Los mejores discos españoles de 2024 (II y final)
¿Rampeados en cómodo Ramper para que no tengas que Rampear?
10. Tenue - Arcos, bóvedas, pórticos
género: screamo ambicioso y saxonetero
No es que Tenue hayan tenido remilgos a la hora de afrontar retos como banda de punk/screamo. Si cogemos el EP Territorios, su anterior trabajo compuesto por un tema de casi media hora, vemos cómo están dispuestos a trastocar la tendencia hacia la brevedad de su género sin por ello renunciar a su pegada y su instantáneo poder.
Arcos, bovedas, pórticos se siente como un formidable paso adelante en todas las direcciones adecuadas, asentando esa reputación de culto que se están ganando incluso fuera de España. Canciones de más de cinco minutos donde hay pasajes más pesados, otros de calma inquietante, otros de bordear el avant-garde o incluso el saxonetismo. Lo hacen de una manera que no sólo abruma, sino que se siente una natural expresión de su estilo que no para de crecer y explorar ideas interesantes en forma de canciones formidables. (Black Gallego, directo al excel en la tier del 27 de agosto)
9. Kokoshca - La juventud
Género: nunca serás tan joven como lo eres ahora
¿A qué suena Kokoshca? A falta de una etiqueta mejor: a tu vida y a la mía. Durante años, Kokoshca han practicado un rock consistente en narrar nuestra existencia a través de canciones pegajosas, clarividentes e incluso algo torcidas. Había un denominador común, una suerte de rock arrimado al garage (en sus inicios) o al rock urbano (en sus finales), pero nunca un fundamentalismo.
Si Kokoshca "tocan siempre algo real", como cantaban en 2016, se debe a esa conexión tangible con los avatares de nuestro día, a nuestros anhelos, desvelos, vicios y virtudes. Eso les permite ser libres. Y nunca lo han sido tanto como en La juventud: hay aquí más experimentos que en ningún otro disco de su carrera, hasta el punto de considerar a La juventud como un experimento en sí mismo.
¿Funciona? Durante la mayor parte del tiempo sí. El tramo que inicia 'Huella de ti' (vibras a Ezra Furman) y que cierra 'Mi Barrio' (un corrido tumbado en clave rock) es excelso. 'El verano', en concreto, es una pequeña joya atmostférica, adulta y autconsciente en un disco plagado de referencias a ser jóvenes y a sentirse desubicado en el mundo ('Parkour', el único himno de este disco).
El número de ideas que cada uno les compre dependerá de sus filias y fobias. A mí, por ejemplo, 'Nos pasa siempre' me saca de órbita porque siempre he odiado el dub. 'Mi Barrio' me encanta porque me lleva a Peso Pluma; Roberto no puede con ella porque le lleva a Kojón Prieto y los Huajalotes. 'Sácame a bailar' me resulta extemporánea conociendo mi edad (y la suya); y entiendo el ejercicio de performar "la juventud" de 'La juventud', pero lo compro a medias, como toda performance.
Me lo paso muy bien cada vez que escucho La juventud, pero tengo la sensación de que Kokoshca se lo pasan aún mejor que yo. Llegados a este punto, la verdad, no se lo voy a reprochar. En eso consistía y consiste La Fuerza: en gruñir menos y disfrutar más. (Mohorte, Disco que sí en la tier del 8 de octubre)
8. SD Kong - Moon Tapes (Las 2 caras de la luna)
Es imposible que, a la altura de 'El 2º Pasajero', que es sólo la cuarta canción del nuevo disco de SD Kong, no estés ya emocionado con la exhibición de rimas y bases del comienzo de este Moon Tapes. Si algo nos gusta en Hipersónica es sobrerreaccionar, pero con SD Kong nunca habíamos tenido la posibilidad de hacerlo TANTO. Moon Tapes, con ese ambiente espacial, construye un buen puñado de ambientes imaginativos y brillantes, y eso explota cuando 'El 2º pasajero' se parte en dos y se convierte en uno de los temas del año.
Moon Tapes podría haberse estrellado contra la superficie del satélite que dice querer explorar. Podría haber tenido más problemas que el Apollo 13. Podría haber sido, incluso, un alunizaje inventado, incapaz de despegar lastrado por su peso y, por tanto, pura ficción. Pero no: lo que es, en realidad, es una obra de ingeniería hip-hop soberbia y gigante.
Y sí, claro que los feats son de mucho nivel y no sólo el de Lil Supa. Prueba a) en 'Nakatomi Plaza' están soberbios al.divino y Estée Nack; prueba b) lo beats de Conductor Williams y Malebo son de nivel; prueba c) hasta Erik Urano parece salir del agujero Valladolor y volver a volar por el espacio. La lista es inmensa, pero ni uno sólo resta: todo aporta a un discazo con todas las letras (y que en su versión física aún tiene más temas y… ¿¿¿un proyector lunar de pared???).
Un pequeño paso para la humanidad, pero un paso gigantesco para SD Kong, que ya tiene por fin ese disco que puedes sacar para citarle como el nombre fundamental de la escena que lleva años siendo. Ya sabes qué hora es. (probertoj, disco del mes en el Rimas a Paladas #14)
7. ZA! + Perrate – Jolifanto
Género: Hiperfanfarria flamenca
Unos tipos amigos de la locura y el ruidismo y un flamenco ávido de abrir nuevos campos también en la experimentación. Un cóctel en el que como mínimo debía salir algo interesante. Y así ha sido. Ambos venían de caminos idénticos y se han encontrado en la intersección de estos. En 2023 Za! se juntaron con Tarta Relena para producir un trabajo notable de cacharreo, música popular y potencia; Perrate en 2022 parió un buen disco de flamenco nuevo, en los márgenes. Así llega Jolifanto, en una cada vez más común participación de los flamencos en proyectos que amplían sus miras y horizontes sonoros.
Jolifanto tiene todo lo que se puede exigir a ambas partes, algo que no sea fácil, a veces ni cómodo. Perrate pone su cante, que va deslizándose, a veces casi punteando en trompicones por las piedras del camino, sobre la estructura compleja, marciana, que pone el dúo catalán. ‘Pregones’ avanza sinuosamente con ese bajo sexy junto al costumbrismo del artista utrerano, para ir calentando el ambiente hasta que explota en directa y deliciosa fanfarria. Como si Dan Deacon se hubiera juntado con Flaming Lips.
Después llega la seguirilla Midi, con un teclado, casi kraut contenido, que va siendo arropado por los quejíos de Perrate y cada vez más instrumentación de Za! Y así, trompeta suelta, verso roto y algún acorde eléctrico al aire, va avanzando un Jolifanto, que nadie sabe qué es, pero que, por el nombre, la música y el artefacto de la portada, en efecto evoca a un cacharro de hierro, antiguo pero sofisticado. Como la alianza entre Za! y Perrate; tradición y modernidad. Sobre todo en la primera mitad; la segunda es más canónica, entendiéndolo como un menor espesor del ensamblaje que han construido los catalanes.
Eso deja al cantaor flamenco más espacio para imponer su voz, entre devaneos sonoros menos exacerbados. Un disco divertido, con recovecos que disfrutar, momentos locos y con nervio, y mucho arte. Como el que le sombra a la rumbera ‘La Milonga’. Vocoder mediante. Si eso no es pasarse el juego, que baje Camarón y lo vea. (Ferraia, directo al excel en la tier del 26 de marzo)
6. Dame Area - Toda la verdad sobre Dame Area
Género: Sintes abriendo en canal
Después de cinco discos a sus espaldas, Toda la verdad sobre Dame Area (Humo, 2024) inclusive, parece que el asunto empieza a resonar cada vez más. Lógicamente. Hasta en prensa extranjera. El dúo ya llevaba tiempo dejando posos, y ya en su debut hizo patente la virulencia con la que pueden someter oídos ajenos. EBM y modos industriales en vena. Sin embargo, es cierto que no ha sido hasta ahora, con este LP y con el de hace dos años —entre los mejores españoles y de electrónica en esta casa— cuando han llegado a su mayor nivel. Una mejor producción y discos más completos. Tras años trasteando entre corrientes del minimal synth, con momentos más experimentales como en Ondas Tribales de 2021, parece que ahora, sin abandonar esos devaneos, han perfilado mejor su propuesta. La colección de canciones de 2022 y la de ahora es intachable. Con esta especialmente con un tramo central que te agarra y te sacude por todas partes sin parar.
Este trabajo de Silvia Konstance y Viktor L. Crux, ambos con sus sintes y cacharrería analógica, percusión —ya célebre para quienes lo van descubriendo en directo— y la propia voz de ella, dejan patente una vez más lo prolífica que es la línea invisible trazada por los dúos españoles que apuestan por una electrónica de combate. Con sus diferencias obvias, hay una conexión entre ellos, Esplendor Geométrico y Fasenuova. Aunque los primeros aún en activo, cada uno en su momento ha marcado una etapa. Y seguramente también en este proyecto nacido en Barcelona. Visceralidad y sintes secos, durísimos, directos al estómago. Por momentos incómodos. De ese martilleo fasenuovesco del tema inicial a la vigorexia sonora de 'Devoción' de marca Arturo Lanz. Desgañites varios inclusive. Hay una línea, quizá no tan invisible, evidente. Está todo ahí.
'Sempre Cambiare', 'Urlo di Guerra', 'Striscia'... La secuencia no baja el pistón y se va haciendo más grande. Y sigue hasta casi el final. Rudimentario como la portada. A veces con sus particulares crescendos para epatar más. Una descarga en toda regla a niveles taladro-Perc. Convulsión. Ideal para entrar en trance como Silvia en directo. Como pequeño detalle está ese final precioso de 'Striscia', lástima que no lo hayan estirado más. Por pedir, se echa en falta algo más de esa parte de synth pop más melódica de su disco anterior, porque también lo bordaban. Pero aquel era la mentira sobre Dame Area. Esta es la verdad. Y la verdad es que son unos animales. Está bien así. (Ferraia, directo al excel en la tier del 17 de septiembre)
5. Espanto - Rumores
Género: No hagas caso a esa jugada, son rumores, son rumores
Los rumores siempre estuvieron presentes en la carrera de Espanto, como no podía ser de otra manera para un grupo empeñado en retratarnos, personas imperfectas de aquí y ahora. En 'La cotilla'. En las historias que inventábamos sobre Jagger y Lennon. Pero los rumores no son sólo maledicencias, sino también los ruidos de fondo que no alcanzamos a distinguir, o el runrún del río al discurrir. Siempre imposibles de detectar con total claridad, de comprender bien su principio y su final. Como los discos de Espanto: inaprensibles del todo por mucho que te empeñes.
A lo largo de Rumores se oyen muchas voces que no son de Espanto. Las sampleadas, las capturadas por ahí, y las que, como en aquella canción suya, sólo suenan en tu cabeza, sólo te hablan a ti. Pero sobre todo se oye a Espanto, a un grupo empeñado en no ser jamás el mismo y a la vez empeñado en no perder las ideas detrás de los héroes y villanos que les hicieron como "personas musicales".
No va a ser el disco más inmediato del grupo, y es la única manera posible de que existiese sin ser un dislate. Rumores podría vestirse de ropajes estrambóticos, sonar muy fuerte, poner el punto en la grandiosidad de sus canciones. Puede que ellas se lo pidiesen así, por las noches, su rumor insistente rondando sus sueños. Pero no siempre hay que hacerles caso: si les pones mucha ropa, algunas podrían ser himnos indietex, otras canciones de misa, y unas pocas simples extravagancias.
Sólo al entender que había una única manera de aterrizar bien en este disco las muchas maneras de acabar sus canciones, tan diferentes entre sí, Rumores se convierte una obra que fluye. Parafraseándoles: un lapsus y la idea se perdería. Sólo al atarlas en corto 'Estarán aparcando' y 'El último rumor' mantienen hechuras de hit eterno, '¿Cómo fue?' y 'Rumor de fondo' viven pequeñas y no grandiosas (hay que huir de la épica siempre que se pueda), 'Mi río' es folk sobre sintes y no turra eclesial. y 'Lorito' es... para oírla y ver que sí, que está también ha acabado bien. Es asombroso el poder de un rumor.
¿Eso es lo principal de Rumores, que ahora es más sintético? No: lo principal es que cada vez que las canciones podrían echarse a perder, o pasar a ser demasiado de otros, Espanto capturan la foto correcta del rumor. Cuando el disco regresa tras el parón de 'Lorito', en el inicio de la cara b, Teresa parece a punto de ponerse el traje de Battiatto en 'Filtros Resonantes', pero en vez de crecer hacia el infinito con esa idea, la canción se desliza por psicodelia de tecnología vintage. Con 'Estilo', de hecho, le permiten decirle a la propia canción que lo que iba a ocurrir (convertirse en miniatura austrohúngara), no va a pasar: "ser de ese estilo no es de tu estilo".
Y luego están los Espanto cuyos discos soy incapaz de escuchar sin que a la vuelta de la esquina de una canción haya algo que me haga reír. Que citen a Pablo Milanes cuando llevabas todo el rato pre-escuchándolo en tu cabeza. Los putos pájaros. Badalamenti y las Feria. La explosión final de 'Estilo'. El venao. El compresor de la nevera. Úrsula K. Leguin. La montaña basura de los Fraguel. El modo en que han impreso las letras. El collage de Teresa. Vivir atrapados entre Francia y Portugal. Los Robert (Wyatt y Pollard) bebiendo cajas de crianza junto al Iregua. Las máquinas que hicieron rumores.
Espanto, un grupo que me emociona, que me hace reír y que nunca puedo capturar del todo, ocho, nueve discos después, y que me obliga a tenerlos siempre en la cabeza, con el runrún ahí. This band could be your life, la mía ya lo es. (probertoj, disco del mes en el frikexín #17)
4. Juárez - El ciclo del sol y el fin de los días
Género: Tormenta de guitarras cristalinas
‘Las cumbres más altas’ insiste desde el principio en lo que ya sabíamos de Juárez, y está bien que así lo haga: aman las guitarras y la capacidad para crear emociones a fuego lento. Es la misma idea que ha habitado siempre en las canciones de Dean Wareham, la que vivía en los Yo La Tengo más velvetianos y en el fondo es la que también habita en Woods (WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOODS), grupo al que también remiten los de Pamplona en hermosas canciones como ‘Bajo la tormenta’.
A veces se tensan más, y se apuntan al lado más fronterizo de su música, como ‘En la noche oscura’. Y ‘Luces negras’ les ve llamando a esa mini-leyenda del underground hispano que es Germán Carrascosa, firmante de algunas de las mejores canciones que aún no conoces pero deberías (y si las conoces, firmarías esta misma frase, tal cual, sin temor ninguno a quedar como un cretino snob).
Además, en ‘La Deriva’ tenemos una de los canciones del año. Y en este disco de Juárez un hermoso refugio, de aire puro y ambiente cristalino como su música. (probertoj, disco que sí en la tier list del 18 de noviembre)
3. Faenna & Manu Beats - Julia y Manuel
Género: partir la pastilla mientras suenan seguiriyas
Durante seis canciones de las nueve, Julia y Manuel, la colaboración entre la malagueña Faenna y el productor Manu Beats, es tan apabullante que no hay manera de subir la guardia. Ella lanzando rimas con una facilidad pasmosa y una intensidad lírica potentísima. Él, construyendo nuevos edificios sobre viejos discos flamencos. Flautas y flow con cero espacio a lo Mr. Wonderful.
Hay que verlo para creerlo. Con mimbres de homenaje aparente a Lole y Manuel, he aquí un disco que no quiere hacer del recuerdo un ámbito nostálgico. Y que tampoco necesita sacrificar una u otra pureza por competir en el mainstream. Es rap clásico, y a la vez un gesto radical, innovador. Manu Beats ya había dado señales de sobra de lo que podría llegar a hacer y de Ruanda Records está saliendo tal alucinante colección de discos que cualquier otro sello aquí o fuera debería rabiar de envidia.
Canciones como 'Aléjate' parecen sencillas, pero no lo serán tanto cuando el Nuevo Flamenco ha entrado poquísimas veces en el rap español. Esto no va, además, de picotear y luego irse: he aquí un disco que podría formar parte de la familia Nuevos Medios si Mario Pacheco y Cucha Salazar aún estuvieran por aquí; imposible pensar que canciones como 'Tarantos' no encajasen en esa visión anchísima del Flamenco. 'La Niña de los peines' es el single obvio, de cadencia sedosa, una base que es puro misterio aflautado y con una Faenna oscurísima, escupiendo con una solidez pasmosa.
Manu Beats podría haber optado por ser tan exhibicionista que el disco fuese a epatar. Pero Julia y Manuel se construye con la idea de mover el cuello y disfrutar; si 'Sobreestímulos' o 'Artemisia' golpean tan fuerte es porque manejan cero intención de creerse más listas que sus oyentes.
Ni siquiera una recta final que sí te deja respirar como oyente, que sí plantea cosas más estándar en la zona lírica y donde hasta Foyone parece estar "sólo" notable, puede echar por tierra la abrumadora sensación de excel inmediato que tiene Julia y Manuel. (probertoj, directo al excel en la tier list del 12 de noviembre)
2. Daga Voladora - Los Manantiales
Género: Lo que me importa de verdad es que te importen las cosas pequeñas
Nos han enseñado tantas veces el futuro distópico dominado por megacorporaciones que, para cuando hemos vivido en él, hemos tenido difícil asumir que quizás no sea la manera correcta. En el mundo de la música, especialmente. La desintegración de casi todo lo pequeño, de los nichos, ha venido provocada por LOS DATOS: ¿cuántos millones de escuchas tienes? ¿Cuántos nuevos seguidores has conseguido? ¿Delante de cuántos miles de personas has tocado? Todo lo que ha pasado en los últimos 15 años ha ido destinado a destrozar o invisibilizar por completo cualquier alternativa. Lo que se construyó entre los 80 y los 90 fue ridiculizado, ahogado y aislado, a veces incluso por personas que creían estar haciendo lo correcto. Sin embargo, necesitamos lo pequeño.
Hay una serie de vasos comunicantes en la historia de la música pop que insisten en esa necesidad. Artistas, grupos, compositores que, sin estar relacionados estilísticamente, sí comparten ideas parecidas, una actitud que valora lo pequeño. Y en esos alambiques suele destilarse una mirada a la realidad que sabe ver que, bajo todas las capas de cinismo y los horrores cotidianos, hay personas y lugares que merecen la pena ser vividos.
Pero no bajes la guardia, por si acaso te sepultan LOS DATOS.
Los manantiales, de preciosa portada mate, contraportada icónica e interior clásico, es la manera en que Daga Voladora (AKA Cristina Plaza; ex-Clovis, ex-Los Eterno, ex-Gran Aparato Eléctrico) se suma de nuevo a esa idea. Sus discos previos ya la manejaban, y nos enamoraron a los que compartimos la necesidad de que el mundo sea algo tangible y asumible. Los manantiales va algo más allá porque quiere crecer: instrumentalmente, y en arreglos, parece haber la necesidad de escaparse de esa experiencia intimísima que fueron Rayos, truenos y relámpagos (2010) o Chiu-Chium (2016) y recoge, para hacer más grandes, las ideas que salían a borbotones en Espejo, Espejito (2012, tercer mejor disco de aquel año para Hipersónica).
¿Qué ideas? Las que se imaginan a una Victoria Legrand despojada del muro de sonido, tocando subida a la tapia de la casa de Ana D (‘Ceniza Plateada’). Las que recogen a Espanto tocando a Dan Treacy (‘Diamante’, una de las mejores canciones de 2024; una de las mejores canciones de mi vida). Las que adoran todo lo que hacían Broadcast y lo que cantaba (y cómo lo cantaba) Cristina Lliso (‘Quise ser’). Las enamoradas de las letras más sentimentales, a flor de piel, del flamenco (y de Kikí d’Akí). Las de quien ha leído muchísimo, escuchado muchísimo más, y en vez de ponerse a presumir, sale por peteneras y se inventa un dub protagonizado por Sam Spade, Philip Marlowe, tú y yo.
Y todo desde lo pequeño. “Lo he grabado todo con mi ordenador”, dice en la nota de prensa, “con mis instrumentos, mis teclados analógicos, mis cajas de ritmo, ruiditos que hago por ahí... Yo no hago maquetas. Me pongo. A lo bruto. Lo que sí hago es repetir. Lo bueno de este método es que muchas cosas ocurren de forma espontánea y ahí se quedan”. Ahí se quedan los bajos de los beach boys imaginando una ciudad en la que lo fundamental es comer pizza, acoger a los amigos. Ahí, las declaraciones de amor elegidas justo en el momento adecuado. Ahí, los bosques, esta vez sin cadáveres (quizás sólo el tuyo; si nadie recuerda tu nombre, cómo te iban a poder encontrar).
Ahí, las razones, pequeñas, para bajar la guardia.
Los Manantiales, un disco de música pequeña y preciosa, es aún más un disco de letras rotundas, y quizás ninguna tan perfecta como ‘Me pasará contigo’; qué hermosa declaración de desamor al amor, y cuánto conocimiento acumulado durante siglos sobre lo que nos hace felices y lo que nos destruye:
Me pasará contigo como me pasa siempre / Todo el tiempo del mundo no será suficiente
Pensaré: es amor – y solo será un capricho / Me arrepentiré de cada cosa que te he dicho
Olvidaré que siempre mi imaginación vuela / Me lanzaré cuesta abajo, aunque después me duela
Me dejaré llevar / Dejaré de ser prudente
Me pasará contigo: no quiero conocerte / Me pasará contigo, ya lo estoy viendo
Venga mensajes cifrados que ni yo misma entiendo / Mi corazón al galope como un potro desbocado
Sentiré que me ahogo cuando no estés a mi lado / Me dejaré llevar
Dejaré de ser prudente / Me pasará contigo
Por eso…
Me pasará contigo: por eso no he de quererte
Podría haber ido mal: podría haberse creído en la necesidad de hacerlo todo a lo grande, de pelear por entrar en MundoDato, de cometer los errores de otros, otras1. Pero Daga Voladora sabe cómo hacerlo, porque comparte la necesidad de lo pequeño. Casi ninguna puede cantarnos como ella nos canta. Teníamos a Cate Lebon y ahora tenemos a Cristina-La-Buena. Teníamos a Trish y ahora tenemos a Cris. Daga directa al esternón, al excelrnón. (probertoj, directo al excel en la tier del 21 de mayo)
1. D&D Neutral Good o Chaotic Evil
Ramper - Solo Postres
Género: tras nosotros solo quedarán las ruinas
Como un sueño infantil que torna en pesadilla, el mundo de Ramper se despliega sobre un tapiz de cosas hermosas que un día dejaron de serlo. Solo Postres se asemeja en ese sentido a los desastres de la guerra: paisajes devastados que solo comunican zozobra y pérdida, una furia colosal e incomprensible. Todo lo que en Nuestros mejores deseos brotaba de una energía inocente y juvenil se ha transformado aquí en algo más complejo, más oscuro y más pesado.
Ramper han cambiado. Han pasado cuatro años y una pandemia. Nadie podría culparles. Solo Postres opera en ese sentido como un manifiesto: aquello fuimos, esto somos y esto seremos, ahora sí, plenos de facultades y dueños de nuestro destino. No es de extrañar, pues, que a tan ambiciosa reafirmación identitaria le acompañe un disco larguísimo —68 minutos— y sin ningún tipo de asidero o salvavidas para el oyente. Hay que dejarse llevar a ciegas.
Se acabaron los clímax, Ramper los enterraron bajo composiciones de nueve y diez minutos difuminadas por el incienso de la Semana Santa —hola, Orthodox— o por los humos vaporosos de un mundo arcano —hola, Mount Eerie—. A todo eso y a muchas otras cosas más suenan 'Un miembro fantasma' y 'Día estrellado', propulsadas por una base rítmica sobrecogedora y ornamentadas por guiños orquestales y folclóricos —hola, 'Vamos a contar mentiras'—. Se esconde aquí una emoción tan desmedida y pura que estremece el alma.
Porque Solo Postres es un disco emocionante, muy emocionante, pero Ramper se esfuerzan en torcerlo hasta la inquietud y el desasosiego —hola, Yanqui UXO—. Sucede en 'Reina de farolas', empeñada en negarnos su estallido triunfal, y sucede en 'Solo Postres', culminada por un parsimonioso juego de intensidades. Dos canciones colosales y sin embargo frágiles, delicadísimas, conducidas entre algodones y heridas aún por sanar.
Sirva 'En Nuestros Últimos Días' como resumen de todas las virtudes de Solo Postres: los susurros, la liturgia, las imágenes místicas y eternas —"Porque nunca pasa nada, porque todo pasa por ti"—, los arreglos electrónicos y las pesadísimas distorsiones que unen a Low con Monolord. Solo Postres es ante todo un disco de conexiones, de ideas que se adentran en un mundo de tinieblas y encuentran cabezas de puente en orillas inexploradas.
Solo Postres es, en definitiva y ante todo, un gran trayecto hacia lo desconocido, un enorme salto de fe. Ramper se han adentrado en el fin de los tiempos y nos han traído sus sonidos tremendos, intimidantes, hermosísimos. Es un viaje exigente, pero, ay, qué viaje. (Mohorte)
Ó
Sal del Coche - Ciudad de Polvo
Género: ese orfidal no te va a salvar
Todo parece indicar que vivimos tiempos extremos: hay guerra, inflación y ansiedad por las calles. Nada que pueda solucionar el pop. Ese es al menos el punto de partida de Sal del Coche: una música radical que refleje la radicalidad de nuestra era, de nuestras circunstancias vitales, de nuestra realidad material. ¿De qué sirve la disipación y el hedonismo cuando puedes cortar la tensión de tu vida con unas tijeras? Ciudad de Polvo, su primer disco, se enreda y desenreda desde el mismo pulso confuso de los días que nos han tocado vivir. Hay aquí experimentación, preguntas al aire, ideas que se chocan y se pegan entre ellas, conclusiones elusivas y un sinfín de saltos al vacío. Hay mucha ansiedad y pocos espacios para la evasión.
¿A qué suenan Sal del Coche? Depende del minuto en el que pares la canción. 'Año 2000', por ejemplo, suena a Squid y por tanto suena a Magazine y por tanto suena a The Fall y por tanto suena a muchas otras cosas más, todas a la vez. 'En el Edificio Más Alto' suena a ¿Kase O, Einstürzende Neubauten y una txalaparta? 'Djdj' suena a Minutemen pasados de rosca, 'Máquina de humo' a una rave punk. Es una pregunta que tiene muchas respuestas, todas ellas tocadas a toda hostia excepto en 'Hernani 3', una mañana de resaca y reflejo existencial en la vida pasa lenta y pesadamente. Ciudad de Polvo es un ejercicio de creación intrigante, desatado de toda clase de jaulas estéticas y arrimado a las ideas más desesperadas (y lúcidas) del año. Cuando no sepas si aplaudir o lanzarles tomates, recuerda: tú también estás viendo el derribo, a ti también te están diciendo que está controlado. Y no lo está.
No lo está en absoluto. (Mohorte)
Esto no es un ax-aequo: es una elección. Que te quede claro que no podrás salvar la partida y volver atrás. Lo que elijas es lo que decidirá quién quieres ser. Es obvio cuál es la de Hipersónica.