Una canción, una escena #29: 'Cosmic Dancer' en 'Velvet Goldmine'
Camaleones encontrando el camino
Una canción, una escena es una sección Hipersónica donde se repasan algunos de los mejores momentos musicales en la historia del cine. O los mejores momentos cinematográficos de nuestras canciones favoritas. Sea lo que sea, es un perfecto cruce de nuestras grandes obsesiones.
La canción: 'Cosmic Dancer', de T. Rex
A Marc Bolan se le acreditó el inventarse el glam rock. Igual es exagerado, pero lo cierto es que discos como Electric Warrior fueron un antes y un después, tanto para T. Rex como proyecto que pasó del folk hippie a un nuevo sonido como para el rock, que entraba de lleno en los setenta. Su imbatible colección de jitazos muestra rango y planta semillas que han germinado en grupos de todo tipo. Muchos de ellos glam, claro.
'Cosmic Dancer' no fue de los temazos que arraigaron al instante, aunque no le faltaba culto. Al fin y al cabo, forma parte de uno de los discos más legendarios jamás creados. El tiempo ha ido poniendo en su lugar una reposada y sideral pieza acústica con la que Bolan tiende puentes. Entre su pasado y su futuro, entre el folk y el nuevo rock, entre el suelo y el firmamento.
Una canción que toca el cielo con ambas manos, muestra de un talento que se fue demasiado pronto. Aunque fue suficiente para impactar a gente como David Bowie, que adoptó sonidos y giros de trayectoria, además del sustento económico del hijo de Bolan.
La película: 'Velvet Goldmine', de Todd Haynes
Todd Haynes empezó su carrera realizando un controvertido corto llamado Superstar sobre la vida de Karen Carpenter, empleando muñecas de Barbie como actores para ir relatando su controvertida historia. Causó revuelo por el retrato que hacía de su protagonista, aunque lo que realmente le paró los pies fue una demanda por uso inapropiado de la música. Poco después su debut en largo con Veneno, relatando la realidad del colectivo homosexual y la percepción del mismo durante la epidemia del SIDA.
Con Safe volviéndose el film de confirmación de una de las voces más interesantes del nuevo cine independiente americano, Haynes se cobró un extraño "cheque en blanco" con Velvet Goldmine, que junta de manera extraña todo lo relatado en los dos films anteriores. Un biopic, pero que no puede serlo por motivos contractuales y sin permiso para usar música, acentuando las comparaciones con Ciudadano Kane, cuya influencia se nota en la estructura del guion. También un relato de bisexualidad y provocación que entronca casi a la perfección con la explosión del glam rock.
La película trata de hacer personajes inspirados en varios héroes del rock en ese momento, como el propio Bolan y Bryan Ferry para el protagonista Brian Slade (Jonathan Rhys Meyers) o Lou Reed para su peligroso y arrollador colaborador/amante Curt Wild (Ewan McGregor), pero es evidente que ambos están construidos a partir de la historia de David Bowie e Iggy Pop, bordeando el fanfic en ocasiones pero no exagerando en la poderosa conexión que mantenían.
La escena
Un periodista británico (Christian Bale pre-intensito) quiere investigar que fue de ellos tras un suceso polémico que fulminó la carrera de Slade justo cuando estaba en lo más alto. La primera parte de la película recorre bastantes paradas esperables de un biopic musical, pero las recorre de manera interesante. Descubrimiento, identidad, sexualidad y también encontrar el camino hacia la fama. A pesar de no faltarle el carisma ni el talento para las canciones, la andrógina estrella pop no termina de encontrar su camino desde las canciones folk. Sin embargo, la rabiosa explosión punk de Wild (que canta una canción de Iggy) le hace ver que tiene que haber otro camino.
Pero la transformación definitiva no se da en ese momento, sino poco después. El sonido se va alterando, pero la imagen también requería reinvención. Ahí entra Mandy (Toni Collette), la esposa de Slade e inspirada en la primera esposa de Bowie, Angela Barnett. Su aspecto andrógino es camaleonizado por el cantante "ficticio" en una escena íntima que simboliza el punto de inflexión que se produce.
Haynes, que no da punzada sin hilo, rueda la hipnótica secuencia y la remata con las melódicas y siderales melodías de 'Cosmic Dancer', el puente entre lo hippie y la explosión llena de brillantina. Y también el sonido que Bowie, camaleón supremo donde los haya1, emula para dar ese salto que estaba destinado a hacer. Una muestra de cómo 'Velvet Goldmine' ofrece los momentos esperables de esta clase de biopic, pero siempre de una manera sugerente y fresca, además de cargada de intención.
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Aunque a veces le costaba reconocerlo, de ahí que negase la influencia de Angela.