The Delgados: la tier list
Los discos de los escoceses, ordenados en cómodo ranking y larga explicación para que no tengas que pensar
Hi, personicas:
Hace nada, The Delgados anunciaron su vuelta. En principio, para conciertos y, aunque tampoco estemos seguros de que necesitemos más, puede que para nuevas canciones. Lo hicieron a su modo, con un símil ciclista para calentar motores:
Justo ahora que se desarrolla un Tour de Francia con unas primeras tres etapas y media infames (y una cuarta en la que Van Aert decidió dejar de ser segundo por fin, reventando a su jefe de filas si es necesario), nosotros nos sumamos a la celebración. El único grupo británico al que ha dado nombre un ciclista español tiene por fin en Hipersónica, lugar donde Mohorte y probertoj comparten locura por ese deporte, su repaso disco a disco.
Así que siguiendo el leit motiv que nombró a Delgados, así quedaría su tier ciclista:
Etapa llana de 200 km del Tour en la Era Armstrong (AKA Discos que NO)
A ver, uno siempre puede confiar en Escocia, pero los primeros pasos de The Delgados no fueron la mejor de las noticias de una escena que en aquellos momentos, sacaba oro de casi todo. Recordemos que hablamos de la misma Glasgow de la que salían Arab Strap, Mogwai, Belle & Sebastian… Y hasta grupos de la zona media pero majos como Cha Cha Cohen o Radar Bros.
Pero Domestiques (1996) se queda muy pronto en nada. Desde la perspectiva del indie punkpop, desde el amor al C86, a los discos de los primeros Wedding Present, al ruido azucarado, The Delgados construyeron un disco bastante menos flipante de lo que a John Peel, uno de sus adalides, le parecía. Es más: ha envejecido peor de lo esperado, como si todo aquello fuese sólo estética y nada real por detrás. Sabemos que no es cierto por todo lo que vino después, pero…
Lo comentaba mientras preparaba esta pieza con Chou: te pones el Slain de Urusei Yatsura, también de Glasgow, y todas sus canciones parecen hits eternos. Te pones Domestiques y es lo mismo pero si a Slain le quitas la gracia. Claramente al no, dudando de si da para sestear en las tardes de julio, como este Tour y algún otro. El artwork es de Van Impe (referencias ciclistas por todos lados) y, aunque el disco merezca nuestro castigo, la foto interior de Perico Delgado sigue siendo top y la contraportada, con las canciones ordenadas como una clasificación general, es otro guiño que amar muchísimo:
Tachuela de 4ª Random (AKA Discos que MEH)
Universal Audio (2004) marca la muerte de The Delgados como banda hasta que, hace unos días, anunciaron resurrección. Es también el disco en el que The Delgados y Fridmann deciden separar su efímera pero productiva relación, y la banda se pone en manos de Tony Doogan. Es cierto que este cambio no tendría por qué haber sido especialmente significativo, ya que Doogan estuvo muy presente en los procesos de creación de The Great Eastern y en la ingeniería y las mezclas de Peloton, en lo que supuso el inicio del despegue definitivo de la banda. Quizás por eso se intentó recuperar en Universal Audio aquel sonido indie pop-rock que habían dejado ligerísimamente apartado en Hate, pero las prestaciones distan que las pasadas.
El trabajo coge impulso y carrerilla en un inicio realmente notable. 'I Fought the Angels' reúne perfectamente todas las cualidades de la banda, y 'Everybody Come Down' funciona como single sin titubeos. En esos momentos no se adivinan fisuras en la propuesta y empezamos a relamernos los bigotes para disfrutar de otro disco memorable (o al menos muy destacable). Pero las hay, y de considerables dimensiones. Universal Audio va cayendo progresivamente en una sucesión de canciones sin alma o distinción. Enfila una rampa descendente con el punto muerto puesto. No va a acelerar la caída, pero sí se deja llevar entre temas algo menores, como 'Get Action!', 'Bits of Bone' o 'Girls of Valour', indignas de sus entregas inmediatamente previas. Un jarro de agua fría y el que marcó su final… hasta 2022.
Los Lagos (AKA Discos que OK)
Ok, llegamos a Peloton. En su segundo disco, The Delgados se empiezan a encontrar. Aran la senda que recogerán después en canciones tan suyas y de nadie más como ‘Pull the Wires from the Wall’ o ‘Everything Goes Around the Water’, con ese tinte casi prog-pop que luego les hará aún más juguetones, y diferentes del resto, en sus dos siguientes discos.
El resto es un buen disco de indie-rock, a veces con esos afinados diferentes y esas estructuras a medio cocer tan Sonic Youth (‘And So The Talking Stop’). Emma aún epata más que entona, a ratos parece estar a punto de entrar en la sala el fantasma de Stephen Malkmus (‘Don’t Stop’) y ya hay algo que faltó en Domestiques: capacidad para que la golosina noise-pop no se deshaga en un primer bocado. Peloton dura y dura, incluso para plantear el dilema de si no merecería categoría especial. Por ahora lo dejamos aquí. También Los Lagos de Covadonga acaban teniendo algunas etapas míticas entre otras muchas donde siempre piensas que son un puerto no tan bueno como la Historia ciclista asegura.
Pero antes de entrar en los puestos altos, hay nueva parada. Mirad, a mí (n.e: Chou, responsable de comentar este álbum), no me gustan los discos de directos. Cada uno tiene sus neuras y hemos de aprender a respetarlas. Una de las mías, ni de lejos la peor, es esa. Creo que casi nunca aportan realmente gran cosa. Ni mejoran las prestaciones de sus equivalentes en el estudio, ni pueden aportar la emoción de estar allí DE VERDAD. Me batiré en duelo al amanecer con quien se preste a negármelo.
Con todo, existir, existen. Y hubo un tiempo en que grabar tus sesiones con John Peel era sinónimo de prestigio. The Delgados no escaparon a ello. Es más: eran favoritos del legendario locutor desde sus primeros singles y estuvieron allí concretamente siete veces, en distintas épocas. Esto se lleva, claro, a los diferentes sonidos que el cuarteto adoptó a lo largo de su discografía. Y también aquí, en general, ganan los temas de la mal llamada época Fridmann.
Tras una primera sesión en la que se encuentran temas maqueteros (los cuatro primeros, el sonido da fe de ello), la banda se adentra en lugares más conocidos para sus seguidores, pero no consiguen captar una atención real hasta la tercera sesión, a partir de 'Everything Goes Around the Water'. Aunque con altibajos, a partir de ese momento la banda alcanza niveles realmente sobresalientes en muchas ocasiones, lo suficiente como para hacer de la escucha algo recomendable. Al fin, ahí quedan regalos como 'Pull the Wires from the Wall', 'Make Your Move', la inmejorable combinación de voces de 'Aye Today', 'I Fought the Angels' o 'Is This All That I Came For?' como ejemplos de una discografía terriblemente envidiable.
Tourmalet (AKA Discos que Sí)
No tenemos muy claro que exista un Tourmalet para The Delgados. Quizás la discusión es si The Great Eastern debería estar aquí en vez de en el lugar donde va a estar, pero se impone la opinión de Queridolíder, que ama ese disco con una pasión que ni siquiera despliega para Hate.
Quizás haya otra discusión, si los aciertos de Peloton deberían llevarle hasta esta posición, pero siendo totalmente sinceros, sus bajones son como los últimos kilómetros de Los Lagos, algo anticlimáticos si el resto del puerto no logra romper del todo la carrera.
Puestos a elegir, al Sí de la carrera de The Delgados irían las anécdotas en la antigua piscina del FIB, donde un par de ellos estuvieron a punto de morir en la siempre letal combinación de guiris, sol, alcohol, agua. Que si no las sabéis, las cuenta genialmente Joan Vich en su Aquí Vivía Yo, uno de los libros más divertidos que podáis leer este año.
Y no las llevamos al excel porque en ese hueco fiber siempre permanecerá cuando John Disco, de Biz, se rompió el prepucio haciendo el capullo en los karts de al lado del festival.
Mortirolo (AKA Discos que Excel)
Probablemente en 2002 The Delgados vivían en la cumbre de éxito de su carrera. Los dos discos previos a Hate habían supuesto un aplauso más o menos generalizado de la crítica, y, aunque de forma un poco más austera, el público también había dedicado sonoras ovaciones en los lugares en los que ocupaban letras cada vez más grandes. En ese contexto, Delgados optan por dar cierto giro a su sonido en Hate, aunque repitiendo con un David Fridmann como productor (que, por aquel entonces, era uno de los más solicitados de la escena y gozaba de impoluta fama).
Repetimos, pues, productor, que para eso nos había ido de perlas con él, pero llevamos la propuesta a unos solidos algo más melódicos y, por qué no decirlo, orquestales. Tardan muy poquito Woodward y Pollock en mostrar sus intenciones, con 'The Light Before We Land' y 'Woke for Dreaming' erigiéndose en apuestas que parecían ir un poco contracorriente del sonido más indie pop al uso de su magnífico predecesor. Es cierto que por entonces mucha gente coqueteaba con las secciones de cuerda y que en general eso no iba mucho más allá de una moda predecesora de lo que luego vinieron a ser las tazas de Mr. Wonderful, pero aquí, de nuevo, Delgados y Fridmann cuadran el círculo y sellan el que posiblemente sea mejor disco de la banda. Se desenvuelven con pasmosa firmeza en terrenos tan resbaladizos como aquellos que aspiran a equilibrar sensibilidad y épica, como esa joya que pasó algo desapercibida entre su discografía, 'The Drowning Years'.
Además, Hate contiene la que para muchos es la canción bandera de la banda. 'Coming in from the Cold' era uno de esos temas que te atravesaba la vida. Que te convertía en una persona distinta a la que eras antes de escucharla. De las que, si te pilla en la edad adecuada, estás esperando poder sacar tiempo para escucharla una y otra vez. Un jodido himno que sobrevive y se agiganta dos décadas después. Pero que no está solo, como ya hemos dicho y destacado. Que convive de maravilla con otras pequeñas perlas pop como 'Favours', 'Never Look at the Sun' o la enervante 'If this Is a Plan', que pone un broche inmejorable a un disco generacional.
¿Y, entonces, puede algún otro mirarle a los ojos?
Sí, puede. The Great Eastern se basta y se sobra para ponerse enfrente y no avergonzarse para nada. A tramos, es incluso hasta mejor porque el disco no parece del todo abducido por las maneras de Fridmann, a las que hoy en día es más fácil verles el truqui que en el momento en que salió.
Quizás dejar los símiles ciclistas fuera por primera vez fuese ejemplo del salto de madurez que querían afrontar. The Great Eastern era una fábrica textil de Glasgow, que posteriormente se convirtió en un albergue para personas sin hogar. La fotografían en los interiores del libreto del CD, mientras en la portada un hada levemente difusa, quizás un ángel, es la aportación de Adam Piggot al sentido del disco, que todo el rato va a sonar a lo que su portada remite: algo feérico, un punto pastoril (‘Aye Today’), pero a la vez incapaz de ser etéreo del todo, con arrebatos eléctricos épicos, espectaculares usos del silencio y los contrastes (qué bien ahí que decidieran poner ‘The Past That Suits You Best’ como apertura en vez de como cierre, para lo que había sido pensada originalmente; ¡The Delgados tocando una canción de más de seis minutos sin guitarras!) y estribillos sublimes (el de ‘Witness’ es infinitamente superior a todo lo que ocurre en el resto de la canción).
The Delgados tenían clarísimo que querían con este disco, y por eso sus indicaciones a los músicos de la orquesta eran “tocad sencillo”. Demasiado para ellos, que estaban acostumbrado a música infinitamente más complicada. En vez de perderse en lo ampuloso, los escoceses consiguieron que el disco sonase simple. Y eso en una producción complicadísima, donde si tenían que simular en mitad de una canción que estaban en un bar semivacío mientras la música se diluía en electrónica para acabar resurgiendo con épica orquestal, se hacía.
The Great Eastern fue muchísimo más difícil de grabar que cualquier otro disco del grupo. Se tiraron más de un año componiendo y recomponiendo piezas del disco. Sorprende, pues, lo extremadamente fácil que entra en primera escucha y lo poco que se pierden las canciones en sus propios reflejos. Quizás la culpa esté en las voces (Emma está soberbia conduciendo ‘Accused of Stealing’, Alun en casi cualquier lugar), quizás en la solidez del grupo (la batería de Paul Savage es el pegamento al que se aferran las canciones cuando parecen que se les van a escapar de las manos).
Y sí, mirado hoy en día es imposible negar que estamos ante un disco de prog-pop. El tramo central de la propia ‘Accused of Stealing’, elegir ‘American Trilogy’ como single y que les lleve a sonar en la Radio 1 brit, lo más generalista que hay (eran tiempos raros aquellos); el tono de nanas de algunas de las canciones; la lucha vocal (y lírica) en ‘Thirteen Gliding Principles’, que desemboca en unión y rabiosa electricidad; los viejos sampleados de orquestas y coros de ópera que dieron vida a ‘Knowing When To Run’…
The Great Eastern es tan bueno que es capaz de recuperar caras B descartadas de Peloton (‘Reasons For Silence') y que se conviertan en centrales en uno de los discos definitivos del grupo. Y tiene ‘No Danger’, una canción que quizás resuma, junto a 'Feeling Yourself Disintegrate’ de Flaming Lips, todo lo bueno que salió de la locura de darle a Dave Fridmann responsabilidad absoluta sobre las mezclas. Aquella era, la Disneylandia del sonido orquestal en el pop indie, tuvo cosas malas, pero, joder, muchas muy, muy buenas.
Por supuesto que Excel. Por supuesto que Hors Catégorie.
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No les conocía, estoy con The Great Eastern teniendo esa gratísima sensación de COMO ME HE PODIDO PERDER ESTO