Las mejores películas de 2022 (y II)
En cómodo ranking para que no tengas que fiarte de Cahiers du Cinéma
Capítulo final a lo mejor del cine de 2022. El jueves dimos la parte primera con los puestos del 30 al 16, así que lo lógico ahora es dar los quince restantes. Buenísima mierda, y más fiable que Cahiers.
15. Flee
El cine de animación ofrece la posibilidad de plasmar con sus imágenes cosas que la mayoría de veces la acción real no es capaz de proporcionar. Y ese espíritu se cumple en parte en este drama/documental danés, donde un refugiado afgano homosexual residente en el país decide hablar de su dura historia personal tratando de escapar de situaciones duras para poder sobrevivir e, incluso, aspirar a una vida digna.
Jonas Poher Rasmussen le proporciona espacio para contar esta historia al mismo tiempo que protección empleando el lenguaje animado, garantizando el anonimato. En lo meramente técnico, hay un trabajo algo irregular, al notarse ciertas limitaciones en la animación que a ratos se acerca al storyboard que a un producto finalizado.
Pero también aprovecha en los momentos más difusos del relato para experimentar en el lenguaje visual y el trazo para fortalecer la narración de igual modo que los extractos de archivo en acción real. Hay sin duda una empatía ante este relato de búsqueda de camino que la hace un trabajo extraordinario.
14. Un héroe
Asghar Farhadi tiene una manera muy concreta de desplegar sus películas, y eso vuelve a mostrarse en Un héroe. Volvemos a tener reflexiones existenciales y morales, con mucho espacio para claroscuros y grises, para verdades que están también llenas de suspicacia. Volvemos a tener una historia sobre la importancia personal de ser honrado. Volvemos a movernos entre el melodrama y el thriller de investigación por un rato. Todo es familiar y conocido en el cine del iraní. Pero pocos lo hacen tan bien y lo hacen parecer tan fácil como él. Es casi insultante semejante consistencia. Así que sí, esta es una película más de Farhadi. Pero una película grande. Una más.
En Movistar+ y plataformas de alquiler.
13. Licorice Pizza
Paul Thomas Anderson se nos puso tierno revisitando su querido Valle de San Fernando en los setenta. Pero, como cualquier supuesto ejercicio de género de Anderson, termina siendo más retorcido de lo que acaba esperándose.
El Los Ángeles setentero que dibuja es un lugar turbio y peligroso, lleno de hombres perversos, explosivos y/o mentirosos, mostrando un panorama de adultez desolador al que se termina avocado por las inherentes presiones de la vida. No es de extrañar que los protagonistas -maravillosos Alana Haim y Cooper Hoffman-, que intentan acceder a esa adultez aunque les de palos todo el rato, quieran en el fondo volver a la juventud desenfada, a salir corriendo él uno hacia el otro hacia ninguna parte en concreto -el uso del movimiento es una de las joyas de la película-.
Anderson cuenta de maravilla esta huida hacia adelante de estos personajes que les lleva a encontrarse entre ellos, con una narrativa visual impecable, dirección de actores brillante, unos dardos bien colocados y una selección musical vibrante. Una joyita con mucho potencial para ser rescatada a menudo en el futuro.
12. Cerdita
Hacía falta ya una ópera prima con la urgencia y las vísceras suficientes para atreverse a diferenciarse dentro de nuestra industria. Carlota Pereda firma una de las mejores películas del terror patrio reciente con un slasher lleno de casquería y tensión, manteniendo siempre una buena línea entre el humor costumbrista y la brutalidad del terror puro. Cerdita mantiene siempre un buen pulso, ya sea para marcar su temática anti-bullying o para crear suspense hasta con el programa de una lavadora. Esta sí que es la mirada a la vida en el campo que nos merecemos. Brutal.
En algún cine todavía.
11. Aftersun
No deja de ser curioso que, en unos años donde muchos directores veteranos han mirado a su infancia con cierta nostalgia y búsqueda de la pasión, una directora debutante lo haga con arrepentimiento y ganas de descubrir respuestas. Y compartir el proceso hasta que te quede el mismo desasosiego.
Es cierto que es difícil saber cuánto hay de autoficción y cuánto no en lo que cuenta Charlotte Wells, pero eso no cambia lo importante: se siente totalmente real y por ello te desarma por completo. No es nada fácil, porque deja todo entre líneas y muchas cosas sin respuesta. Quizá porque no las hay, y ahí es donde la peli te puede destruir.
Aftersun está plagada de detalles que muestran la oscuridad latente aunque esté brillando el sol todo el rato. La tristeza que late en medio de un resort de Turquía, esos momentos padre-hija que deberían ser preciosos pero en los que sigue habiendo esa barrera de lo que no se dice, esas fotos de polaroid que tardan mucho en revelarse, esos bailes compartidos (vaya música por cierto). Si entras en ella, no te la despegas durante días.
En (algunos) cines.
10. RRR
No vais a encontrar una película de acción más alocada y cargada de personalidad que esta. Porque no sólo tiene la acción disparatada y gloriosa que deja por el arrastre a la mayoría de producciones de Hollywood, sino que este film indio quiere ser también la película definitiva sobre el colonialismo inglés -tirando de un interesante drama clásico por debajo de su superficie absurda-, una comedia romántica cargadísima, un bello y épico relato de amistad y un musical desvergonzado. Y que me aspen si no da todo eso que promete. Son tres horazas muy épicas y con algunas de las secuencias más deslumbrantes del año.
9. Pig
Seguro que no esperas en absoluto que la película de "Nicolas Cage va a la caza de su cerdo secuestrado" te haga llorar, pero tiene elementos suficientes para emocionarte. A pesar de ese punto de venta, es una anti-película de venganza, más centrada en estudiar un estado de ánimo que en una trama llena de suspense o hilando secuencias potentes. Es un drama bien estudiado, que con una historia algo absurda (muy Cage, por otro lado) que tiene un poso muy triste en su sosegada exploración del duelo y la pérdida de lo que amamos (un sosiego poco Cage, que está excelente de inicio a fin). Toda una joya.
En plataformas de alquiler.
8. Atenea
Con la película de Romain Gavras va a ser muy fácil quedarse a señalar su pirotecnia. Su bravura visual, cargada de espectacularidad a pie de calle y propulsada por planos secuencias que realmente impresionan y no estás distrayéndote porque "ves los cortes", puede ser el arma arrojadiza que muchos emplearán para hacerla de menos.
Pero suena a crítica superficial, porque precisamente Atenea logra meterte de lleno en un contexto de guerra en las calles y rabia social con esos momentos asombrosos, que logran contar cosas entre los fuegos artificiales. Nunca distrae del verdadero objetivo, que es denunciar la brutalidad policial y la escalada de violencia que tratan de prender los nazis para que nos matemos entre todos.
7. El acontecimiento
¿Drama abortista francés de época? Entiendo si algunos queréis huir (algunos igual preferís los dramas abortistas húngaros), pero no os vayáis muy lejos, porque aquí hay una cosa seria. La segunda película de Audrey Diwan no se conforma con mostrarte que tiene razón, plasmando el estigma social para una mujer quiere disfrutar su libertad y el peligro penal, incluso vital, de intentar conseguir interrumpir un embarazo en aquel momento (que, realidad, no está tan alejado para algunas mujeres hoy día).
La película emplea muy bien sus herramientas para quedarte en la perspectiva de su protagonista, y es capaz de agarrartepar contarte su experincia, no necesariamente para sermonearte. De cómo sentirte completamente sola en el proceso, pero querer seguir adelante. Hay un par de secuencias que resultan hasta dolorosas de ver, no por imágenes gráficas sino porque suenan desgarradoras. No es una película "importante", es una película formidable.
En plataformas de alquiler.
6. Mass
Un doloroso puñetazo emocional en la boca del estómago. Mass nos habla de cómo dos familias destrozadas por un tiroteo masivo, la de una de las víctimas y la del asesino, deciden hablar. Dicho así, una película de cuatro personas hablando, no parece gran cosa. Pero lo es, porque decide hablar de cosas que duelen, de buscar explicaciones donde no las hay, de incluso desear el sufrimiento ajeno y de esa cosa tan compleja como es el perdón.
Lo hace a través de dejar hacer a cuatro intérpretes que están absolutamente brillantes (casi ni parece que interpreten más allá de un par de momentos), de una cámara bien colocada desde su aparente sencillez y un montaje brillantísimo que siempre escoge bien cuándo cortar y hacia donde. Hay que estar muy mentalizado para ver algo tan angustioso, pero es absolutamente prodigiosa.
5. Top Gun: Maverick
Qué se puede decir aparte de que el puto Tom Cruise lo ha vuelto a hacer. Es todo un acierto la misionimposibilización de uno de sus clásicos más perdurables pero contestables (la original gana por pura fuerza de voluntad, desde el Cruise superestrella hasta un Tony Scott de subidón cocainómano haciendo secuencias de anuncio) y Joseph Kosinski consigue una película superior a todos los niveles.
Es hasta innegable que Maverick es una de las películas del año, sobre todo para una industria en su mayor crisis existencial que ha encontrado en megataquillazos como este un pequeño alivio. Su principal argumento es el gran espectáculo hecho con factura artesana, siempre realista aunque sea a través de esfuerzos kamikazes, creando secuencias áreas para el recuerdo al mismo tiempo que encuentra un fabuloso esquleto de cine adulto puro y duro entre los momentos de altos vuelos.
Casi te olvidas de que estás viendo una secuela de los ochenta, porque se siente la culminación del gran proyecto de Tom Cruise en volverse incontestable aunque sea volando demasiado cerca del sol. Su compromiso con dejar sorprendido al espectador a costa de sí mismo es tan asombroso como desquiciado, pero sin duda es una crisis de los cincuenta más admirable y divertida que comprar Twitter. Maverick funciona como explicación de la última gran estrella de cine, aquella que ve como las tecnologías y los modelos replicables hasta el infinito van a dejar a gente como él en algo obsoleto. Y, aun así, está convencido de que hoy no va a ser el día, y por eso enciende el jet una vez más.
En plataformas de alquiler y en Amazon Prime Video el 30 de diciembre.
4. X
Bienvenidos a la Boogie Nights de la masacre. Ti West ha dado forma a un slasher desatado y juguetón, con gore bien racionado y sentido del humor retorcido, y se puede disfrutar sólo como eso. También hay muchas ideas en torno a la represión y la sexualidad, en torno al proceso de envejecimiento y también sobre al proceso de hacer cine, lo que la hace también una película de terror muy de A24, aunque sin llegar a tener un tufo repelente de "terror elevado".
Las ideas temáticas nunca entorpecen ni el desarrollo de ambientación inquietante o el despliegue de la casquería, ni tampoco la construcción de unos personajes finamente trazados, tanto víctimas como villanos. Resulta atípico que te acaben importando todos en un slasher cuando la tendencia es a exagerar sus peores aspectos para hacer a los villanos más temibles y las víctimas más fácil de matar.
Ti West consigue redondearlos mientras hace su película más completa en puesta en escena, en elaborar un montaje audaz que favorece los sustos y en crear una ambientación clásica que mantiene su tendencia en hacer películas anacrónicas. Pero incluso estando fuera de tiempo, X es una película que no teme navegar el presente y mirar al futuro. Por eso, es un pasote.
En plataformas de alquiler.
3. Un pequeño mundo
Una película sobre el bullying corre siempre el riesgo de dar leccioncitas obvias que le resten matices al problema. No es el caso de Laura Wandel, que hace una magistral radiografía de la tragedia que supone en sólo 72 minutos, sin endulzar o caricaturizar a los niños. Poniéndose a su altura todo el rato mantiene respeto por su mirada, que luego tiñe con detalles que parecen de drama carcelario. Es humana, dura y desgarradora. Una de las películas del año.
En alquiler en las diferentes plataformas.
2. Cinco lobitos
Estamos a punto de dar una patada y que nos salgan cinco dramas minimalistas e íntimos de descubrimiento dirigidos por mujeres debutantes, aunque lo cierto es que es una trinchera que ha costado mucho crear para torcerle el morro ahora.
De todos modos, todavía no hay agotamiento con películas como la de Alauda Ruiz de Azúa, que resulta muy inteligente en cómo desarrolla y muestra las dos caras de la vida y cuándo a ti te toca lidiar con ambas de manera seguida, viendo lo conectadas que están. Una películas sobre frustraciones, sobre la necesidad de cuidar y sobre eso tan concreto que le pasa a una mujer cuando le toca ser madre sin dejar de ser hija.
Llena de momentos, de frases que se sueltan y vas notando todas las capas que pueden esconder, incluso siendo muy pequeñas y cotidianas. Y sin renunciar a meter un humor muy ligero para que no todo parezca un relato de terror angustioso sin ser película de género. Fabulosa y genuinamente emotiva.
En HBO Max y Filmin.
1. Drive My Car
En una manera similar a lo que le sucede al protagonista, Yusuke Kafuku, que debe ceder el control de su coche a una chófer por mandato de un festival para el que monta una representación, la mejor manera de experimentar Drive My Car es dejarse llevar por la fiable conducción de un Ryûsuke Hamaguchi que firma un año esplendido con esta película, así como con la recomendable La ruleta de la fortuna y la fantasía.
Son tres horas, y tres horas muy meditadas e introspectivas, pero nunca se hacen eternas. La narración de Hamaguchi es fluida, sin dejar de dar fuerza a cada momento mediante la construcción de personajes ricos, de drama que explora cuestiones complicadas, casi irresolubles, y de construir un ambiente en el que te apetece pasar incluso más horas. Nunca se siente que nada esté fuera de lugar, incluso con algunos cambios de tono que, sacados de contexto, parecen extraños pero nunca dejan de pertenecer a la misma película.
Hay un claro clasicismo en cómo Hamaguchi opta por contar esta historia (salen nombres como Ozu, Rohmer, Silk o Mizoguchi a la palestra), llena de arrepentimientos, duelo, confusión y enormes dudas existenciales sobre la naturaleza del amor y la conexión humana, así como la expresión artística. Pero no se zambulle en la miseria, hay muchos espacios luminosos, y sabe ganarse cierto halo de esperanza cerca del final, al igual que hacía en las excelentes tres historias de La ruleta de la fortuna y la fantasía. Y también hay un exquisito gusto a la hora de contar con imágenes, guardándose unos primeros planos atenazantes para cuando el relato así lo requiere.
Al final, es una película espléndida, montada y diseñada tan bien como un coche con techo solar para fumar un cigarro con la mano mirando al cielo. No hace falta romperse mucho la cabeza, es la experiencia fílmica del año.