo, que nos dimos cuenta de la existencia del dúo de Liverpool.
Y, sinceramente, nos cuesta creer que 'I'm Not Sorry, I Was Just Being Me' no haya valido para que se hable de King Hannah hasta en la sopa. Su sonido oscuro, su mezcla de shoegazing, folk, apuestas más ambientales y experimentales nos ha volado la cabeza (y hasta ha generado consenso, algo que ocurre en escasas ocasiones al año por aquí).
Tres cuartos de hora de sobrada solvencia, casi insolente para unos debutantes. King Hannah se muestran seguros allá por donde pasan, desde una 'All Being Fine' que resume buena parte de las virtudes del álbum, en sonidos que no sería descabellado que pudiesen recordar a bandas como Portishead (aplicable también a otros cortes, como 'The Moods That I Get In'), la efímera concesión al ruidismo que llega al final, con 'It's Me and You, Kid' o ese hitazo a la altura de cualquiera de los más excelentes temas de Mazzy Star que es 'Go-Kart Kid (Hell No!). En fin, uno de los grandísimos discos que nos deja este año. Escucha im-pres-cin-di-ble.