Los mejores discos internacionales de 2025 (III)
Los mejores discos de ambient y de otras cosas, ordenados en cómodo ranking para que los sepas diferenciar
30.Ocees y Martillos
Osees - ABOMINATION REVEALED AT LAST
género: el monstruo sigue vivo
Somos muy insistentes, pero resulta inconcebible casi que una banda como Osees sea capaz de seguir siendo de referencia tras más de 20 años en activo y con más de 20 referencias publicadas, todas moviéndose alrededor de los mismos cuadrantes. Mientras que otros grupos prolíficos, incluyendo algunos en similares coordenadas del sonido guitarras, mantienen el ritmo removiendo diferentes géneros, John Dwyer y los suyos se mantienen firmes en ir creando alquimia con los mismos cuatro géneros que se solapan continuamente. Del garage al punk pasando por la psicodelia y al puro kraut.
La clave es que siempre están encontrando la manera de alterar la medida de cada uno de esos géneros, no dejando nunca de sonar a ellos mismos en el proceso. Todos son discos de Osees, pero raramente son el mismo disco a pesar de estar tocados de manera muy parecida. ABOMINATION REVEALED AT LAST es otro totémico esfuerzo en una discografía inmensa e irregular, pero siempre entusiasta.
Dwyer y compañía prueban a extender nuevamente sus propios extremos, dejando que el punk vuelva a fluir libre aunque sin caer en la generalidad de su anterior disco. A ello contribuye sus divagaciones por la psicodelia kraut que mantienen muy viva a través de ese músculo pop que siempre impulsa sus mejores discos. Es una exhibición extraordinaria y adictiva a la que no deberían tener acceso tras todos estos años, y tras tantos desafíos a lo que debería hacerse como grupo para no repetirse y volverse autoparódico. Pero es que Osees no son un grupo corriente. (Black Gallego, excel en la tier del 19 de agosto)
Armand Hammer & The Alchemist - Mercy
género: un ¿último? hurra más para la secta abstract
Todo el mundo recuerda vívidamente el momento donde empieza a ver a sus padres como personas normales, capaces de fallar. En mi caso, fue cuando Armand Hammer y The Alchemist juntos no dieron el disco de hip hop del año con Haram.
Bromas aparte, supo a poco la unión de tres artistas (los dos raperos/productores de Armand Hammer el otro productor que a veces rapea) que son referentes y hasta guías morales del underground se quedase en una desigual explotación de sus visiones. Y aún así, el anuncio de un disco como Mercy nos invitaba a considerar la posibilidad de un último evento grande para el abstract hip hop. Y eso que todos estos nombres han sacado trabajos remarcables este año.
Elegir discos suyos puede volverse casi imposible, porque no parece haber opción incorrecta. Aún así, Mercy puede ser el trabajo más top de sus 2025. La visión conjunta ofrece aquí un disco mutable y rico en tonalidades donde se comparte una factura exquisita en todo momento. The Alchemist deja producciones estimulantes e inabarcables que abren nuevos caminos en cada escucha, mientras que billy woods y E L U C I D están inspirados de nuevo creando texturas y paisajes variados desde el micro. Pocos como ellos narran inquietudes y violencia desde una parsimonia controlada, que es lo que transmite todo el rato un álbum que empieza con estallidos, pero se mueve aún mejor cuando te rodea en atmósferas. (Black Gallego, excel en la tier del 11 de noviembre)
29. The Illness - Macrodosed
Género: Club de borrachera de Slint
Ay, los discos que te llegan por sorpresa, cómo molan. Los que te arrollan desde que les das al play, porque tú andabas pensando en que, simplemente, serían otro más de los muchos que han salido. Picas y picoteas porque nunca has dejado de hacerlo, porque crees que es en la gente nueva donde sigue estando más cerca el momento, casi iluminador,
El primer largo de The Illness, de hecho, iba para el Frikexín de marzo, pero no sé cuándo lo acabaré porque aún tengo que terminar el Rimas a Paladas de febrero; la vida me ha pasado por encima y no quiero que esto se me quede atrás. Macrodosed está GUAY.
Me lo tenía que haber olido: en el primer EP habían llamado a Steve West y a Bob Nastanovich a que estuviesen a su lado. Nadie invita a un Pavement a su casa si no es porque, de verdad, te flipaban Pavement. Y en Macrodosed, el debut largo, anda David Pajo, no sólo un Slint cualquiera, sino también Papa M, como si el colectivo de “Liverpool-York” que se llama The Illness hubiese preferido invitar a un Slint a tomar unas pintas justo cuando iba a entrar al club de lectura de su propio grupo.
No esperéis aquí, por tanto, el canon de la escena Windmill: al contrario, Macrodosed se acerca más a esa zona alucinada y alucinógena del indie-rock que tan bien representaron los Flaming Lips hasta Zaireeka. Hay guitarras que chirrían al enchufarse, hay re-lecturas de los Sonic Youth poperos, hay sintes rotísimos y voces desquiciadas, hay flautas que te hacen preguntarte por qué están ahí, y también por qué no están en todas las demás canciones del mundo. Y temas que parecen una versión de Super Furry Animals pero que en realidad no lo son: sólo comparten útero materno.
También planea, todo el rato, la sensación de que les salen facílisimo canciones guays y que luego The Illness juguetean con ellas como el gato con el insecto al que le quita las alas por pura diversión. Son unos tipos que lo mismo ponen a Pajo a cantar en una canción que podría haber firmado el primer Sparklehorse como parece que se estén descojonando de los U2 de Achtung Baby antes de ponerse a cantar en modo Los Campesinos! O se dan al vocoder, al fuzz, al synthpunk, a TODO.
Están locos. Son maravillosos. Y Macrodosed es encantador en su desquicie… y un enganchón de cuidado. (probertoj, excel en la tier del 11 de marzo)
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28. Stereolab - Instant Holograms on Metal Film
Género: La Stereoneta carbura de nuevo
¿Puede haber un nuevo “año cero” para grupos que llevan quince años callados? No un retorno tal cual: pilla cacho, saca algo, deja un maltrecho cadáver; sino una vuelta que no traicione nada de lo que fueron (difícil) ni de lo que dijeron (más difícil todavía). Stereolab, hace ya tiempo y en numerosas ocasiones, dejaron claro que creían que no tenían nada que aportarse a sí mismos como banda ni creían que hacer canciones nuevas fuese una posibilidad creativa real.
Pero 2025 nos ha traido Instant Holograms on Metal Film, y les ha sorprendido hasta a ellos mismos. Se creían una célula muerta, concentrada en las (estupendas) reediciones de sus discos y en tocar en vivo canciones viejas. Y, de repente, el verano de 2023: una frase de Andy Ramsay, la posibilidad de nuevas canciones, seis semanas de trabajo... y Stereolab tienen nuevo disco, lo que siempre habían negado.
Así que dos dudas: ¿son ellos? Y... ¿son ellos realmente o su vaina?
Veamos: ¿tiene un single inapelable, como siempre ha pasado? Sí, ‘Aerial Troubles’ lo es. Una canción inmediata, fresca y contagiosa. Apetitosa como manzana, que claro, está envenenada. Que es 2025 y sigue siendo atípico encontrar letras así:
The numbing is not working anymore
An unfillable hole
An insatiable state of consumption (Systemic)
Assigned trajectory (Extortion)
Veamos otra vez: ¿tienen riesgo justo donde menos te lo esperas? ¿La capacidad de romperte la cadera? Claro: ‘Melodie is a Wound’ retoma el lounge de Dots & Loops y parece ponerlo aún más sencillo... hasta que a mitad de la canción todo se disuelve en un segundo tramo que nos recuerda de qué iba eso de “arriesgar”. Es, posiblemente, una de las canciones de este 2025. Y, otra vez, extremadamente combativa, esta vez con nuestros entornos digitales:
The goal is to manipulate
Heavy hands to intimidate
Snuff out the very idea of clarity
Strangle your longing for truth and trust
Choke wisdom, sapience and prudence
Echemos otra mirada: ¿Tiene algo nuevo? ¿Algo que les haga avanzar, que es lo que siempre han querido: huir de sí mismos para encontrar nuevos caminos? Sí: ‘Immortal Hands’ abre la puerta a los Stereolab emocionales, que apenas habíamos disfrutado porque ellos siempre se empeñaron en ser físicos o cerebrales. Hay también pasajes con cierto aroma cinematográfico, quizás inferido de las aventuras de Cavern of Anti-Matter.
Y muchas maneras de evitar ser su vaina en vez de ellos mismos: el retorno a la space age de ‘Vermona F Transistor’ apuesta por el revoloteo psicodélico. Las acústicas chocando gentilmente contra las flautas de ‘Le Coeur et la force’. Invitar a Marie Merlet a los coros. El aroma de ‘Electrified Teenybop!’ (Buzzcocks+Ultravox; gracias, The Quietus). El desafío de las dos partes de ‘If You Remember I Forgot How To Dream’. La imposibilidad de dejar quieta la cabeza con ‘Flashes From Everywhere’. Y mucho más, porque los discos de Stereolab siempre han ido desplegándose lentamente en cada escucha, incluso cuando partías del asombro. Aún hay cosas que seguimos descubriendo de los de hace 30 años y ni ellos ni nosotros esperábamos que esto fuese a ocurrir de nuevo en 2025. (probertoj, excel en la tier del 27 de mayo)
27. Tropical Fuck Storm - Fairyland Codex
Género: abraza el caos, dale cariño
Cuando a Gareth Liddiard le descubrimos abriendo en canal el blues punk con The Drones nos enamoramos de su música, pero nunca pensamos que pudiese mantener esa intensidad tanto tiempo. Y parecía obvio que Tropical Fuck Storm en algún momento también caerían, aflojarían, serían domados. Ni una cosa ni la otra se ha revelado cierta y, lo que es mejor, no tiene visos de que TFS vayan a parar, alguna vez, de sacar discos imprescindibles.
Puede que esta tuviéramos aún más dudas: la situación que les llevó a grabar Fairyland Codex, con esa gira interrumpida por un cáncer, parecía jodida de manejar. Pero en sus manos, todo se crea, se destruye y se transforma, a veces a la vez con la única intención de seguir vivos:
“Hay un poema de Anna Akhmatova donde habla de lo terrible que es la vida y cómo el mundo es simplemente un agujero de mierda lleno de cabrones, luego dice algo como: ‘¿Por qué entonces no nos desesperamos?’ Charles Darwin podría darle la respuesta corta, pero la música tiene la solución metafísica de fiesta de 12 pulgadas” - Gareth Liddiard
Su música maneja a la vez agresividad, explosividad, truculencia, tonos lúgubres, aires goth y monserga birthdaypartiana. Pero sus canciones siempre caen de pie: da igual que fraseen como si estuvieran a punto de lanzarse a hacer hip-hop, que quieran tropicalizar La Mierda™ o que amen en medio de la anarquía. Son inteligentísimos, por eso eligen titular sus cosas haciendo referencia al mismo síndrome que causan las medusas australianas y que podamos poner de banda sonora de IG ese “dolor extremo y la sensación abrumadora de perdición inminente”. Y, esta vez, aprovechan tan bien las canciones tranquilas que hay que rendirse a su idea de belleza en el caos. (Black Gallego, Excel en la tier del 19 de agosto)
26. Anna von Hausswolf - Iconoclasts
género: el disco más pop que puede salir de la siniestra que visita iglesias
Para todo lo asombrosa que resulta su música en primeros contactos, a Anna von Hausswolf le ha costado liberarse de la concepción de que su música no tiene realmente recorrido y que, incluso con su grandísimo refinamiento, los discos no son tan reescucables pasado el tiempo. Es cuestionable, aunque es cierto que su transgresión con el darkwave y el drone desde concepciones tan peculiares (incluyendo realizarlos desde órganos de iglesia) te hace sentirte con más pedigrí por escucharlo, pero no más estimulado o emocionado.
Iconoclasts desafía todo eso intentando hacer la versión más pop posible de Anna von Hausswolf. Su disco más abiertamente emocionante, donde los sintetizadores llevan su tradicional inmensidad sonora hacia melodías que tocan la fibra y hay elaboración de canciones más directas de lo acostumbrado, como el delicado dueto con Iggy Pop en ‘The Whole Woman’. Y, aun así, acaba siendo un disco anti-pop porque Anna no puede corregirse a sí misma. Es capaz de pasarse de los diez minutos en alguna de las piezas o crea una marea krautrock en la arrolladora ‘Struggle With the Beast’.
Es un poco absurdo hablar de un disco pop adictivo en uno tan lleno de capas, de desviaciones que se alejan de los ganchos claros, y que además dura casi hora y cuarto. Pero es lo más cerca que Von Hausswolf va a estar de hacer uno sin dejar de ser ella misma. Iconoclasts consigue un equilibrio inusual que tampoco suena a compromiso excesivo, sino a una nueva extensión de una artista a contracorriente y libre además de fascinante siempre en cómo lo hace. (Black Gallego, excel en la tier del 18 de noviembre)
25. The Armed - THE FUTURE IS HERE AND EVERYTHING NEEDS TO BE DESTROYED
género: Rifé mi play para venir acá, esto es The Armed loco
A veces hay que estar un poco acabado para estar ESPALDAS por todo lo alto. ULTRAPOP marcó un punto de inflexión claro para The Armed al crear una increíble mezcolanza de agresivo punk-noise, indie melódico y pelotazo digital ultraprocesado que creó escisiones. Su siguiente disco fue más complicado de defender, perdiendo algo de empuje y dejando la cuestión de si había recorrido a la propuesta.
Pero da igual el futuro, porque ya está aquí y hay que destrozarlo. Así reza el título de un disco que retoma la frescura de ULTRAPOP, pero suma el cortante bestialismo de su también extraordinario Only Love, así como otros elementos como saxos y una producción más creativa. El resultado es un disco que va a topísimo, pero al mismo tiempo se escucha pulidísimo, dejando que la montaña rusa que va a toda velocidad también pegue curvas y giros que dejan impresión. Los saltos entre tonos consiguen estar bien conectados por una ejecución enérgica, exuberante e infatigable.
Es una bola de demolición que debería abrumar al poco tiempo, incluso durando unos perfectos 32 minutos que hacen todo mucho menos cuesta arriba. Pero no hay realmente ocasión para cansar, las ideas se disfrutan asombrosamente incluso disparadas a cañonazos, y The Armed parecen haber encontrado una nueva cuadratura para su propio círculo de ruido. También parecen haber recuperado el arte del disco de metal perfecto para salir a correr. (Black Gallego, Excel en la tier del 19 de agosto)
24. Voices From The Lake - II
Género: Donato y Bebeto
Tras el debut en largo de Donato Dozzy y Neel como Voices From The Lake en un ya lejano 2012, II (Spazio Disponibile, 2025) ha sido de largo uno de los discos más esperados en tiempo en la esfera electrónica. O más bien, la continuación, porque por la propuesta de I, lo que se esperaba no era simplemente un álbum, sino plasmar la continuación sonora de un álbum que se constituyó como clásico instantáneo en el (ambient) techno por la profundización de su sonido, por esas texturas acuosas y todo el océano, valga la redundancia, que había tras de sí, inclinaciones dub, evoluciones progresivas y un cuidado minucioso en su elaboración.
Trece años después, sin ninguna prisa, porque dicen que nunca hubo vocación de continuarlo, de forma natural, al fin ha llegado (como se podía esperar tras actuar en directo, ¿a quién no se le ponen los dientes largos?). Y el ejemplo de esa falta de urgencia y de timing es que vea la luz entrado diciembre, fuera del grueso de publicaciones de listas, y cuando los oyentes habituales de los ruidos incluso ya pueden estar cansados ante tanta referencia, ansiedad musical y novedades constantes.
Una vez finalizado el año, llega el bálsamo. Un disco cocido a fuego lento en el que se ve por qué las dos partes hacen el todo. Con un Neel más centrado en el techno más vigoroso, y el polivalente doctor en lo que le echen, pero mucho en las progresiones (discazo Magda de 2024), II se presenta ante el oyente como un regalo paciente, que va creciendo más con cada tema, y que desde ‘Aquateo’, cuarto corte, no hace más que subir y subir. Un ambient techno magistral con bombos de leves pulsiones y esa sensibilidad especial que aporta Dozzy para las ambientaciones y la progresión.
Con menos dub que el debut, aunque presente, el segundo largo sale más al exterior, centrándose más en la superficie, con bellas ornamentaciones (’Manuark’), pero también un sonido de más empaque. Y con una orientación a veces más bailable que tiene piezas que son auténtica delicatesen como ‘Mono No Koto’. Una sección final en la que las texturas salen a la palestra más que nunca y regalan temas perfectos para cerrar no solo el disco, sino el año, con ‘Ian’, como corolario un año electrónico excelente. La combinación entre el detalle y el bombo suave que da solidez. Pura magia en el género y una clase única y reconocible. Branquias bajo el agua, que decía Poch. (Ferraia, no fue nada en ninguna tier porque salió después de la última del año)
23. John Glacier - Like a Ribbon
género: rapeo british incoformista
Con una propuesta que anda trazada por el hip hop de bases convertidas en accesibles y un impulsito de productores colindantes con esa clase sonidos como Jamie XX, quizá se puedan sentir ciertas reservas con John Glacier. Pero se despejan muy rápido, nada más uno se deja llevar por la naturalidad con la que decide llevar la convivencia entre el riesgo y la canción directa.
Con una producción exquisita de Blue Daisy, en Like a Ribbon encontramos a una rapera suelta, cargada de ideas para los sonidos que deben poblar el mismo, el tono que tienen que tener las canciones y la cercanía que tienen que tener las rimas. Glacier explora y cautiva con un estilo inconformista, que conecta con la escena británica contemporánea pero también se atreve a volar libre. Un caso donde la inventiva y la personalidad no van a suponer una barrera en absoluto para aquellos menos asiduos al hip hop. Y no va a ser un factor que se le pueda achacar negativamente, porque ha clavado cómo hacerlo emocionante. (Black Gallego, excel en la tier del 25 de febrero)
22. Squid - Cowards
género: el futuro es perfecto porque el futuro es la muerte
En sus muchas entrevistas concedidas durante las últimas semanas, Squid explican cuál es el concepto central de Cowards, su tercer disco: el mal y su ubicuidad. Esto es evidente en ‘Crispy Skin’ —”am I the bad one? Yes, I am— y en ‘Fieldworks II’ —”If you remind me, I’m evil too, I’m evil too”— pero se despliega de forma más o menos sutil en el resto de sus canciones. Allá donde Green Bright Field y O Monolith lidiaban con la ansiedad y sus consecuencias, Cowards se fija el mal y en su banalización.
La explicación es interesante, pero insuficiente. Cowards verbaliza a través de la maldad otro tipo de obsesión: las personas y su responsabilidad en el mal. Si en sus dos primeros discos Squid parecían apesumbrados por los espacios y los lugares físicos que habitamos —la sede de una farmacéutica, las ciudades—, en Cowards ponen en el centro por primera vez a las personas que les rodean. Es decir, a nosotros humanos practicando el mal.
Se trata de un punto de partida más reflexivo y complejo. De forma llamativa, Squid eligen contarlo bajando las revoluciones de su música. Cowards es su disco menos intenso y más accesible, también uno en el que la producción juega un rol menos importante. La extrañeza y la inquietud llegan aquí mediante otros elementos: los arreglos de cuerdas —omnipresentes—, los pianos, los vientos, los clavicordios y... los silencios. En su tercer disco, Squid se han parado a mirar sus canciones y han decidido que sus historias quizá demandaban otro tipo de aproximación.
Así, ‘Fieldworks II’ se construye sobre un clavicordio en lugar de sobre dos guitarras “porque sonaban demasiado a U2”. Así, ‘Blood on the Boulders’ o ‘Cowards’ se sostienen sobre instrumentaciones mínimas, aireadas, mucho más sensoriales y menos intervencionistas que las canciones de sus trabajos previos. Y así, ‘Crispy Skin’, una distopía sobre un futuro caníbal inspirada en Cadáver exquisito, el libro de Agustina Bazterrica, recurre a las guitarras solo como contrapunto, nunca como lenguaje vehicular.
Esta suerte de minimalismo, de esencialismo, aproxima a Squid a grupos antaño más en segundo plano en su abanico de referencias —Wire—, les lleva de viaje por el mundo —Japón, California— y les deja mucho más desnudos ante el oyente, más frágiles, atributos nobles pero también arriesgados. Cowards carece de puntos de agarre claros más allá de ‘Crispy Skin’. Despojados de sus estridencias y de las capas y capas de sonidos que avasallaban en O Monolith, ¿qué queda de Squid?
Queda la desesperanza, la bajona, y queda un grupo que sigue empeñado en escapar a cualquier categorización y clasificación. Todas las ideas y canciones de Cowards confluyen como ocho afluentes en el río gigantesco e insondable que es ‘Well Met’, la bellísima alegoría sobre el fin de los tiempos y La Inundación Bíblica que a corto plazo acabará con todos nosotros. Un apocalipsis cotidiano, un mal banal y un grupo que cada vez necesita menos recursos para contar cosas más difíciles, más emocionantes y más brillantes.
Si hay algiuen con una mejor racha de tres discos en este siglo, que baje Dios y lo vea. (Mohorte, Excel en la tier del 11 de febrero)
21. Titanic - Hagen
Género: Mabe Fratti y otras ligas
Mabe Fratti se ha convertido en los últimos años en una indispensable para las experimentaciones que traen consigo el prefijo art (pop y rock en su caso; o en este caso). Tanto en solitario, como con Amor Muere, otras colaboraciones, o en el proyecto Titanic. Aquí la violoncelista guatemalteca y el guitarrista mexicano I la Católica (Héctor Tosta) se salen más explícitamente del minimalismo que configuraba su debut hace un par de años para edificar un trabajo de mayor monumentalidad. Con pasajes simple y llanamente excelentes. De instrumentación vigorosa, Fratti sobresale junto con su chelo de percusiones contundentes en ‘Gotera’; junto con I la Católica, transforma el art rock/pop de ‘Escarbo dimensiones’ en otra canción en su segunda mitad, impregnándola de todo tipo de de virguerías y musicalidad. Con superposiciones vocales que son unos arreglos habituales y muy bien tirados en el resto del disco. Todo convive con distorsiones, punteos y detalles sin sobrecargar. Quizá para un true prog, no la suficiente.
Un equilibrio constante entre un pop vibrante y esplendoroso a lo Kate Bush en ‘Te tragaste el chicle’, donde puede soltarse más como cantante. Donde todo puede convivir. Un álbum, ya habitual en ella, donde no sabes con qué va a salir ni por dónde. Siempre escogiendo el camino más inesperado. Y eso es un enorme valor añadido. Con unos primeros cortes que juegan constantemente a esa desorientación premeditada del oyente para llegar a la parte central del disco con canciones redondas como ‘Libra’, de estribillo con deslumbrante sonoridad y letras que se convierten en una oda a la superación. O con la preciosa ‘La trampa sale’. Es-plén-di-da. Pura luz.
Llega después ‘La dueña’ con otra ornamentación de aúpa, órganos, secciones de cuerda... Y así durante la media hora de disco, de momentos memorables y pianos soberbios; de olor a clásico (uf, ese cierre). Una obra mayúscula y otro trabajo para enmarcar de Fratti, con una elaboración esmeradísima y reminiscencias de rock latino en ‘La Gallina degollada’ entre otras. Porque todos somos raíces. Pero la suya y de Tosta, son especialmente profundas. Tanto que es imposible seguir todas sus ramificaciones. (Ferraia, Excel en la tier del 23 de septiembre)


